sábado , 2 noviembre 2024
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Una mirada sobre años turbulentos, tamizada por el idioma y la distancia

“La primera dificultad que se me presentó fue cómo novelar de modo ficcional frente a una historia del país que es casi increíble”, reflexiona la escritora radicada en Berlín.

Casi desconocida para el público de habla hispana, María Cecilia Barbetta es autora de dos novelas escritas originalmente en alemán que tienen como tema La Argentina. Con Nocturno Esplendor aborda a la distancia, el período previo al 24 de marzo de 1976. Una historia en que la nostalgia convive con el horror y la fantasía. De ello y de lo que implica escribir en dos lenguas sobre su país natal habló con EL DIARIO.

“Nací en el ´72, o sea que para escribir una novela que se desarrolla entre los años ´74 y ´75 tuve que leer mucho sobre historia, ver películas, buscar e investigar en internet. Fue un trabajo arduo porque la historia argentina, es casi espeluznantemente fantástica”, dice María Cecilia Barbetta  desde Berlín, donde reside desde 1996 cuando con su diploma de profesorado de alemán viajó a esa ciudad becada por el Servicio Académico de Intercambio Alemán (DAAD), donde se doctoró en Germanística en la Freie Universität Berlin, a fines de 2000.


En la charla brinda a EL DIARIO pistas sobre el proceso de escritura de Nocturno Esplendor. En la entrevista contará que se trata de su segunda novela -publicada a fines del año pasado por Emecé- escrita originalmente en alemán, en la cual recrea en clave de ficción un período complejo, delicado y doloroso de la historia contemporánea del país.
El foco de la historia se centra en Villa Ballester. En ese barrio de clase media del conurbano bonaerense, Teresa Gianelli, alumna ejemplar de una escuela de monjas, se propone ganarse el cielo convenciendo a los vecinos de que reciban en su casa una estatuilla de la Virgen que brilla en la oscuridad.


Ese pequeño acto de fe desencadena un desfile de personajes que perfilan aquel momento: una monja motociclista, un cura tercermundista, los trabajadores de un taller mecánico, una joven hippie, un cantante de boleros. Se trata de historias mínimas atravesadas por la corriente principal relacionada a la historia del país con hechos conmovedores como la muerte de Perón, la presidencia de su viuda, Isabelita, la influencia del `brujo´ López Rega, la violencia y el asesinato a la luz del día.
En esta novela, la primera traducida al castellano, Barbetta trabaja con prosa depurada y dominio de aspectos técnicos y estilísticos, a la que suma la inclusión de recursos tipográficos y de diseño en las páginas del libro. De ese modo logra combinar esos elementos de forma creativa y personal en una novela en la cual la nostalgia convive con el horror y la fantasía con la dura realidad.


Sin proponerse, la historia resulta como un registro desde una mirada infantojuvenil en aquellos años. Como lo fue, en 1975, Crecer de Golpe, largometraje dirigido por Sergio Renán que se estrenó días antes del Golpe de Estado y que casi no se proyectó entonces.

GÉNESIS

-¿Cómo concibió esta historia?

-Quería escribir un libro que fuera muy distinto a mi primera novela, Änderungsschneiderei, galardonada con el premio Bayern2-Wortspielepreis y con el premio Aspekte. Nocturno Nocturno Esplendor nace cinco años más tarde, pero es la primera traducida al castellano. Me interesaba trabajar con la época previa a la dictadura cívico-militar argentina. La idea tomó fuerza en 2010, cuando Argentina fue el país invitado de honor en la Feria del Libro de Frankfurt.

-Su relato está atravesado por algo ligado a la magia. ¿Por qué?

-En la historia argentina, en aquellos años nos encontramos con cosas espeluznantes, como una presidente en el poder que no conoce demasiado de política, pero que conoce de esoterismo. Y de alguien como López Rega, que cree poder comunicarse con los muertos y tampoco era un político, sino que provenía de la Policía Federal. Cuando todas esas cosas se combinan en una perspectiva ficcional, la historia argentina resulta espeluznante. A mí la primera dificultad que se me presentó fue cómo novelar frente a una historia del país que es casi increíble, ¿verdad?. Tardé muchísimo tiempo en poder liberarme de todo eso, que uso simplemente de fondo para inventar mis propias historias.

-Los personajes que creó para narrar esta historia son gente común ¿A qué obedece esa elección?

