Estamos próximos a cambiar de estación y con la llegada de las bajas temperaturas es importante poner atención a los cambios de tiempo y proteger los vegetales para que crezcan sanos y saludables.
En junio comienza oficialmente el invierno. Por lo tanto, durante este mes vamos a notar varios cambios en el ambiente: las temperaturas serán cada vez más bajas, la cantidad de horas de Sol disminuyen y las lluvias se vuelven más escasas.
Pero ninguna de todas estas condiciones es motivo suficiente para no seguir con la huerta en nuestro patio, jardín o balcón. Aún en la estación más fría del año podemos aprovechar para disfrutar los sabores de las frutas y verduras de la temporada, solo debemos tomar ciertos recaudos para proteger los cultivos en las noches más gélidas.
Cómo proteger los cultivos
Dependiendo del espacio y cómo esté estructurada nuestra huerta, hay diferentes mecanismos que podemos usar para evitar que las plantas sufran las consecuencias del frío. Una de las más populares es construir un pequeño invernadero que cubra toda la huerta, pero esta opción necesita mucho espacio y, en general, es costosa.
Las telas de protección, mantas térmicas o plásticos transparentes cumplen una función similar a los invernaderos y son más económicas. Estos materiales actúan como barreras físicas que retienen el calor y protegen las plantas del frío.
Si nuestra zona no tiene frío muy intenso existen técnicas mucho más baratas, como rodear el suelo del cultivo con paja, hojas secas, aserrín, heno, trozos de corteza, restos de césped cortado, o cartón. Esta cobertura que se coloca sobre el suelo va a mantener una temperatura más constante y protegerá las raíces de las plantas cuando las temperaturas desciendan y haya heladas.
Independientemente de la técnica de protección a utilizar, en esta época hay que fertilizar adecuadamente y evitar el encharcamiento o el riego excesivo, ya que puede favorecer la formación de hielo y dañar las raíces de las plantas.
Qué cultivar
Después de preocuparnos y ocuparnos de cada detalle de nuestra huerta, el siguiente paso es seleccionar lo que queremos plantar. Para estos meses, lo ideal es seleccionar los cultivos que son resistentes al frío.
En el norte de Argentina podemos sembrar acelga, espinaca, kale, rábano, apio, caléndula, perejil, remolacha, puerro, cebolla, lechuga, rúcula y zanahoria. Y si estamos en el centro o sur del país, lo recomendable es la siembra de acelga, kale, espinaca, cebolla y puerro; y trasplantar repollos, brócoli, habas, frutillas y mostaza. Cualquiera de estos cultivos se adaptan bien al frío.
Si vivimos en zonas más australes o elevadas, es importante reconocer qué cultivos no solo soportan el frío, sino que también sobreviven en la nieve. En esas zonas podemos sembrar ajo, puerro, habas, arvejas, kale, repollo, repollitos de bruselas, cebollas, verdeo, brócoli o coliflor.
Planificación
Durante estos meses, como los fríos son muy intensos, no conviene hacer siembra directa. La huerta de invierno también ofrece posibilidades para los amantes de los espacios verdes. Una serie de tareas pueden llevarse adelante en esta época para que, cuando llegue la primavera, la producción sea más abundante.
Durante junio comenzamos con los almácigos o semilleros de algunas especies de verano como tomate, pimiento y berenjena. Como son especies muy sensibles al frío, conviene hacerlas en un cajón que se pueda guardar en la cocina de la casa para sacarlo durante la mañana y entrarlo cuando refresque.
Una vez con los almácigos listos, preparar la tierra para rellenar: mezclar una parte de tierra o abono orgánico, una parte de arena y una parte de humus de lombriz.
Asimismo, durante este mes hay que cosechar: lechuga, escarola, espinaca, acelga, repollo y zanahoria sembradas durante el mes de febrero y marzo. Es por eso que es muy importante llevar una buena planificación de la huerta, espaciando las siembras cada 5-10 días (siempre dentro del periodo permitido según el calendario de siembra) para que en época de cosecha, no maduren todos los frutos juntos y se terminen desperdiciando.
