Mientras se aguarda a que se habilite la sala, los espectadores conversan y ríen, se presentan, se agrupan y se disgregan. Es un rato propicio para fumar, ir al baño o chequear el teléfono móvil. Los impacientes se le quejan al reloj. Los curiosos registran las modas y los peinados. Luego pasarán a ver “Yo, Odisea”, en Teatro del Bardo, y la magia los habrá absorbido por completo.
Facundo y Roberto se divirtieron adivinando de qué hablaban las personas que esperaban.
Siempre hay ocasión para actualizar los comentarios, aseguraron Carla y Valentina, entre sonrisas.
Julia y Iara dieron cuenta de las altas expectativas en torno a Yo, Odisea.
Para Alex y Emanuel fue muy buena la concurrencia, pese al clima reinante.