domingo , 22 diciembre 2024
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Cultivan peces y camarones para controlar los mosquitos

El pez chanchita es capaz de comer hasta 500 larvas por día, cinco veces más de la capacidad reproductiva de los mosquitos.

En espejos de agua artificiales donde los mosquitos viven y se reproducen, podrían implantarse poblaciones de ciertos peces y determinados camarones. Animales como el pez “chanchita” se alimentan de estos insectos que, como se sabe, transmiten múltiples enfermedades, entre ellas el temido dengue.

Especialistas del INTA y del Conicet evaluaron los beneficios de producir especies nativas de peces y camarones en cuerpos de agua artificiales urbanos y periurbanos. Estos enemigos naturales de larvas y pupas de mosquitos son un método efectivo de control biológico que permite reducir la presencia de mosquitos transmisores de enfermedades.

Esta línea de investigación tiene varios años de desarrollo y unos cuantos equipos dedicados, en distintos puntos del país. En nuestra región, específicamente en la ciudad de Santa Fe, se inició hace pocos días el proceso de cultivo en lagunas de un barrio cerrado. Lo importante es que la experiencia, puede replicarse en contextos similares, no en espacios vivos (que suelen tener su propio ecosistema autoregulatorio) sino en depósitos artificiales de agua.

Como se sabe, el dengue, la malaria, la chikungunya, la fiebre amarilla y el zika son algunas de las enfermedades que transmiten los mosquitos. Los acuarios a los que nos referimos pueden colaborar con el objetivo de reducir la presencia de estos insectos.

“Algunas especies nativas de peces y camarones son enemigos naturales de las larvas de mosquitos”, explicó Ariel Belavi, referente nacional de acuicultura del INTA. Es que, según detalló, “la especie Australoheros facetus -conocida como chanchita, castañeta, cará o chata- es un pez que habita en la cuenca del Plata capaz de consumir más de 500 larvas de mosquito en menos de un día. Esto los hace ser un efectivo enemigo natural de los mosquitos y un excelente controlador biológico”.

A su vez, existen otras especies nativas que pueden cultivarse y producirse en espejos de agua artificiales y que también consumen larvas y pupas de mosquitos, tales como el camarón de río (Macrobrachium borellii) y el camarón fantasma o camarón de agua dulce (Palaemon argentinus).

“Estos crustáceos que habitan en ambientes de agua dulce en el centro de América del Sur pueden ser utilizados para controlar las poblaciones de estos insectos, incluso los de las especies Aedes sp, Anopheles sp y Culex sp, de relevancia por el potencial de transmitir enfermedades”, especificó Belavi.

En este punto, Pablo Collins -investigador del Conicet- subrayó que “estas dos especies de camarones son nativas de la Cuenca del Plata y consumen larvas y pupas de mosquitos”. Se los suele encontrar en lagunas someras, estanques y ríos, ya que toleran un amplio rango de condiciones ambientales. “Se reproducen en los ambientes dulciacuícolas sin necesidad de migrar a los marinos como lo hacen otros camarones”, detalló y agregó que su alimentación es omnívora utilizando los recursos tróficos que encuentran en el fondo de estos ambientes, en la columna de agua y entre la vegetación acuática.

“Pueden consumir 40 larvas por día”, aseguró el investigador del Conicet, quien no dudó en aclarar que las densidades de estos camarones en los ambientes naturales o en cultivos pueden alcanzar los 500 ejemplares por metro cuadrado.

Mosquitos: pequeños, pero peligrosos

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las patologías transmitidas por mosquitos provocan unas 700 mil muertes al año. De allí que, a pesar de su tamaño, sea quien más amenaza la vida humana. Controlar la presencia de estos insectos, es un modo de reducir la incidencia de las enfermedades que transmiten.

“Los mosquitos de la familia Culicidae son reconocidos debido a que además de picar y molestar pueden ser vectores de diversas enfermedades”, indicó Collins, al tiempo que agregó: “Tres géneros de esta familia, entre otros, son de relevancia por el potencial de transmitir enfermedades: Aedes sp, Anopheles sp y Culex sp”

Según detalló el especialista del Conicet, estos insectos son los que proliferan en el agua encharcada en objetos o jardines de las casas como también en los ambientes acuáticos de poca profundidad y con muy poco movimiento.

Un modo de controlarlos es mediante sus enemigos naturales que están presentes tanto en su fase acuática como terrestre-aérea.

Durante su ciclo de vida, los huevos, las larvas y las pupas se desarrollan en el agua, mientras que cuando los mosquitos alcanzan la etapa adulta su hábitat es terrestre-aéreo. Luego de reproducirse, la hembra del mosquito coloca los huevos en el agua, éstos quedan flotando individualmente o aglutinados en forma de balsas.

