sábado , 3 agosto 2024
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Claudio Tolcachir: “Vivir del teatro se transformó en algo casi imposible”

Para el reconocido director, en materia artística, en el país “hay un gran pie que está aplastando todo el deseo de hacer, el deseo de desarrollarse. Lo están haciendo muy difícil.”

En el marco de una entrevista por el estreno de su nueva obra, Rabia, el reconocido director teatral, señaló: “En Argentina, vivir del teatro se transformó en algo casi imposible”.

Claudio Tolcachir es director teatral y creador de varios éxitos de la escena local que comenzaron en el under y llegaron a convertirse en suceso masivo. Hace 20 años tiene en cartel uno de sus clásicos, La omisión de la familia Coleman. Mientras continúa con su trabajo en su lugar especial, Timbre 4, la casa que supo transformar en espacio teatral, sala de ensayo, lugar de aprendizaje y sitio donde presenta al público sus obras.

Actualmente divide su vida entre Argentina y España porque tiene varios proyectos laborales en Madrid, pero quiso venir a Buenos Aires para retomar otra de sus pasiones. Claudio Tolcachir se subirá al escenario para protagonizar Rabia, un monólogo que promete atrapar al espectador.

En diálogo con Noticias Argentinas, el dramaturgo contó de qué trata esta obra que lo tendrá una vez sobre el escenario el próximo 6 de agosto en el Teatro Metropolitan. También se refirió a la situación del país con respecto a la cultura.

OBSESIONES

“Existen proyectos que nos toman el cuerpo de manera prácticamente obsesiva y no nos sueltan hasta poder ver la luz. Rabia, texto escrito por Sergio Bizzio, es uno de esos. Desde que leí la novela, quedé atrapado por imágenes, sensaciones, instantes que me marcaron profundamente hasta que intuí que ese placer morboso que me provocaba revisitar la historia podía ser una ceremonia teatral única y fascinante”, expresó el director a la agencia NA.
Para Tolcachir, “contar esta historia es sumergirse en la aventura más riesgosa. Riesgosa la historia del protagonista, riesgosa la misión de desplegarla en el espacio. Pero ¿para qué hacer teatro si no vamos a saltar al abismo, enloquecernos de amor y de susto? ¿Si no vamos a temblar antes de empezar, abrazados con quienes le dan sentido a nuestra vocación y a nuestro trabajo?”.

“A mí lo que me encanta de este proyecto o de esta propuesta es como que el teatro sea un espacio de inspiración. Porque el espectador, a partir de lo que va escuchando y de lo que va viendo, pero sobre todo de lo que el mismo espectador va imaginando, empieza a construir este relato, esta historia”, sostiene.

ENFOQUES Y PERSPECTIVAS

– Estás hace tantos años en teatro, ¿cómo ves el teatro hoy?

– Depende del punto de vista. Desde lo creativo es fascinante. Me parece que siempre hay propuestas interesantes. Hay mucha producción, hay mucha sorpresa. Hay como un estado de investigación permanente en las condiciones que sean. Desde el punto de vista de poder hacerlo, de la producción, digamos, de que la gente pueda producir, ya ni te digo poder vivir del teatro que siempre fue difícil, pero ahora te diría que se transformó en algo casi imposible. Las salas se están cerrando porque es imposible sostener entre alquileres, impuestos y producir, producir una escenografía, producir teatro se volvió algo imposible. Pero bueno, los grupos siguen, seguimos haciendo, ayudándonos y el público, por suerte, se acerca, nos cuida, nos acompaña y eso se agradece.

Hay obras que tienen mucha suerte y obras que les cuesta mucho. Por supuesto, el público tiene menos dinero para comprar entradas y para que la gente las pueda comprar las entradas tienen que ser razonablemente económicas. Eso es como una cadena. Nadie está pudiendo ayudar al teatro ni a ningún tipo de emprendimiento. Nadie está pudiendo ayudar a que la cosa crezca y se desarrolla. Al contrario, estamos tratando de sostenernos. No hay una propuesta que dinamice o que contenga lo que es la producción teatral. Pero bueno, ese es el momento en que estamos como país. Con tanto talento que hay acá debería ser al revés, debería estimularse todo esto del arte. Lo mismo sucede con la ciencia, con el deporte, con cualquier emprendimiento que tenga que ver con la producción. Hay un gran pie que está aplastando todo el deseo de hacer, el deseo de desarrollarse. Lo están haciendo muy difícil. Pero bueno, el contrapeso a eso desde el punto de vista del teatro es que sí está la creatividad y el sacrificio enorme de la gente para seguir haciendo cosas.

– Al trabajar también en España, ¿notás estas diferencias?

– Es muy diferente. Digamos que por un lado allá no hay un teatro independiente como existe acá. Es un modo de producción que no está desarrollado. Y sí, hay muchos espacios de exposición, muchas posibilidades de hacer giras internas por España, muchos teatros oficiales donde se puede recargar. Por supuesto siempre es difícil, el teatro siempre es un esfuerzo, pero está muy lejos de esta idea que se trata de instalar acá de que el arte son unos vagos que quieren planes para sobrevivir. Se entiende que el teatro es un oficio y el arte es algo fundamental y se entiende que ese desarrollo también implica un movimiento económico y un movimiento de trabajo. Se entiende las cosas de otra manera y se lo apoya. Entonces hay profesionales, técnicos, actores, artistas, escenógrafos que están en un circuito de trabajo. Hasta te diría si querés llamarlo un mercado de trabajo.
Ese mercado, por supuesto, lo organiza también el Estado.

De la novela a la escena

– Rabia es una obra basada en la novela de Sergio Bizzio, con la adaptación realizada junto a Mónica Acevedo, María García de Oteyza y Lautaro Perotti. Cuenta la historia angustiosa de José María, que tras un grave incidente se esconde en la buhardilla de la mansión donde trabaja su amor, Rosa. Allí se convertirá en un fantasma testigo de la vida de los dueños y de Rosa, sin poder hacer nada ante las injusticias de las que es testigo. Tendrá que ingeniárselas para vivir desde la buhardilla: buscar comida o poder hablar con Rosa, al tiempo que deberá huir de su propio yo interior.

Para Claudio Tolcachir “es una maravilla, una especie de thriller que cuenta el desarrollo de un personaje durante la historia con amplitud y originalidad. Un juego que a mí cuando yo lo leí hace más de 10 años, casi 15 años, me había vuelto loco. Nunca había pensado en hacerlo teatro, pero el año pasado que estábamos buscando un nuevo proyecto para hacer algo que nos interesara, algo que sea desafiante se me presentó Rabia como monólogo. Nunca había hecho la adaptación de una novela. Era nuevo, nunca había actuado yo solo en el escenario, también era nuevo.”

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