Con creyente obstinación, el imán Marwan Gill aceita los mecanismos de entendimiento entre musulmanes, judíos y cristianos. No lo declama, lo propicia: busca puntos de encuentro, abraza amistosamente, escucha y opina. En las últimas horas estuvo en Paraná y Santa Fe. Quiere constituir mesas de diálogo para un cambio en la convivencia.
Redacción EL DIARIO
Activo, comprometido con los problemas de su tiempo, el imán Marwan Gill, visitó la región con su prédica a favor de un entendimiento respetuoso hacia los distintos credos.
Durante su estada en Paraná, fue entrevistado en la redacción de El Diario. En la oportunidad, el presidente de la Comunidad Musulmana Ahmadía en Argentina insistió en que el respeto es una semilla que hay que plantar y regar, para que brote otra cultura, alejada del odio y los prejuicios.
Lo que sigue es un extracto de la conversación mantenida.
–¿Qué balance hace de la agenda que desplegó durante su visita a la región?
–Tuve actividades muy productivas tanto en Santa Fe como en Paraná y me reuní con ambos intendentes (Juan Pablo Poletti y Rosario Romero, respectivamente) con el fin de promover el mensaje del diálogo, del respeto y la importancia de la paz social.
Además, como integrante de la Mesa del diálogo santafesino participé en una reunión muy importante con el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, para abordar la violencia en Rosario. Es muy preocupante lo que ocurre en aquella ciudad y debemos estar conscientes que, si no frenamos ahora esta violencia, eso se podría repetir y tomar formas parecidas también en otros lugares de la provincia y del país. Así que en vez de reaccionar, desde mi humilde opinión, es imprescindible tomar medidas preventivas y anticipadas. En el islam, hay una parábola cuya síntesis es que para el hombre es más fácil sacar y apartar la semilla de la tierra que cortar el árbol que crecerá de la misma semilla. En fin, creo que la lucha contra la criminalidad del narco es algo urgente y a su vez requiere un esfuerzo conjunto donde es primordial que se comprometan y aporten todas las fuerzas vivas de la sociedad desde su rol.
De la misma manera, es conveniente que no pongamos simplemente parches temporales, sino que “sanemos” el problema de la violencia desde su raíz con el fin de construir sociedades más seguras y pacíficas para nuestros hijos y nietos.
“Algunas veces resulta muy desafiante conversar sobre nuestra religión con gente cuya mayoría nunca ha tenido una interacción personal real con quienes practicamos este credo”.
Señales
–El 15 de marzo fue declarado por la ONU “Día internacional contra la islamofobia”, ¿cómo se manifiesta en los hechos? ¿Cuál es el panorama en nuestro país?
–Nací y me crié en Europa y vivo ya hace varios años en Argentina con mi familia. En lo personal no percibo en nuestro país una islamofobia institucional ni un rechazo hacia el Islam. No obstante, hay aquí como en el resto del Occidente ciertos prejuicios y malentendidos que obstaculizan el diálogo y el respeto mutuo. Resulta algunas veces muy desafiante conversar sobre nuestra religión con gente cuya mayoría nunca ha tenido una interacción personal real con quienes practicamos este credo.
De hecho, los atentados en nombre del Islam han manchado la imagen de nuestra religión y el 11 de septiembre del 2001 ha marcado un antes y un después. A raíz de los atentados contra las Torres gemelas en Nueva York mucha gente vincula una connotación negativa con el Islam, aunque su significado literal es paz. Nuestra religión condena categóricamente el terrorismo, y anuncia que quien mata a una vida humana es como si hubiera matado a toda la humanidad. Al’lah es el nombre de Dios que es el Señor y el Creador de toda la humanidad.
“Allahu Akbar” no es un llamamiento hacia actos violentos, sino que es una llamada de paz, de armonía y de unidad. “Dios es grande” significa glorificar a tu Creador a través de amar a toda su creación, sin distinción de religión, de color o de raza.
Otro término es “Yihad” que causa muchos prejuicios y malentendidos. “Yihad” no es el nombre de la guerra contra los no musulmanes, sino del “esfuerzo” que un musulmán debe realizar contra la maldad en uno mismo. El fundador del Islam definió a un musulmán como una persona de cuyas manos y lengua otros seres humanos deben sentirse seguros.
En resumen, los extremistas que se disfrazan de ser “musulmanes” y son de hecho una pequeña minoría en el mundo musulmán han logrado parcialmente su propósito: envenenar y perjudicar nuestras relaciones mutuas y la convivencia. Han logrado hasta cierto grado generar esta división entre “nosotros versus ellos”.
Por eso es importante que mediante el diálogo respetuoso nos conozcamos más y mejor.
Huellas
–¿Qué influencia tiene la industria audiovisual en la constitución de los prejuicios contra el otro? ¿Qué papel cumplen los medios de comunicación?
–Creo que los medios de comunicación desempeñan un rol fundamental en fomentar los prejuicios y el odio. Veo mucha hipocresía en el abordaje de ciertos acontecimientos.