Curar las plantas dañadas por frío
Luego del frío intenso de mayo, es posible que algunas plantas hayan sido afectadas por las bajas temperaturas y tengan hojas quemadas debido a alguna helada temprana. Pero a no desesperarse, es posible que algunos cultivos puedan recuperarse si seguimos estos simples pasos:
-Eliminar las hojas dañadas: retirar con cuidado las hojas quemadas o marchitas utilizando tijeras de podar limpias. Esto permitirá que la planta canalice su energía hacia nuevas hojas y brotes sanos.
-Cuidados adicionales: brindar un entorno favorable para su recuperación: que reciba la cantidad adecuada de luz solar, agua y nutrientes. Además, evita el estrés adicional causado por el exceso de frío o cambios bruscos de temperatura.
-Fertilizar: aplica fertilizantes orgánicos o soluciones de micronutrientes para ayudar en la recuperación de las hojas que fueron afectadas.
Abonos y fertilizantes orgánicos
Los abonos orgánicos serán una muy buena fuente de nutrientes para cuando pasemos los almácigos a tierra. A menudo, a la hora de comenzar a plantar las hortalizas en la huerta, las semillas vienen con una advertencia que indica que es mejor realizar la germinación en un semillero, en vez de directamente colocarlas en el lugar definitivo del huerto.
Un semillero, también conocido como almácigo/a, es un recipiente de tamaño pequeño acondicionado especialmente para colocar las semillas con la finalidad de producir su germinación en las mejores condiciones y cuidados, a objeto de que pueda crecer sin dificultad hasta que la planta esté lista para el trasplante.
Existen varias razones de porqué realizar un semillero, aunque este procedimiento no es válido para todos los cultivos. Las plantas “de raíz” como pueden ser el caso de la zanahoria, rábano, nabo, ajo, entre otras, no son aptas para semillero y se plantan por el método de siembra directa para evitar malformaciones en su raíz y en su desarrollo. Sin embargo, las plantas que requieren ciertos controles de temperatura y humedad, son ideales.
Ventajas del semillero
-Adelantar la fecha de siembra: al ser un recipiente pequeño, no ocupa lugar y se lo puede tener en el interior de la casa con un clima más propicio para germinar.
-Cultivos, por ejemplo, de primavera podemos sembrarlos en invierno y trasplantarlos unas semanas después y ahorrar tiempo.
-Favorecer la germinación de las semillas, con control tanto de temperatura como humedad.
-Aprovechar el espacio del huerto mientras la planta se desarrolla en el semillero.
– Cultivar variedades menos comerciales o locales.
Se puede comprar un semillero en las tiendas de jardinería o se pueden usar alguno de los muchos materiales reciclados que se tienen en los hogares. Sirve prácticamente cualquier contenedor pequeño, de al menos unos 5 o 6 centímetros de profundidad. Debe ser relativamente impermeable, al cual luego le haremos agujeros para el drenaje del agua. Pueden ser contenedores individuales en el que ubiquemos una sola semilla, o bien, pueden ser de mayor tamaño en el que pongamos varias semillas por hileras. Vasos de yogurt, hueveras, cáscaras de huevos, botellas o envases tetrabrik son algunas opciones.
Cómo hacerlo
-Lavar bien el recipiente.
-Hacer los agujeros de drenaje en la base.
-Rellenar con el sustrato adecuado para la germinación de la planta que quieres que crezca. También puedes usar algodón o papel absorbente algo humedecido, para más adelante plantar el brote que salga en la tierra.
-Siembra la semilla, riega un poco y coloca el semillero en una zona en donde le dé el sol de forma indirecta o en la sombra (depende del tipo de planta y clima del lugar).
-Ubicar el semillero en un lugar donde la temperatura sea lo más estable posible.