Considerado el mejor actor de la historia, Marlon Brando hizo historia con roles en clásicos como Un tranvía llamado deseo, El padrino y Apocalipsis Now. Forjó una carrera plagada de excesos, altibajos y polémicas. Conoció la fortuna, pero murió pobre. Pese a su éxito, detestaba con el alma eso que se conoce como Hollywood.
Gustavo Labriola
Especial para EL DIARIO
Cuando el director Elia Kazan enseñaba a sus alumnos en el Actors Studio exigía la completa adecuación entre intérprete y personaje, procurando rescatar una simbiosis entre el actor y la conformación del papel que éste representaba. Utilizaba para ello una combinación de gestos, posturas, muecas y tonos tomados de personas reales, que complementaban la representación y exploraban el carácter de sus personajes.
El Actors Studio es la escuela de arte dramático más reconocida y valorada por parte de los intérpretes. Fue fundada por Elia Kazan, Cheryl Crawford y Robert Lewis en 1947, en Nueva York. Hoy tiene también una sede en Los Ángeles.
La teoría que dio lugar al modo de preparación, estudio y actuación en el Actors Studio está basada en los trabajos del director de teatro ruso Konstantin Stanislavski. Lee Strasberg, que fuera director de la escuela, perfecciona las teorías de Stanislavski, conformando un método que destaca una indagación retrospectiva y la debida motivación psicológica necesaria para que el actor se compenetre con el personaje.
Tal vez los actores y las actrices más reputadas del cine de los Estados Unidos desde mediados del siglo pasado han sido forjados por el “método” de Strasberg. Paul Newman, Montgomery Clift, James Dean, Steve McQueen, Harvey Keitel, Shelley Winters, Gene Hackman, Jon Voight, Sissy Spacek, Dennis Hopper, Robert De Niro, Marilyn Monroe y Marlon Brando fueron algunos de los que pasaron por el Actors Studio.
Marlon Brando nació el 3 de abril de 1924, en Omaha, en el Estado de Nebraska. Su padre era un productor teatral y su madre, actriz. Ese origen generó su interés por la actuación. No obstante, sus padres eran alcohólicos y lo maltrataban. Esa orfandad hizo que luego de una adolescencia errática, fuera a Nueva York a estudiar interpretación, recalando en el Actors Studio.
Trascender
Su perfomance en la academia, le permitió ser el protagonista de Un tranvía llamado deseo, la extraordinaria y dramática obra de Tennessee Williams. Interpretó el papel del rudo Stanley Kowalski en el teatro y luego, en 1951, dirigido por Elia Kazan, en el cine.
La película le permitió a Brando ser uno de los nominados al Óscar de ese año como mejor actor. Situación que repitió en los tres siguientes años, consiguiendo el premio con Nido de ratas, en 1954.
Posteriormente, la trayectoria de Brando tuvo altibajos. Luego de algunos papeles que no estaban en sintonía con los anteriores, fue convocado para interpretar El Padrino.
En 1972, Robert Evans, productor de varias películas exitosas de Paramount, decidió comprar los derechos del libro de Mario Puzo. Evans confió en un joven Francis Ford Coppola para dirigir el filme, convenciendo a los productores que preferían a un director más conocido como Elia Kazan, Arthur Penn, Peter Yates, Otto Preminger o Costa-Gavras.
En cuanto al protagonista, Mario Puzo tenía un preferido. “Creo que eres el único actor que puede interpretar con esa fuerza tranquila e ironía que requiere el papel”, le escribió oportunamente a Brando. Éste venia de protagonizar relevantemente Último tango en París, de Bernardo Bertolucci.
Coppola consideraba a Brando para representar a Vito Corleone, pero preocupado por la inquietud que mantenían los productores por la irregularidad de la filmografía del actor, también había tenido en cuenta a George C. Scott y a Laurence Olivier. Los directivos de Paramount, a su vez, habían considerado a Ernest Borgnine, Richard Conte, Anthony Quinn y hasta Orson Welles.
No obstante, para conseguir el beneplácito de los directivos, Coppola los convocó a una reunión en la casa del actor. Lo caracterizó como el personaje y Brando, haciendo uso de su capacidad histriónica, los convenció para finalmente conseguir uno de los papeles más recordados de la historia del cine.
El éxito
Así, Brando obtuvo su segundo Óscar de la Academia como mejor actor. Algunos años atrás George C. Scott al obtener el galardón por Patton, le había dado la espalda a la ceremonia y no pasó a recoger el premio. Brando, en oportunidad de ser premiado, no solo estuvo ausente, sino que hizo recoger la estatuilla a Sacheen Littlefeather, una actriz y militante de los derechos de los pueblos originarios.
Littlefeather, al recibir el premio, leyó un manifiesto en contra del tratamiento que recibía su pueblo en las películas de Hollywood y en señal de protesta por el tratamiento que el gobierno de Estados Unidos estaba dando a una rebelión de los lakotas ogala conjuntamente con el Movimiento Indígena Americano en Wounded Knee, un lugar donde en 1890 se produjo una masacre de miembros de esa comunidad por parte del ejército norteamericano y en particular quejándose de que el gobierno nunca había cumplido con los tratados contraídos con las tribus, reclamando una renegociación.
Por otra parte, Brando había participado activamente en defensa de los derechos de los afroamericanos y de los pueblos originarios americanos durante la década de los ‘60. Además, Brando tampoco concurrió a recibir el Globo de Oro, premio de la Asociación de Cronistas Cinematográficos, que por esa actuación se le concediera, por las mismas razones.
Más adelante, en 1979, Brando fue el desquiciado y amoral Coronel Walter E. Kurtz en Apocalyse now, versión ambientada en la selva de Vietnam por Coppola de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Fue otra extraordinaria actuación que renovó la admiración del público por su figura.
Una solo vez se puso detrás de cámara para dirigir en 1961, El rostro impenetrable, que protagonizó junto a Karl Malden y la película obtuvo la Concha de Oro, principal premio del Festival Internacional de cine de San Sebastián.
Fue un actor que cobró cifras insólitas, como cuatro millones de dólares por una pequeña actuación en Superman. Compró una isla en el Pacífico, que tuvo que vender por deudas y hoy forma parte de un resort denominado justamente The Brando. Luego de dilapidar su fortuna terminó viviendo muy modestamente, casi sin recursos hasta su muerte el 1° de julio de 2004.
Siempre ha reconocido el valor de la actuación. “Si no hubiera sido actor, a menudo pienso que me habría convertido en un estafador y habría acabado en la cárcel”, ha expresado en su biografía, publicada en 1995, conjuntamente con Robert Lindsey y su enorme capacidad actoral ha hecho que se lo considere como uno de los grandes actores del siglo. Así, el personaje de Woody Allen en Manhattan, al enumerar las razones “por las que vale la pena vivir termina (…) y por Marlon Brando”.