Un nombre clave para entender al nuevo cine argentino es el de Martín Rejtman. Nacido en Buenos Aires en 1961, tiene una obra literaria y cinematográfica singular, que se encuentran en su tarea como guionista. Se le reconoce haber recreado un tipo de realismo no reproductivista, tensionado por la dramática.
Gustavo Labriola
Especial para EL DIARIO
El nuevo cine argentino se ha caracterizado por enfocarse en personas comunes e historias cotidianas, como, por ejemplo, la del Rulo (interpretado por Luis Margani) en Mundo grúa (1999), de Pablo Trapero. Margani, tenía un taller de electricidad de autos, sin experiencia actoral. Su único antecedente artístico era haber pertenecido al grupo musical Séptimo Regimiento, que había popularizado el tema Paco camorra, utilizado en la película El profesor patagónico (1970), de Fernando Ayala.
O la película Pizza, birra, faso (1998), de Israel Caetano y Bruno Stagnaro, con el Cordobés (Héctor Anglada) y Pablo (Jorge Sesán) como dos jóvenes marginales, envueltos en una historia de desocupación y pobreza, que asaltan a los pasajeros de un taxi, complotados con el chofer, viven en torno al Obelisco.
Esas películas tenían el antecedente de Rapado (1992) de Martin Rejtman, con la que se puede considerar que comienza el Nuevo Cine Argentino, en una época en que, conjuntamente con las opiniones críticas de las revistas de cine como El Amante y Film; la proliferación de centros de enseñanza de cine y la promulgación de una nueva ley de cine, coadyuvaron a la concreción de películas de noveles directores que representaron a su generación. Sumado todo esto a la reedición del Festival de Cine de Mar del Plata (a partir de 1996) y la creación del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI) en 1999.
Martín Rejtman había nacido el 3 de enero de 1961 y con veinte años se fue a estudiar dirección en la Universidad de Nueva York. Luego trabajó como asistente de montaje en los estudios romanos de Cinecittà, donde vivió el último día de filmación de Y la nave va (1983), de Federico Fellini. Al retornar a la Argentina, fue meritorio de dirección de En retirada (1984) y segundo de dirección de La búsqueda (1985), ambas de Juan Carlos Desanzo.
Escribir, dirigir
Rapado está basado en un cuento homónimo del propio director. Es el primer largometraje de Rejtman y cuenta la historia de dos jóvenes (Ezequiel Cavia y Damián Dreizik) desde el momento en que le roban una motocicleta a uno de ellos. Pero, es más que eso. Es una película, dice Florencia E. González en Fantasmal. Inventario crítico del cine argentino de 1897 a la actualidad, “sobre la incomunicación y la necesidad de escaparse del ámbito familiar”. Por otra parte, “las escenas portan una cantidad mínima de información, ostentan una forma económica respecto a la puesta en escena actuando antes que razonando en un presente que no piensa en un antes ni después. El filme no pretende aleccionar con mensajes, moralejas, sentencias ni explicaciones. No persigue una lógica que explique el funcionamiento de las relaciones sociales, ni tampoco va en búsqueda de una salida o una denuncia”.
Esa es una de las principales innovaciones que Rejtman hace en el cine argentino. Dice en un reportaje: “Mi intención en ese momento era contar una historia cercana; una historia de personas similares a mí. Un universo cotidiano que no se contaba en el cine argentino que, en ese momento, tenía ideas un poco más ambiciosas en el mal sentido”.
En una entrevista concedida a Página 12, Rejtman agrega: “Era un momento en que el cine argentino no era un páramo. Era peor. No había de dónde agarrarse. No podía escuchar hablar a los personajes como se hablaba en el cine argentino. No podría mostrar lugares como los que se veían en el cine argentino.”
En un libro de reciente aparición, titulado Es solo una película. El cine según Martín Rejtman, de Pablo Chernov y Fernando Krapp y prólogo de Sergio Wolf, se agrega un “diario apócrifo” sobre la filmación de Rapado redactado por Chernov, que, a su vez, fuera publicado en el N° 3 de Revista de cine. En ese diario, con las correcciones del propio Rejtman, se cuentan, entre otras cosas, las accidentadas incidencias que atravesó buscando financiamiento para la película.
En ese libro, el crítico David Oubiña afirma respecto de Rapado que “no entiende el realismo como una mera reproducción de lo que tiene que ser la realidad, sino que lo es en el sentido que hay una tensión con la realidad. Toma cosas de ésta y las devuelve enriquecidas con alguna connotación crítica o tensa.”
Espejos
Rejtman años después presenta Silvia Prieto (1999). En cuanto a la realización en sí, David Oubiña indica que el director alcanzaba la perfección de su estética. La película, como en toda su filmografía, combina la comedia y la tragedia. La melancolía gobierna la atmósfera que congrega un sutil y preciso humor negro.
En esa película Rejtman juega con el cambio de vida que se le produce a una joven cuando descubre que existe otra mujer con su mismo nombre. En esta película el director recurrió a actrices conocidas, pero también contó con actores sin experiencia como Vicentico. Más allá de la relación entre las protagonistas y sus vínculos, se ha referenciado a la película con lo que acontecía en Argentina en los años ‘90 y los críticos la vinculan con los intereses de la generación de la protagonista.
Perfeccionista, riguroso, en su siguiente película, Los guantes mágicos (2003), Rejtman rodó setenta y cinco veces una misma escena. En ese film, un remisero (Vicentico) envuelto en una crisis económica, vende su Renault 12 para (propio de la época en la que Rejtman pensó el guion) importar guantes mágicos de China.
Cuenta Rejtman en el libro mencionado que “el origen de Los guantes mágicos viene de la imagen de Vicentico vestido con camisa celeste, manejando un remis, con anteojos, peinado de una manera muy diferente de cómo se peina siempre. Y que ese remis fuese un Renault 12, un auto que casi no es apto para ser un remis, ya que se trata de una categoría un poco baja, inclusive a comienzos del 2000. El otro elemento que dio origen a esta película fue un amigo que había importado guantes mágicos de la China, y tenía el mismo discurso que el personaje: que la ola de frío, que con eso se salvaban, que había importado esos guantes y después no los pudo vender.”