Tomemos el ejemplo de la reciente guerra en Gaza: Cuando murieron los civiles inocentes en Israel el título era que ellos “fueron asesinados”, pero en el caso de los palestinos civiles en Gaza en vez de usar la misma expresión muchas veces los títulos consistían en que “murieron tantas personas en el bombardeo” como si su muerte fuera generada por una tragedia natural y no por el actuar de las personas concretas que lanzaron el misil y la bomba.
Asimismo, uno puede observar también en el ámbito religioso el doble rasero: se atribuye el actuar de un individuo hacia una religión entera, aunque cada credo y fe se define por sus propias fuentes. Es mi absoluta convicción que como ningún “católico” se abusa de un menor, ni un colono “judío” usurpa las tierras de un palestino, asimismo ningún “musulmán” mata a alguien por haber encontrado tal mensaje en su escritura divina. Así que, propongo que no caigamos en la falacia de atribuir la acción de un individuo o una agrupación a una religión solo por el hecho de que los miembros se autoidentifiquen como sus adeptos.
“Ahora es el momento indicado y urgente para que, en vez de levantar más muros de prejuicios, construyamos puentes de diálogo y enfaticemos en las similitudes”.
–Los prejuicios necesitan de cierta superficialidad en los diagnósticos y análisis…
–Comparto. El único culpable de los males que se hacen en nombre de las religiones es el ser humano que manipula y distorsiona por sus propios intereses la palabra divina. No hay que darles legitimidad religiosa a los extremistas y terroristas que se disfrazan y se esconden bajo el escudo de las distintas religiones.
Por ende, en vez de inventar nuevos términos como “islamismo”, “islamista”, “islam radical”, “islam yihadista” etc. y después atribuirle sus acciones violentas al islam, sería más honesto y beneficioso para todos nosotros que se reflexione en profundidad sobre el origen de las crisis que atraviesan algunas sociedades musulmanas.
El Islam no tiene diferentes facetas y etiquetas, ni existe un Islam “religioso” y otro “político”, sino que el Islam tiene una sola y única cara: aquella que se manifiesta a través del Sagrado Corán, la tradición y los dichos del profeta Muhammad que categóricamente establece la separación entre religión y Estado. No nos hemos dividido entre musulmanes “moderados” y “radicales” debido a los distintos matices de la misma fe, sino que nos caracterizamos por cumplir o rechazar las enseñanzas religiosas de nuestra fe.
En conclusión, un simple tuit o cierta elección de palabras en una nota pueden generar un impacto y un daño irreparable en la vida del otro. El Islam garantiza la libertad de expresión y de opinión, pero enseña que cada derecho es al mismo tiempo una enorme responsabilidad.
La libertad no se puede utilizar como una licencia abierta para atacar, profanar o perjudicar al otro, especialmente cuando se trata de minorías en una sociedad.
Para revertir
–¿Hay un camino de regreso del odio y la discriminación?
–Decía Albert Einstein que es más fácil romper el núcleo de un átomo que destruir un prejuicio. Para mí, el origen de la enfermedad que envenena la convivencia armónica en nuestras sociedades pluralistas es el odio. Si esta semilla de odio se desarrolla, sin ser detectada a tiempo, termina convertida en un árbol de agresión y violencia, cuyas ramas se manifiestan algunas veces como islamofobia, otras veces como judeofobia, como cristianofobia o como diversas expresiones de xenofobia y discriminación.
Considero que tanto nuestra situación actual en el país como las relaciones internacionales (especialmente en el Medio Oriente) nos indican que es ahora el momento indicado y urgente para que, en vez de levantar más muros de prejuicios, construyamos puentes de diálogo y enfaticemos en las similitudes en vez de las diferencias que pudieran existir.
El Sagrado Corán enseña que Dios no cambia el estado de un pueblo hasta que el pueblo mismo no cambie. Por ello, no esperemos un milagro del cielo, seamos nosotros mismos el milagro y luchemos contra el odio con nuestro propio ejemplo de amor, sabiduría y perseverancia.
El lema de nuestra Comunidad es “Amor para todos, Odio para nadie”: sintetiza para nosotros todos los preceptos de nuestro credo y podría servir como un principio de oro.
–¿Pueden tenderse puentes entre las oportunidades que ofrece la Pascua cristiana y el Ramadán?
–La coincidencia este año entre la Pascua y el Ramadán (el mes del ayuno) es un lindo recordatorio que la unidad es posible a través de reconocer y respetar la diversidad. Cada uno puede mantener su identidad y su convicción teológica, pero podemos celebrar juntos en fraternidad y en armonía, cada uno en su espacio y conforme su manera. Incluso si analizamos a profundidad ambas festividades veremos que tenemos más en común que lo que nos divide. Deseo profundamente que este Ramadán y Pascua sean un momento de reflexión e introspección en pos de acercarnos a nuestro Creador y a su creación. Deseo a todos los musulmanes y cristianos: ¡Feliz Ramadán y Feliz Pascua!