La pausa del feriado permitió dejarse estar para recibir en la piel los rayos del astro rey mientras pasa la jornada. Y observar el entorno sin preocupaciones ni urgencias. Disfrutar de la existencia por un rato bajo el sol. El feriado extralargo del fin de semana aportó el tiempo para reconectar con esos lugares bellos de la ciudad a los que se anhela regresar. En soledad o para compartir la charla entre amigos mientras se rompe la rutina diaria para gozar, en sintonía con el río y el entorno natural, en un oasis placentero al cual el ritmo diario dificulta llegar.