domingo , 22 diciembre 2024
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Asoma el fenómeno del aumento del desempleo

Producida ya una notoria caída del poder adquisitivo de los salarios, aparece en el horizonte el fenómeno del desempleo que, si bien acompañó la caída de los ingresos de los empleados en esta primera parte de la gestión Milei, se sospecha que tendrá un peso creciente en el cortísimo plazo.

El reacomodamiento de la ecuación de generación y distribución de la riqueza en la Argentina tiene nuevas malas noticias para los sectores medios y subalternos. Mientras se allana el camino fiscal para que el capital concentrado multiplique su tasa de ganancia, el grueso de la población pierde capacidad adquisitiva, lo que se traduce a veces en microajustes de la economía familiar y caída de la capacidad de ahorro y, en otras, en un despellejamiento de las condiciones de vida, en ocasiones drásticas, por el hecho de que muchos ciudadanos son empujados a la marginación, como lo puede comprobar cualquiera que recorra las calles de cualquier ciudad del país. Paraná, sin ir más lejos.

Hay dos vías fundamentales por las que se desmejora la situación socioeconómica de una sociedad: los ingresos nominales quedan relegados en su capacidad para adquirir bienes y servicios porque marchan por detrás del aumento de precios (inflación) o los empleados se quedan sin trabajo y, si gozan del milagro de reinsertarse, lo hacen en peores condiciones que las perdidas.

Estos procesos ofrecen matices más o menos informales que todos conocemos. Se sabe que, de hecho, en empresas medianas y chicas los trabajadores han aceptado reducciones de la jornada de trabajo y también del salario, como medida paliativa que permitiría no pasar a ser un desempleado, aunque se lleve menos dinero a la casa.

El listado es casi infinito y también incluye a los empresarios que, a sabiendas de los contextos existentes y de la posición propatronal del gobierno, aprovechan la coyuntura para aumentar su tasa de ganancia a expensas de la calidad de la vida de sus trabajadores, a quienes explotan y esclavizan descaradamente.

Despidos encubiertos, programas de retiro “voluntario”, achicamiento de la planta de personal, recarga de funciones en aquellos que no sean echados: parece que de estas noticias estará hecha la agenda del segundo semestre.

Humo

En este contexto, el gobierno nacional vuelve a tomar una foto y extrapola, para practicarle RCP a su idea de recuperación económica.

En efecto, a pesar de los festejos gubernamentales sobre un supuesto crecimiento de los sueldos, los puestos de trabajo formales se derrumban sin encontrar su piso. En el primer cuatrimestre de gestión, 126.000 personas perdieron su trabajo registrado, si se contabiliza lo sucedido en el empleo privado y público, en casas particulares y con los nuevos monotributistas. El asunto es suficientemente relevante como para que nos detengamos en un análisis pormenorizado.

El presidente Javier Milei compartió hace unos días, vía la red social X, una publicación con una captura de una noticia en la que se afirma que los ciudadanos estadounidenses lo prefieren antes que a Joe Biden o Donald Trump, los candidatos presidenciales para las próximas elecciones de noviembre en Estados Unidos.

La consultora internacional Gallup (supuesta encuestadora), al ser consultada acerca de la veracidad de la información, respondió lacónicamente: “Gallup no ha encuestado a los estadounidenses sobre el presidente argentino”. A su vez, tampoco la vocería presidencial, al ser consultada sobre la fuente de esta información, pudo asegurar “su veracidad”.

En tiempos en que la verdad no parece ser importante y ni tan siquiera la verosimilitud se precia como un valor, la Oficina del Presidente emitió un comunicado informando que “los sueldos están creciendo aproximadamente al doble de la inflación”, en base a los últimos datos de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE), que elabora la Secretaría de Trabajo.

Dicho indicador muestra que en abril hubo un incremento del 16,1%, frente a una inflación del 8,8% mensual. Y si bien abril fue, de acuerdo a este mismo indicador, el segundo mes consecutivo en el que la variación fue superior a la inflación (la anterior había sido un 14% en marzo, con un IPC del 11%), la tendencia más amplia muestra un desplome acumulado en la gestión de Milei, por efecto de la aceleración inflacionaria de los primeros meses del Gobierno.

Según el propio RIPTE, la variación de los salarios entre diciembre y abril (último disponible) es del 83%, con una inflación del 107% acumulada en el período. Una pérdida acumulada de 23 puntos porcentuales.

Miradas

Además, coinciden distintos economistas, el RIPTE no muestra la dinámica salarial, y, si bien incluye al sector público y privado, solo releva a trabajadores estables, y deja de lado lo no remunerativo. Como la base que toma es la que se considera para los aportes de la seguridad social, es solo un registro administrativo, no una muestra. Y para mayor precisión basta citar a la propia web de la Secretaría de Trabajo en referencia al RIPTE, que informa que dicho índice “no refleja necesariamente la evolución de los salarios del empleo registrado privado”.

