domingo , 22 diciembre 2024
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Cáncer de cuello uterino: hacer la consulta médica es clave para la detección precoz

La consulta periódica es el secreto, tanto para informarse mejor como para controlarse.

Hacer consultas profesionales a tiempo para abordar correctamente la patología es lo más indicado para prevenir el cáncer de cuello uterino. La Organización Mundial de la Salud registra que este es el cuarto tipo de cáncer más frecuente en las mujeres de todo el mundo, con una incidencia estimada de 604.000 nuevos casos y 342.000 muertes al año.

Para tener una mejor idea de los alcances del problema planteado, solo en Argentina se diagnostican de forma anual cerca de 4.000 nuevos casos de este tipo de enfermedad que es la segunda causa de muerte por cáncer en mujeres de entre 35 y 64 años a nivel mundial.

Esta enfermedad es causada por el crecimiento descontrolado de las células del cuello del útero. “Tiene su origen en una infección persistente por el virus del papiloma humano, que es una infección común de transmisión sexual que puede afectar a la piel, la zona genital y la garganta”, agregan desde la OMS. Y remarcan que este cáncer puede curarse “si se diagnostica en un estadio temprano y se trata con prontitud”.

Este virus puede afectar la piel y mucosas del ano, la vulva, vagina y cuello del útero, así también como la orofaringe. El contagio es habitualmente por vía sexual, aunque no necesariamente coital, cualquier tipo de contacto íntimo de piel con piel o piel con mucosas es potencialmente infectante. Esta infección es muy común en mujeres sexualmente activas y afecta entre el 50 y el 80 % de las mujeres al menos una vez en su vida. La principal vía de contagio es por transmisión sexual. Actualmente se han identificado más de 100 tipos de VPH, de los cuales 40 afectan el tracto anogenital femenino y masculino.

De allí que los expertos hagan hincapié en realizar las consultas profesionales a tiempo para abordar correctamente la patología. “Cuando se presentan síntomas o preocupaciones a cualquier edad, la detección precoz seguida de un tratamiento rápido y de calidad puede curar el cáncer de cuello uterino”, dice la OMS.

En este sentido, el doctor Andrés Humphreys (MN 8796), jefe de la sección de Patología del Tracto Genital Inferior del servicio de Ginecología del Hospital Británico de Buenos Aires, plantea que el cáncer del cuello uterino “es una enfermedad casi completamente prevenible. El culpable de este cáncer es un virus llamado VPH, una infección que casi todos quienes somos sexualmente activos, hemos contraído o vamos a contraer en algún momento de nuestras vidas y que, generalmente, nuestro sistema inmune resolverá”.

Vínculos

La OMS advierte que hasta un 95% de los casos de cáncer de cuello uterino se asocian a una infección persistente por el Virus del Papiloma Humano, que no ha sido debidamente tratada en el tracto genital inferior femenino. Esta patología puede tardar entre 15 y 20 años en desarrollarse en células cancerígenas, pero este período puede reducirse a entre 5 y 10 años en individuos con sistemas inmunológicos comprometidos, como aquellos que padecen de VIH sin tratamiento.

Entre los factores de riesgo se encuentran el grado de oncogenicidad del tipo de VPH, la presencia de otras infecciones de transmisión sexual, un primer embarazo a una edad temprana, el uso de anticonceptivos hormonales y el tabaquismo, de acuerdo a la OMS.

Las voces expertas coinciden en que “cuando empieza, el cáncer del cuello del útero puede no presentar ningún síntoma. A medida que avanza puede causar signos y síntomas como sangrado vaginal después de las relaciones sexuales, entre períodos menstruales o después de la menopausia; sangrado menstrual más abundante y de mayor duración de lo habitual; flujo vaginal acuoso y con sangre que puede ser abundante y tener un olor fétido; dolor pélvico o dolor durante las relaciones sexuales”.

En esa línea, el doctor Humphreys, quien además es vicepresidente de la Sociedad Argentina de Patología del Tracto Genital y Colposcopia, enfatizó que “hoy en día contamos con una vacuna altamente eficaz para prevenir la infección por VPH, y está incluida en el Calendario Nacional de Vacunación para niños y niñas a partir de los 11 años. Es obligatoria y gratuita. A su vez, existen hoy pruebas de VPH que nos permiten detectar la enfermedad precozmente, con alta sensibilidad. Y finalmente, tratamientos altamente efectivos para estas lesiones precursoras del cáncer. Con la vacuna, detección precoz y tratamiento oportuno, están dadas todas las condiciones para que este cáncer, que se cobra la vida de alrededor de 2000 mujeres por año en nuestro país, pueda ser prácticamente erradicado. Es imprescindible mancomunar esfuerzos para que esta anhelada meta se pueda alcanzar”.

A tiempo

La detección temprana de las células anormales o de la presencia del VPH ayuda a prevenir el desarrollo del cáncer de cuello uterino. Dentro de los distintos métodos de diagnóstico es importante distinguir entre el Papanicolau, que detecta las variaciones celulares que genera el VPH y que se recomienda a partir de los 3 años de iniciadas las relaciones sexuales; la colposcopía, que permite visualizar las alteraciones que genera el virus en el tejido del cuello uterino; y el test de VPH, que detecta la presencia de infección por genotipos de VPH capaces de causar lesiones precancerosas.

En tanto, las pruebas de VPH tienen una alta sensibilidad y son efectivas para detectar mujeres en riesgo de tener lesiones precancerosas. El test de VPH es muy sencillo: se extrae una muestra de las células del cuello uterino que luego se envía al laboratorio. Allí, la técnica de PCR en tiempo real permite detectar la presencia y los genotipos de VPH de alto riesgo. Esta identificación ayuda al médico a tomar una mejor decisión de seguimiento y/o tratamiento, según corresponda.

Actualmente, es posible además realizarse una autotoma de la muestra para análisis de VPH. A través de este método, es la mujer quien toma su propia muestra vaginal, en lugar de que lo haga un médico; lo que posibilita que más pacientes accedan al tamizaje para la prevención del cáncer cervicouterino ya que elimina dificultades en el acceso a la atención clínica como barreras geográficas, culturales o religiosas, y alivia la saturación de las consultas en los servicios de salud.

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