El 9 de mayo de 1921, el gobierno de la provincia otorgó al reducido grupo de veteranos de Caseros que aún sobrevivía en la pobreza una renta vitalicia a modo de magra compensación por su participación en un eslabón clave de la organización nacional.
Rubén Bourlot
Especial para EL DIARIO
En 1921 aún sobrevivía, olvidados y arrojados a la pobreza, un puñado de veteranos de la batalla de Caseros. El gobierno provincial les otorgó mediante un decreto del 9 de mayo de 1921 una renta vitalicia a modo de magra compensación por su participación en un eslabón clave de la organización nacional.
Habían pasado ya casi 70 años de la memorable batalla librada en el Palomar de Caseros, el 3 de febrero de 1853, contra el ejército de la provincia de Buenos Aires que comandaba su gobernador Juan Manuel de Rosas, una de las etapas del proceso que desembocó en la sanción de la Constitución nacional y la organización definitiva de los poderes del estado argentino. Las jornadas que se sucedieron a partir de febrero de 1853 tuvieron protagonistas de gran exposición pública y acontecimientos que mantuvieron abierta la herida de la separación entre la provincia-puerto de Buenos Aires y las demás provincias de la Confederación. Pero hubo una masa de actores anónimos que sacrificaron sus mejores años e incluso su vida en el proceso.
Los que no lucieron los galones de la oficialidad castrense ni el protagonismo político rara vez alcanzaron el privilegio de ser registrados en los documentos históricos, salvo en las tediosas listas de soldados, ni en los libros de historia. Pero fue grande su aporte y el de sus familias, diezmadas por las ausencias de los varones en el seno del hogar. Después de Caseros la mayoría siguió en actividad mientras hubo necesidad de soldados para actuar en los conflictos y en tanto su salud se lo permitía. Pero los años se acumularon y fue inevitable la baja de servicio. En esas épocas no existían los regímenes de retiro rentado ni jubilaciones masivas y todos dependían de algún decreto gubernamental que les reconociera una pensión. Según Patricia G. Flier (El desarrollo de la seguridad social en Argentina: los seguros sociales. Del modelo ideal al posible.) “durante el siglo XIX sólo los militares, los altos escalafones de la administración pública y los maestros públicos habían recibido el beneficio de jubilaciones y pensiones”.
Del texto del decreto citado surge que hasta la fecha no habían accedido a ningún beneficio.
DE LIMOSNAS
En junio de 1918 el cronista Dr. Augusto Vaccari recoge en Villaguay el testimonio de Juan Manuel Fernández, un veterano de Caseros que figura como uno de los beneficiarios de la renta vitalicia, y lo publica en la sección “A través de la República” de la revista Caras y Caretas (Nº 044 del 5 de septiembre de 1918):
“(…) Me impresionó aquí un pobre viejo, ciego, que encontré sentado delante de la entrada del hotel con un chico que le servía de guía.
– ¿Cómo se llama usted?
– Juan Manuel Fernández, señor. He nacido en el año 23 (1823), el día de San Juan, así que he cumplido 95.
– ¿Ha sido soldado usted?
– Sí señor… Empecé en el año 40 (1840) a servir a la patria: estuve en Cepeda y en Caseros, serví con Crispín Velázquez, Joaquín Gamarra, Laureano López, Ventura Goró… Sabían llamarme “Yaguareté Corá”. Soy correntino, pues.
– ¿Y cómo se la pasa, amigo?
– Ya lo ve… Pidiendo limosna… Ciego, inútil, sin un medio, sigo viviendo mientras haya quien no se canse de darme de comer…
– ¿Y qué hace por acá?
– Me mandó la jefatura… Dicen que hay un señor que se interesa por nosotros los viejos… ¿No será usted?
– Soy yo… Bueno… Hoy tendrá usted cómo vivir… sírvase.
– Muchas gracias, señor… Mañana puede que Dios vuelva a acordarse de mí, de Yaguareté Corá”.
En 1920, con motivo de la inauguración del monumento a Urquiza en Paraná el 11 de noviembre, se rindió homenaje a los pocos sobrevivientes que fue reflejado en una serie de fotografías.
Claudio Cañete en un artículo reciente (Los veteranos de Caseros, en un histórico registro fotográfico, EL DIARIO) sobre la colección que fotografías que se encuentra en la fototeca del Museo Histórico Martiniano Leguizamón dice que “los veteranos que siguieron a Urquiza, sobrevivieron trabajando de pescadores, como obreros de hornos caleros, de albañiles, otros juntando leña para su venta y siendo troperos en estancias. Más de uno, con algún ojo tapado con un parche, bajo el cual se puede ver la cicatriz de un filo. De piel oscura, quizás por tantos años de estar bajo el sol implacable o porque son descendientes de pueblos originarios y negros libertos.”
También los veteranos fueron homenajeados, y fotografiados, en cada una de las cabeceras departamentales.
RENTA VITALICIA
Los homenajes eran merecidos pero la gente no come oropeles y faltaba el verdadero reconocimiento que les permitiría un digno pasar de los últimos años de sus vidas.
Según el decreto de 1921 firmado por el gobernador Celestino Marcó, el gobierno provincial había intentado contratar un seguro privado mediante licitación que resultó desierta por lo que resolvió hacerse cargo directamente del otorgamiento de una renta vitalicia de $ 13,06 pesos mensuales a pagar a cada veterano a partir de ese mes que se haría efectiva en las jefaturas policiales de los respectivos departamentos.
Al decreto se anexó una planilla con la lista de los excombatientes cuyas edades varían de 80 a más de 100 años. Son casi un centenar de nombres distribuidos en todos los departamentos de la provincia.
Haciendo un poco de historia, en el orden nacional hacia en 1863 se planteó la creación de un proyecto de montepío y pensiones militares, que incluía a los guerreros de las luchas por la Independencia. Dos años después, en 1865, nació la Caja de Montepío Militar por Ley N° 162. Su misión era atender las pensiones de retiro, estableciendo los requisitos para acceder a los beneficios. Los fondos debían ser aportados íntegramente por el Tesoro Nacional.
Pero recién bien entrado el siglo XX, el gobierno de Agustín P. Justo incluyó en el proyecto de presupuesto del año 1934 un “Fondo de creación de la Caja de Retiros y Pensiones Militares”. Más tarde se consolidó el sistema, bajo la presidencia de Edelmiro Farrel, cuando se creó, el 23 de mayo de 1946, el Instituto de Ayuda Financiera para el Pago de Retiros y Pensiones Militares.
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