“Usan ambientes acuáticos someros o pocos profundos como también contenedores de agua que se encuentran en nuestros domicilios”, indicó el especialista en acuicultura del INTA. Y agregó: “En los ambientes naturales pueden estar en zonas de charcos, bordes de lagunas y estanques, entre la vegetación acuática o terrestre inundada o donde se acumule agua (troncos ahuecados y base de hojas)”.

La supremacía del más pez

Más de su capacidad de alimentarse de mosquitos y larvas, la conocida “chanchita”, pez de los lagos y lagunas del Paraná, es un gran modelo comportamental por la agresividad de su organización social.

En una entrevista, un referente del periodismo científico como Leonardo Moledo, se enfocó en otros aspectos, no estrictamente biológicos de estas comunidades. Lo hizo mediante un diálogo con Matías Pandolfi, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Conicet.

“Estudiamos el comportamiento social de una especie de pez conocido vulgarmente como chanchita, que habita lagos y lagunas asociados a los ríos Paraná y Uruguay desde el centro de Brasil hasta el sur de la provincia de Entre Ríos. Es un gran modelo, en parte por la agresividad, la repetición de ciertos patrones de conducta, por la reproducción constante”.

–¿Cómo se organizan?

–Los animales en invierno suelen vivir en estado gregario, todos juntos y sin estructuras sociales. No hay un animal dominante, se mueven muy poco porque la temperatura es baja y tienen el metabolismo más bajo. Cuando empieza la primavera, el macho más grande comienza a tener actitudes territoriales: come piedras y las escupe, orina con mayor frecuencia, empieza a hacer pozos, cambia su coloración, agrede a los otros individuos. Después de unas horas o días se establece como el dominante de ese acuario.

Hay muchos grupos en otros países que trabajan en estas especies y esos grupos postulaban que el macho elegía una hembra y formaba una pareja dominante y luego defendía su territorio. Lo que vimos nosotros es que es la hembra la que, teniendo la posibilidad de elegir a varios machos, elige al más agresivo.

Entre los animales subordinados, los que quedan viviendo en la colonia, también hay conflicto social, porque hay una alta posibilidad de suceder a ese macho dominante. Al ser más vistoso, al mostrar más despliegue, al estar más dispuesto, es mucho más probable que un predador lo ataque, que un ave lo coma.

–¿Dónde viven?

–En lagos o lagunas quietas, con mucha vegetación y bastante inestables. Son lugares que se suelen disecar bastante en verano. Las estructuras sociales, por el carácter inestable del medio en el que viven, también se renuevan permanentemente.

Lo que es curioso es que justamente hay un conflicto social muy intenso entre los individuos no dominantes. Entre los individuos no dominantes es el más agresivo el que va a reemplazar al macho dominante (si el macho es removido experimentalmente del acuario). En distintos experimentos hemos sacado al macho y hemos verificado que toma su lugar el más agresivo, mientras que la hembra lo toma como pareja en más o menos tiempo.

Con las hembras es más difícil: tratamos de hacer el mismo experimento, pero quedó demostrado que la dominancia en hembras responde a otros parámetros que no son seguramente el tamaño. En caso de reemplazo de la hembra dominante por otra, no siempre es la más grande la que reemplaza.

–Es asombroso que haya ese tipo de organizaciones en el mundo animal. ¿Dónde están guardadas las instrucciones para que cada pez sepa qué es lo que tiene que hacer?

–Supongo que parte está guardado en los genes, pero lo otro viene dado por el ambiente. No es pura determinación genética: en distintos contextos sociales un mismo animal puede ser dominante y subordinado. Los individuos dominantes tienen ciertos rasgos particulares en su organismo: tienen más testosterona, tienen menos cortisol. Pero no es que los subordinados no tengan esos rasgos: si tenemos cuatro subordinados, el primero agrede al segundo, al tercero y al cuarto; el segundo, al tercero y al cuarto; el tercero, al cuarto, y nunca a la inversa.

La dominancia en esta especie es lineal, en los machos, relacionada con el tamaño y con el peso.

–¿Son conscientes del lugar que ocupan en la sociedad?

–Perciben ese lugar. Actúan en función de múltiples estímulos que provienen del contexto social. Por ejemplo, el primer subordinado percibe que sólo es atacado por el macho dominante y permanece siempre cerca de la pareja dominante. Algo que pasa permanentemente es que los subordinados tratan de comerse los huevos y las larvas de la pareja dominante.

–¿Y cómo saben las cosas que tienen que hacer?

–No sé si es que “saben”. Es lo que pueden hacer, es lo que hacen. Cuando hay individuos reproduciéndose, más si es con reproducción externa y viviendo en el agua, hay todo un sistema complejo que se pone en juego.

En distintos puntos del país, el INTA sostiene criaderos de peces, con distintos objetivos investigativos.

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