Hay que remarla. La frase se escucha en diversos ámbitos y momentos como metáfora para seguir adelante en un contexto adverso. Remar combina la actividad física con la preparación mental. No se trata de adentrarse sin más en el río, en un arroyo, en el mar y esperar que la experiencia resulte placentera. En la costanera, diariamente, los cultores del remo cabalgan las aguas del Pariente del mar en las embarcaciones a su disposición. Las tradicionales canoas, kayaks, piraguas, y mas recientemente el stand up paddle, son medios para conectarse con uno mismo. Y a la vez vincularse a un entorno natural al cual la ciudad, durante décadas le dio la espalda. Para ese grupo de entusiastas que reman cotidianamente, lo que inicia como una actividad deportiva, o simple hobby, deviene estilo de vida.