En la edición del 26 de junio de 1935 EL DIARIO anunciaba la recepción oficial de dos de las esculturas emblemáticas que distinguían al Parque Urquiza de Paraná: la Venus saliendo del baño y el Yaguareté. Como otras obras de arte emplazadas en ese paseo, ambas sufrieron destrozos y depredación. La primera fue robada en 1989. El segundo ha sido vandalizado recientemente.
En la edición del 26 de junio de 1935 EL DIARIO anunciaba la recepción oficial de dos de las esculturas emblemáticas que distinguían al Parque Urquiza de Paraná: la Venus saliendo del baño y el Yaguareté.
El pretérito no es casual sino un dato de la realidad ya que una de la esculturas instaladas en 1935, la Venus, fue robada en 1989 y la que se encuentra actualmente es una réplica realizada por Amanda Mayor y montada en 1998. Idéntico destino tuvo la escultura “Le petit pissant”, robada en 1988 de la placita situada frente a la sede costera del Club Estudiantes.
El Yaguareté en tanto se salvó de los amigos de lo ajeno pero sufrió sucesivos ataque vandálicos con pinturas en aerosol y correctores que lo enchastraron reiteradamente con pretendidos “artísticos” graffitis y hasta intentaron hurtarle su cola en 2023.
LA RECEPCIÓN DE LAS OBRAS
En aquel lejano domingo 23 de junio de 1935, a las 11 de la mañana, autoridades y vecinos de la ciudad participaban de la recepción oficial de las obras ya instaladas en el principal parque de la ciudad que mira al río marrón. En nombre de la comunidad recibió las obras el entonces presidente municipal Francisco Bertozzi que pronunció un discurso destacando la importancia para la urbanización del parque.
La crónica periodística consignaba que las obras eran donaciones de dos reconocidos hombres públicos. El Yaguareté había sido obsequiado por Leopoldo Melo y la Venus por Pedro E. Martínez.
Melo, militante de la Unión Cívica Radical oriundo de Diamante, fue senador y diputado nacional, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y posteriormente Ministro del Interior del gobierno de Agustín P. Justo.
Martínez, en tanto, oriundo de Concepción del Uruguay fue un hacedor de la cultura, fundador del Museo de Bellas Artes que lleva su nombre, docente en la Universidad Nacional del Litoral y en la Escuela Normal de Paraná. También presidió la Biblioteca Popular del Paraná.
DESTROZOS
La Venus saliendo del baño se había emplazado en el sitio conocido como el rosedal. Se trataba de una escultura de mármol de carrara réplica de la obra de Antonio Cánova, cuyo original integra la colección del Palacio Pitti en Florencia, Italia. Fue esculpida por el escultor italiano Pietro Bazzanti (1842 – 1881).
El Yaguareté, según informa la crónica periodística, se encontraba emplazado sobre una de las barrancas del parque -Bajada de Izaguirre- mirando al río. La obra realizada en bronce fue realizada por el escultor argentino Emilio J. Sarniguet. Ante el peligro de derrumbe del sitio donde se encontraba en 2014 fue reubicada frente al balneario Municipal, previamente restaurada por el artista Raúl González. Pero al año siguiente los vecinos tempraneros que recorrían el parque se encontraron con la ingrata imagen de la escultura nuevamente pintada con aerosol color rojo.
Es una vergonzosa costumbre de muchos paranaenses que debieran aprender el ejemplo de Resistencia, la ciudad de las esculturas, que cuenta con unos 600 ejemplares en su calles y son respetadas y valoradas por sus vecinos. No estaría demás que las cátedras de arte de las escuelas (Artes visuales, Plástica) incluyeran visitas y concientización sobre el valor de las obras de arte expuestas en los lugares públicos.
EL ARTE DE LA CONVIVENCIA
Tal vez merezca que se conozca un poco más del proceso que llevó a la capital chaqueña para constituirse en modelo de ciudad respetada.
Extraemos de un informe producido para gestionar la declaración de las esculturas de Resistencia “Patrimonio Cultural de la Humanidad” por parte de la UNESCO cómo se fue configurando la actual Capital Nacional de las Esculturas. Tal designación fue dispuesta por la Ley 26.157 del Congreso de la Nación en 2006.
En 1920 se emplazaron los primeros monumentos urbanos erigidos por la colectividad italiana y tuvieron el carácter recordatorio de las gestas inmigrantes. A partir de 1945 se concretaron esculturas dedicadas a próceres argentinos, ubicados en las principales plazas de la ciudad.
En 1961 la institución local El Fogón de los Arrieros, que congregaba un grupo de artistas e intelectuales, lanzó un Plan de Embellecimiento de Resistencia, que configuró una nueva fase en la tarea de integrar el arte al espacio público.
Primaba, en cierta forma, la idea de crear una “Ciudad-Museo”; posible gracias al lenguaje superpuesto de las esculturas ya emplazadas en la vía pública.
La expansión de las obras significaba el cambio paulatino de una valoración de tipo simbólico – histórico a una de carácter artístico – cultural, en un proceso que iba configurando a las esculturas como verdaderos referentes urbanos, identificatorios de cada lugar. La campaña fue continuada por COPROAR entre 1977 y 1991, y luego por la Fundación Urunday. Se estima que se encuentran colocadas más de 600 esculturas.
La ciudad cuenta con obras de artistas de la talla de Luis Perlotti, Gonzalo Leguizamón Pondal, Lucio Fontana, José Fioravanti, Emilio Pettoruti, Raúl Monsegur, Libero Badíi, Juan Carlos Labourdette, Noemi Gerstein, Mimo Eidman, Tanya Preminger, Enio Iommi, Ted Carrasco, Mirko Basaldella, Fernando Arranz, Miguel Angel González Salazar, Ferruccio Polacco, Serge Gangolf, Jaak Soans, Thomas Kühnapfel, Mitko Dinev, Aurelio Macci, Selva Vega, Enrique Romano, Hernán Dompé, Mariano Pages, Eddie Torre, Domingo Arena, Gyula Kosice, Pablo Curatella Manes, Naum Knop, Fabriciano y de tantos otros.
MUSEO AL AIRE LIBRE
Resistencia se muestra como un gran museo al aire libre. Un museo en el cual, por sobre la importancia de sus obras sorprende el grado de conciencia, de respeto y de orgullo que ha merecido en sus pobladores el haber recibido un patrimonio artístico como el que exhiben.
Piedra y mármol, cemento y hierro, madera y ensamblajes, ritmando formas en avenidas y plazas, en parques y edificios. Todo un corpus de temas y expresiones que motiva reflexiones críticas.
Esta ejemplaridad de acción, que se da casi naturalmente, permite que en esta ciudad y en el corazón de cada uno de sus habitantes, el arte sea una expresión más de la convivencia. El arte como mecanismo de perfeccionamiento y a la vez, como medio de elevación espiritual y de alegría.
Desde 1988 la Fundación Urunday organiza la Bienal Internacional de Esculturas. En cada edición, entre diez y quince artistas del ámbito regional, nacional e internacional, durante el plazo de una semana, deben realizar su obra al aire libre y a la vista de los visitantes. Al finalizar el concurso son expuestas durante 60 días. Luego de este tiempo, son repartidas en distintos puntos de la ciudad bajo el título de Patrimonio Cultural de la Ciudad de las Esculturas.
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