“Más allá de la adjetivación del comunicado, en términos numéricos ellos toman el 16,1% del RIPTE, pero se lo hacen decir al Informe del Panorama Mensual de Trabajo Registrado que publica la Secretaría de Trabajo, que, a su vez, difunde los datos de salarios del Sistema Integrado Previsional Argentino. SIPA y RIPTE quieren decir cosas distintas. Mezclaron las dos cosas, los dos están bien elaborados, pero dicen otra cosa. Si hubieran dado los números del SIPA, les daba bien. Les da 13%. Pero, no sé por qué, quizás se enamoraron del 16%. Les gustó esa idea de la inflación al 8% y RIPTE al 16%. Además, si tomas todo el RIPTE, la caída a largo plazo les da mal. Es una serie muy sucia para los salarios, porque tiene que ver con el tope de los aportes”, sostiene el Coordinador del Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA Autónoma), Luis Campos.

–Quizás los datos del SIPA no los convencían.
−En el SIPA, no les da tan mal, hay un aumento importante, pero con una salvedad: el dato de abril es una proyección. SIPA hasta ahora solo publicó marzo, e informa una especie de adelanto, de proyección para abril, que es de 13%, que puede corregir para arriba o para abajo, porque es una proyección.

–Pero en los meses previos, ¿el SIPA daba bien?
–Hasta marzo SIPA le daba: un desplome en diciembre, un crecimiento en enero −lógico, porque después de ese desplome tuviste paritarias que corrieron de atrás y hubo aumentos−, y febrero y marzo le dio una caída muy leve. Pero estás muy lejos de noviembre pasado.
Si tomaban SIPA, el dato no les iba a dar muy distinto, y era más serio. Pero el problema es que están muy necesitados por mostrar algún dato positivo, entonces salen con lo que tienen a instalar que el salario está creciendo.
No podés plantearlo como una recuperación sostenida cuando aún estás muy lejos de los niveles previos a los inicios de tu Gobierno. Pero, además, salís a decir eso el mismo día que tus propios datos están diciendo que el empleo se desploma.

Devaluación, inflación y después


De acuerdo con el último informe sobre salarios reales del Centro de Información y Formación de la República Argentina (CIFRA−CTA), “entre noviembre de 2023 y abril de 2024, la capacidad adquisitiva del salario promedio registrado disminuyó en 14,9%. La mayor pérdida de la capacidad adquisitiva del salario promedio registrado tuvo lugar en diciembre y enero, tras la devaluación y la aceleración de los precios, cuando la “caída real llegó a ser de 21,3%, y alcanzó el 23,8% si el poder de compra se mide en alimentos”.

Y agrega. “Dada la reducción salarial que ya se había acumulado durante el Gobierno previo, el salario real del sector público fue en febrero un 29,9% más bajo que en noviembre de 2019”, mientras que en el sector privado “la caída llegó al 20,9%”. Y si bien el informe resalta que algunas y solo algunas negociaciones paritarias recuperaron algo de lo perdido en los meses críticos de diciembre y enero, en el promedio, solo “se muestra como una mínima recuperación relativa”.

Por su parte, en el informe sobre Ingresos en la Ciudad de Buenos Aires. 1er. Trimestre de 2024, elaborado por la Dirección de Estadística y Censos porteña, publicado hace unos días, el ingreso total familiar promedio se ubicó en $843.445, una suba del 196,8% interanual, mientras que la inflación en la Ciudad alcanzó un 263,8% en el mismo período. Y si bien el ingreso es 3,3% superior al valor de la canasta total, en relación al primer trimestre de 2023, la capacidad de compra del ingreso total familiar respecto a la canasta disminuyó.

A su vez, el ingreso per cápita familiar de los hogares promedia los $436.149, un 186,9% por encima del mismo trimestre de 2023, pero también muy por debajo de la inflación. En el desagregado de la población asalariada, sus ingresos muestran un crecimiento interanual del 212,4%. En tanto, los trabajadores por cuenta propia tuvieron una dinámica interanual del 155,3%, muy por debajo de la inflación del período (263,8%).

Desacoples

Sin embargo, el informe no solo releva las pérdidas de los salarios contra la inflación en todos los sectores, sino que también pone en evidencia la notoria desigualdad de ingresos: el 10% de los ocupados con menores ingresos percibe menos de $130.000 en su ocupación principal. Mientras que el 10% de quienes tienen mejores ingresos, supera el $1.000.000. En promedio, el último decil gana más de 21 veces lo que gana el primero. Y este deterioro no solo corresponde a las personas, sino también a los hogares.

En los primeros cuatro meses de la gestión Milei, el empleo privado asalariado registrado se redujo en casi 95.000 personas, mientras que el empleo público lo hizo en 22.000 puestos laborales. A su vez, el empleo formal en Casas Particulares se redujo en 10.000 personas y aumentó el número de monotributistas en 40.000 personas. En un cuatrimestre, 126.000 personas perdieron su trabajo registrado. Y esto no termina aquí.

“A partir de ahora, seguir los datos de empleo es más importante que seguir los de salarios. Porque los salarios no creo que sigan cayendo, porque están muy bajos. Es razonable que empiecen a subir. Por un lado, porque están muy bajos, y por otro, porque si la inflación no crece mucho me parece que se va a estabilizar una dinámica de negociación salarial que dé un poquito por encima de la inflación, o si cae no va a caer tanto porque la inflación no es tan alta. Pero el problema es la desocupación. Hoy por hoy estás perdiendo 20 o 25 mil puestos todos los meses solo en asalariado formal registrado», sostiene Campos.

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