Comprometido con su tiempo, René Char fue un poeta con letras de molde. Más que a comprender, su obra estuvo orientada al placer estético de la lectura. En ese sentido, evitó el recurso del comentario y se enfocó en sacarle lustre poético a sus desvelos. En todo tiempo, es una experiencia deliciosa repasar su producción.
Albert Camus publicó en el n° 8 de la revista Témoins, primavera de 1955, el artículo El rechazo de odio, que es una reproducción del prefacio que el argelino escribió para el libro de Konrad Bieber, Alemania visto por los escritores de la Resistencia Francesa.
En el mencionado escrito, Camus hace un pormenorizado y descarnado análisis de la posición que los escritores franceses exhibieron durante la invasión nazi a su país y la actuación que algunos tuvieron activamente en la Resistencia.
No escatima referirse a miserias que, en toda guerra, como también en todo ámbito y lugar, los hombres recurren para tranquilizar su espíritu o no escapar a su destino. No obstante, rescata a un poeta. Dice: “la Alemania nazi no tuvo un combatiente más determinado ni un enemigo más generoso que un gran poeta francés, René Char, en cuya obra encontrará, tanto hoy como mañana, el espejo fiel de una virtud libre y orgullosa cuyo recuerdo todavía nos sostiene”.
René Émile Char había nacido en una familia con fuerte impronta republicana, el 14 de junio de 1907, en L´Isle sur la Sorgue, una pequeña localidad del departamento de Vaucluse de la región de la Provenza francesa. Esta comuna es considerada el paraíso de los anticuarios, ya que hay 300 casas de antigüedades, lo que ha hecho que sea la tercera ciudad del mundo con mayor cantidad de comercios para coleccionistas, luego de Londres y París. Y por su particular geografía, al tener callejuelas a la vera del río Sorgue, se la conoce también como La Venecia del Condado.
Char, siendo un joven y habiendo cursado estudios en Aviñon, se involucró con el surrealismo de André Breton, René Crevel y Louis Aragon. De forma tal que sus primeros poemas son de estilo surrealista. Su primer libro, Marcha lenta (Ralentir travaux), de 1934, es un trabajo en conjunto con André Breton y Paul Eduard. Incluso su relato onírico, Artine, cuenta con una ilustración de Salvador Dalí. Poco después se alejó de esa corriente, y al estallar la Segunda Guerra Mundial, fue convocado al regimiento de artillería en Alsacia.
Cuando quedó libre del ejército, se unió a la resistencia con el nombre de guerra de Capitán Alexandre y cumplió funciones de jefe departamental. Inicialmente había sido delatado como militante de extrema izquierda y la policía colaboracionista de Vichy lo intentó detener. Se escabulló y se refugió en Céreste donde se reunían opositores a la invasión nazi y se involucró en esa lucha.
Obsesiones
A su actuación clandestina la realizó en la Sección de Aterrizaje y Paracaidismo de la resistencia, volcando en sus siguientes libros la concepción humanista y de intransigencia frente a la invasión y dominación nazi.
Esa valentía y postura ética es la que valora Camus, con el que comulga también en el rechazo al stalinismo. Había conocido la obra de Char al leer Seuls demeurent, en 1945, por la cual volvió a publicar un libro luego de haber permanecido casi un lustro en los maquis y hasta el final de la guerra.
En el prólogo de la primera edición de las poesías de Char en alemán, Camus lo considera como el mayor poeta vivo de Francia, en 1959; y a su libro Furor y misterio, como una de los tres grandes del siglo XX junto a obras de Arthur Rimbaud y de Guillaume Apollinaire.
Autodefiniendo sus escritos, Char afirma que sus poemas son “un conjunto de fragmentos escritos, en la tensión, la cólera, el miedo, la emulación, el hastío, la astucia, el recogimiento furtivo, la ilusión del porvenir, la amistad, el amor, páginas marcadas por el desarrollo de los acontecimientos y la certeza de que el sentido de la vida del hombre es algo que subyace a sus propios avatares y está vinculado a sus propias alucinaciones”.
Char ha sido un crítico de la burguesía y mantenía el espíritu de transformar el mundo. Tenía como referentes a Heráclito, Rimbaud y Lautréamont. Su compromiso con el hombre y su destino, la historia y los acontecimientos, no han reducido su sentimiento de desesperanza en la época de la guerra, signada por el odio y la intolerancia. Con clara consigna metafísica, dice “el poeta es la génesis de un ser que proyecta y de un ser que retiene”. Por otra parte, para él, la libertad es un valor esencial, lo que contiene y motiva su dignidad y su valentía, la razón de su posición arriesgada posición política en esos años de dolor y destrucción y el fundamento de su moral.
Luego de retomar la normalidad en su vida, se involucra con sus amigos pintores. Así Henri Matisse aporta un grabado original para una de sus obras. Igual que Georges Braque, Da Silva A, Victor Brauner y Joan Miró, entre varios que colaboraron en sus libros. En virtud de su compromiso por la libertad, tradujo al francés la obra de Miguel Hernández.
Destacado
Maurice Blanchot, escritor y crítico literario, que ha inspirado ideas de los intelectuales y filósofos Gilles Deleuze y Michel Foucalt, contemporáneo de Char, ha afirmado que la obra de éste, “es una revelación poética”. Y que su producción se centra en lo corpóreo, terrenal, natural y la vinculación entre la creación y la muerte, como una metáfora de los ideales del poeta para vislumbrar el futuro y enfrentarse al concepto de muerte.
Su compromiso impertérrito fue con la dignidad humana y la libertad. Reforzó sus conceptos con una clara posición moral en procura de los objetivos más trascendentes del hombre. Para eso, consideraba imprescindible a la poesía, a su vinculación con el interior del hombre. Afirmó que “fuera de la poesía (…) el mundo no vale nada, la verdadera vida, el coloso irrecusable, no se forma más que en los flancos de la poesía”.
Se ha dicho que su poesía es “poesía de la poesía”, “poesía de la esencia del poema”. Que se basta a sí misma, sin recurrir a otros recursos que le den configuración de existencia, “instante sublime que crea su espacio en el acontecimiento, por medio de una enunciación de la inmediatez, del comienzo puro”.
Esa posición humanista la mantuvo hasta el final de sus días. Protestó contra la instalación de una base de armas atómicas en su región natal de Provenza. En virtud de sus méritos civiles fue nombrado Caballero de la Legión de Honor y Oficial de las Artes y las Letras en Francia. Asimismo, recibió la Medalla de la Resistencia y la Cruz de Guerra. Falleció el 19 de febrero de 1988.