jueves , 21 noviembre 2024
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Un libro para fortalecer la urdimbre de la memoria

En Mujeres Espaciales II, Uzín Olleros rescata decenas de historias ocultadas.

Con el pretexto de comentar el libro Mujeres Espaciales II, de reciente aparición, la historiadora Griselda De Paoli aborda detalles de una problemática sensible, que vale la pena compartir. La edición, cuya autora es Angelina Uzín Olleros, recoge artículos que fuera publicando El Diario, en las contratapas de sus ediciones dominicales.

En la mitología griega, la memoria ha sido representada por la Diosa Mnemósyne que tenía a su cargo una labor de cuidado: proteger las memorias del pasado para las generaciones futuras. Mnemósyne articula el olvido y el recuerdo propios del proceso de memoria, que en la historia no ha estado ni está exento de manipulaciones. 

Alguien con exquisita y profunda formación y perfil académico que piensa en un lector que no es aquel con que desde su ejercicio profesional cotidiano se relaciona y es exitosa en lograr llegar a ese destinatario, es una Maestra.

En el seno de la historia se puede hacer hablar a los protagonistas, en este caso las mujeres a partir de los lugares que ocupan en ella, lugares que diseñaron los hombres para mujeres sujetadas, lugares que creyeron sin memoria, pero no contaron con que el natural afán de libertad, también era y es de las mujeres. Se apuntó al olvido. Hoy objetivo de máxima es lograr poner a la vista la dinámica de un proceso que abarcó simultáneamente la participación y la exclusión, proceso en el que pese a todo hemos venido siendo agentes de transformación. 

Es necesario mirar esto como proceso, ir reconstruyéndolo, aunque nos resulte más tangible poner nombre y apellido a las protagonistas. Porque la reconstrucción de procesos nos ofrece el marco para indagar, buscarlas, descubrirlas o re descubrirlas. Esta es de hecho un modo de visualizar el proceso de construcción de ciudadanía, que es “la lucha por el derecho a tener derechos” en palabras de Hannah Arendt, dentro del cual no debe haber exclusiones.

Metida en esta búsqueda, cuando entre las mujeres espaciales habla de Manuela Pedraza, la heroína criolla de las invasiones inglesas, dice Angelina Uzín Olleros que “el rescate de historias y memorias de mujeres de otros tiempos siempre resulta complicado a la hora de necesitar documentos, cartas y testimonios que ayuden a forjar en el presente esas vidas pasadas” pero hasta la música ayuda a traerlas al presente  como el caso de “Manuela la Tucumana”,  en la voz de Mercedes Sosa, mostrando bellas formas de proyectarlas al presente más allá de los documentos. Hay memoria.

Contribuciones

En esta nueva entrega de sus Mujeres Espaciales, insiste Uzín Olleros en aportar al rescate de ese segundo plano a que estuvieron relegadas las mujeres, mediadas por los hombres, y traerlas al presente con la fuerza de la luz propia que ella capitaliza para relatarlas. Y trabaja también para ponerlas junto a aquellas otras que, con diferentes perfiles escaparon a los estereotipos; tal vez más osadas, más intrépidas -dice la autora- que tuvieron un protagonismo de primer plano apartándose del molde de lo cotidiano y del ‘puertas adentro’, lejos de espacios de poder, y son mostradas en la historia como heroínas de excepción. 

“Estas treinta mujeres, aquí reunidas, generan fortaleza, nos aproximan y representan a todas aquellas que aún desde el anonimato abrieron puertas para otras”.

Aquellas mujeres de supuesto “segundo plano” junto a las más osadas abrieron caminos y fueron derribando, como suele decirse, techos de cristal, y hoy están fuertemente presentes, no solo en algunos discursos y algunas fechas. Están aquí.

La historia se ha recreado, en general, desde la experiencia y el protagonismo masculino, y cuando ha considerado el protagonismo femenino, con frecuencia, lo ha hecho valorando en las mujeres acciones propias de un hombre. En las décadas del ‘60 o ‘70, se comenzó a visibilizar a otros protagonistas de la historia, desconsiderados en la historiografía, no solo a las mujeres y se buscaron respuestas para los silencios de la historia, para conocer como hemos venido siendo las mujeres como sujetos históricos y, sujetos históricos no son solo las del siglo XVIII o XIX. Lo son las del XX y lo somos nosotros, solo que estamos protagonizando lo que será el pasado del futuro, pero ejerciendo derechos conquistados a través de largos procesos, a lo largo de la historia, por estas mujeres a las que Angelina Uzín Olleros pone voz.

El libro que se pone a nuestra disposición, en 94 páginas, da nueva vida a 30 mujeres memorables, de nombres empecinados decía Víctor Fleitas en el Prólogo del primer tomo, dejadas tanto tiempo en las sombras, esperando. En él, Uzín Olleros, buceando en múltiples fuentes logra atrapar los elementos para reconstruirlas y ofrecer sus historias por diferentes medios.

Compiladas en un libro, físico, de verdad, esas historias, esos textos maravillosamente producidos y generosamente ofrecidos, son una concreción y también una promesa ya que ella, con los instrumentos de su sólida formación y trayectoria, sigue en la tarea de rescate del protagonismo y los perfiles de las herederas de Antígona y busca incesantemente sus huellas, y hace propicia toda oportunidad para mostrarnos el contexto en que se desarrollaron sus vidas, apelando a la biografía con una puntillosa selección del material, y sin omitir la violencia de las mujeres sobre sus congéneres.