-Pensé muchísimo antes de empezar a escribir. Siempre he tenido la sensación que muchos trabajos ya publicados giran en torno a figuras destacadas, con algo de épicas. Yo me encontraba con que en mi historia familiar no había grandes héroes, sino una familia de clase media que no se comprometió con la historia. Mis padres hicieron lo que la mayoría de los argentinos en ese momento: tratar de no mirar, de no comprometerse. Así que tardé en darme permiso para escribir una historia en donde no hubiera ni grandes guerrilleros, ni siniestros dictadores. Las figuras tristes y sombrías de la historia argentina aparecen, pero no como personajes protagónicos. Es la gente común y corriente la que se entera acerca de López Rega, o sobre la triple A, cuando lee diarios, escucha la radio o mira la televisión. Eso se combinó con las ganas de adentrarme en lo que sucedió en el país y volver a mirar mi historia familiar, preguntándole cosas a mi padre, hablando con un cura tercermundista, que es el tío de mi mejor amiga en Argentina, y por supuesto imaginando, fabulando, porque es lo que realmente me gusta hacer. Creo que fue eso lo que realmente pude rescatar de todo el trabajo previo que hice. Y que la novela tomó fuerza y surgió cuando pude dejar atrás todas las cosas que me interesaban pero que me daban miedo a la hora de escribir.

ESPECIAL ESTRUCTURA

-El libro se divide en tres partes (Bloody Mary; Utopía; Los basiliscos) que concluyen en La cuarta dimensión. Cada una de ellas está integrada por 33 capítulos que convergen en una final, que sólo tiene el número 100. Además se ha trabajado especialmente la tipografía ¿Cuál es la razón para esa estructura que se plantea en el índice, ubicado al inicio del volumen y para las licencias de diseño, que le dan un aire poco habitual al texto?

-La novela trata sobre el aspecto oscuro, nefasto del esoterismo. Ese es el eje de la tercera historia que contiene. Y sobre ese índice, una especie de índice temático, traté de reflejar  tres aspectos que para mí influyen en esta época tan especial de la Argentina. Quería echar luz sobre ellos. El primero es el rol de la religión en ese momento, también pensando en lo que pasó después, con el ala ultraconservadora de la Iglesia Católica, que de manera nefasta apoyó las torturas, y la violación de Derechos Humanos. Al trabajar en algunos personajes pensé más bien en el ala progresista, lo que en Argentina particularmente se llamó el Movimiento de sacerdotes del tercer mundo. El segundo aspecto, lo que más trabaja son los cambios políticos y sociales que se producen en la política en ese momento. Y la tercera historia se vuelca al tema del esoterismo, que gira en torno a la Escuela Científica Basilio, que hoy en día junto con otras escuelas espiritistas están en Argentina. Me centré en la Escuela Científica Basilio simplemente porque Isabel Perón tenía una especie de padres adoptivos, por llamarlos de alguna forma, con los que creció en ese entorno. En cuanto a algunas licencias en el diseño, obedecen a que me gusta trabajar mucho la tipografía, la gráfica sobre la página. Eso me divierte muchísimo. Aunque reconozco que fue un problema al trabajar con el editor en la publicación.

EL DILEMA DE LA LENGUA

-Escribe sobre Argentina, pero elige hacerlo en su segunda lengua: el alemán. ¿A qué se debe?

-Vivo desde 1998 en Berlín, donde llegué para realizar un doctorado. Desde entonces el alemán es parte de mi vida cotidiana. Aunque ya lo había estudiado con alguna profundidad en Argentina. Y escribo desde entonces en este idioma, aunque mi primer texto literario haya sido escrito recién en 2005. Mis amigos berlineses me insisten que escriba una novela como esta pero con un tema alemán. “Si te gusta escribir en nuestro idioma esperamos que se desarrolle en Alemania”, me piden. Yo les digo, me falta la intensidad que me da La Argentina.

-¿Qué posibilidades se amplían al decidir escribir el original en una lengua que no es la materna?

-Amo el castellano. Pero viviendo lejos del país  y dedicándome a un idioma extranjero con la intensidad y profundidad con que lo hago, mi lengua materna se va desdibujando. Entonces para mí es hermoso poder reencontrarme con ella en este tipo de proyectos como ha sido traducir Nocturno Esplendor de uno a otro idioma. A la vez, el alemán, ese idioma que no es el mío, me permite acercarme a esta Argentina con una mirada nueva. Mirarla con otros ojos. Redescubrirla. Ver cosas que antes no. Argentina me interesa. Y también lo que me pueda aportar Alemania. Y siempre trato de desdibujar los límites entre una y otra cultura. No me interesa una frontera demasiado demarcada. Sí quiero descentrar las cosas. Porque es lo que hacemos siempre. Incluso cada vez que pensamos también en nuestros recuerdos, aparecen descorridos, descolocados. En ese sentido, nuestra memoria también es una memoria falsa.

El alemán, idioma en que escribe sobre La Argentina, “me permite acercarme al país y su historia con una mirada nueva”, asegura María Cecilia Barbetta.

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