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La esquina más tradicional

Un universo infinito de historias se han sucedido en el viejo café de Paraná.
Fuente: Colección El Diario, que se encuentra disponible para la consulta en el Archivo General de Entre Ríos, Alameda de la Federación 222.

Un universo infinito de historias se han sucedido en el viejo café de Paraná. Este emblemático lugar ha sido escenario de encendidas discusiones, tanto políticas como de temas de diversa índole. Se lo llamó de distintas maneras: Cransac o Plaza Bar, según la época.

En el hotel donde hoy hay oficinas, arriba del café, se hospedaron personalidades diversas, como Marcelo T. de Alvear o el mismísimo Carlos Gardel. La esquina de San Martín y Urquiza, punto neurálgico del centro paranaense, tiene una historia rica y valiosa.

Del inventario de aromas, en Paraná hay uno que se ha mantenido encendido durante más de cien años: el del café que llegó con el siglo veinte y ancló en la clásica esquina.

La fragancia de la sustancia estimulante y torrada es el único elemento que sobrevive en un punto donde la vida urbana discurrió con intensidad. En las paredes del Hotel Cransac, la ciudad escribió parte de su historia moderna.

A comienzos del siglo, Paraná tenía el destino de ser una gran capital de provincia que se resistía a perder el estatus que le había otorgado, medio siglo antes, ser la ciudad clave de la Confederación Argentina.

Hacia finales del siglo XIX y principios del XX, estaban instalados los ideales republicanos y liberales con que crecieron las ciudades europeas. Argentina tenía ese modelo de desarrollo y Paraná era uno de los lugares donde más había prendido.

Racedo ve el empuje demostrado por el inmigrante Bouzada, y lo hace depositario de los ideales de progreso que habían alentado a los forjadores de la Nación. Esto lo impulsa a dejar expresa constancia de su voluntad de que Don Antonio sea el siguiente propietario de un inmueble de su propiedad, ubicado en calle Buenos Aires.

Y así, en 1913, a poco de la muerte del anciano ex gobernador, se presenta ante don Bouzada el doctor Eduardo Racedo hijo, para cumplir con la voluntad paterna de venderle la propiedad al precio y forma de pago al mejor entender del comprador.

Insólita manera para nuestros días, pero que habla a las claras del espíritu que animaba a aquellos míticos fundadores. Bouzada vendió la casona de calle Buenos Aires; así se dio el gran salto empresarial que llevó a don Antonio a comprar en 1930 el Hotel Cransac, que era para ese entonces un punto de confluencia obligado.

La fotografía tomada en 1901 y publicada en EL DIARIO a mitad de los años ’30, muestra al hotel Cransac, que posteriormente pasó a llamarse Plaza Hotel.

Fuente: Colección El Diario, que se encuentra disponible para la consulta en el Archivo General de Entre Ríos, Alameda de la Federación 222.

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