La llegada del automóvil implicó verdaderas transformaciones, desde el tipo de vivienda hasta la vida urbana, que a través de nuevas arquitecturas, la necesidad de calles y avenidas anchas, hizo necesario un conjunto de infraestructuras camineras, de servicio y de descanso para el viajero.
Las distancias se acortaron y las rutas debieron adaptarse. Aparecieron agencias de ventas de automóviles hacia 1920, y el primer servicio de balsas entre Paraná y Santa Fe en 1928.
En ese devenir surge el Automóvil Club Argentino, entidad privada sin fines de lucro, creada en 1904 para brindar servicios a los automovilistas.
El ACA organizó competencias y también se abocó al desarrollo del turismo mediante la impresión de las guías con sus respectivos mapas.
Contaba con la Oficina Topográfica y la División de Carreteras, desde donde realizó el mantenimiento de rutas. Luego se instalaron las primeras casillas camineras y en la década de 1920 acondicionó con servicios y forestación lugares de fácil acceso, iniciando la actividad de camping, desconocida en el país hasta ese momento.
En 1936, firmó un acuerdo con YPF para la instalación de estaciones de servicio en todo el país con una arquitectura de características uniformes de líneas modernas, sobrias y elegantes. El autor de todas las sedes levantadas fue el Arq. Antonio U. Vilar, quien les imprimió un sello distintivo, con un lenguaje racionalista.
En Paraná la sede fue construida en 1940. Cuenta con un volumen prismático blanco para oficinas, y un gran techo plano que cubre el área de servicios. Es de destacar la utilización de la piedra caliza en parte del basamento, que le otorga singularidad y pertenencia al lugar de origen.
Esta imagen del Automóvil Club Argentino en Paraná, en la esquina de Laprida y Buenos Aires, fue publicada en EL DIARIO en 1970.