Encierros

Treinta mujeres sujetadas hasta hace no mucho, por el afán sancionatorio y el interés disciplinador contra el entusiasmo de las mujeres libres -como expresa Angelina-, han sido sacadas del silencio que las ha negado y traídas al presente: médicas, artistas, revolucionarias, curanderas, escritoras, una bandolera, militantes, mujeres luchando para encontrar a sus hijos y nietos desaparecidos, maestras, grandes mujeres como Regina Paccini o La Delfina que tuvieron a su lado a grandes hombres. 

No hay en la compilación, una secuencia temporal, estas mujeres espaciales, con diferentes perfiles, tiempos, contextos y proyecciones sumadas a la solidez de cada texto como unidad, no la requiere. No es el tiempo el que las vincula.  Hay un factor común, hay en ellas- como Angelina lo expresa en el libro I -algo de Antígona, algo “de indisciplina, de transgresión a lo establecido, de necedad tal vez. Atravesaron sus vidas bajo distintas circunstancias: sufrimiento, incertidumbre, incomodidad, riesgo de vida; mientras otras vivieron jornadas aparentemente apacibles-; pero todas, dice nuestra autora, dejaron un legado, una herencia, un ejemplo, una mirada sobre lo que debieron vivir en sus cortas o largas existencias”. Son antígonas astronautas que se han salido del espacio asignado y que nos hablan desde distintos desafíos. Y diversas, como la realidad: aparecen aquí tragedias, condicionamientos sociales, amores furtivos, actos de enorme valentía, y otros de absoluta entrega. Ese espacio es la atmósfera que generaron a su alrededor siendo lo que sentían que querían ser.

En la presentación, la autora (en el centro), la prologuista De Paoli a su izquierda y Silvia Teijeira, que brindó un minirecital de piano.

No puedo ni quiero dejar de ponderar, a la escritora Angelina Uzín Olleros, porque logra ir al encuentro del otro, con absoluta sencillez y claridad, difícil de lograr cuando se sabe tanto, acotando el texto a 5.000 o 6.000 caracteres. Decirlo todo, pero a la vez plantar la inquietud de saber más. La calidad de la síntesis alcanzada en cada nota debe ser señalada especialmente, porque en sí misma es todo un desafío. 

Como dijimos antes, la historia ha venido siendo androcéntrica pero la desmemoria cultivada fue perdiendo fuerza de la mano de historiadoras, antropólogas, filósofas, como señalé antes, de las décadas de los 60 y los 70 del siglo XX.

Pero no alcanza con investigar, escribir y revalorizar la historia de las mujeres en el ámbito académico, y exponerlas entre pares; resulta imprescindible su comunicación, su circulación en la sociedad en la que se pretende lograr cambios; y resulta más que promisoria la producción de obras que, como esta, aportan a la construcción social de sentidos, a la construcción de memorias generizadas. La pretensión, creo yo, es contribuir a una interpretación del pasado, sin sujetos cancelados, cuestión que sin dudas tiene efectos en la compleja construcción de nuestro presente.  

Hay respuestas para el silencio de la historia y son hoy tan contundentes como el perfil de estas 30 mujeres. La historia de las mujeres es la historia de la mitad de la humanidad, y continúa batallándose de diversos modos en busca de la equidad. Entonces, contribuir a que conozcamos cómo hemos venido siendo las mujeres como sujetos históricos relevantes, es sin duda un gran aporte y realizado a través de relatos que nos conmueven, es una invitación a leer y a fortalecer en nosotros, los lectores, el poder de Mnemósyne. 

A futuro

Estas treinta mujeres, aquí reunidas, generan fortaleza, nos aproximan y representan a todas aquellas que aún desde el anonimato abrieron puertas para otras, entre las que contemporáneamente también tenemos que ponderar a aquellas que trabajaron para cambiar el marco normativo, siempre retrasado respecto de los cambios sociales y culturales. No solo para ponerlas en discursos y fechas, para fortalecerlas como protagonistas y sujetos de la historia, no es necesario acartonarlas o transformarlas en bronce, es necesario revitalizarlas a través de lo que hacemos y librando las batallas que hoy nos desafían.

Los invito a leer Mujeres espaciales II, todos los relatos son significativos y enriquecedores y seguramente encontrarán alguno que especialmente los impacte. Para mí fue el de Juana Manso. Les cuento mi experiencia y cierro: trabajando esta maravillosa compilación en digital, venía resaltando en amarillo aquello que me parecía que presentaba especialmente a cada protagonista, y en el caso de Juana Manso encontré a alguien jugada, comprometida con el otro y con el futuro, casi todo el texto quedó amarillo.  

“Son antígonas astronautas que se han salido del espacio asignado y que nos hablan desde distintos desafíos”.

Y no pude dejar de pensar que esta mujer luchó para las mujeres argentinas de su tiempo y del futuro, luchó por la llave de un cambio social profundo, al reclamar y lograr la igualdad entre hombres y mujeres en el derecho a la educación a través de una implementación de escuela mixta. Ya entonces reclamaba la paridad y entendió que debía comenzar por la educación. Hace poco empezamos a pelear la paridad en la representación, en el lugar donde se disputa el poder, que en nuestra provincia se dispuso en 2008 y se legisló en 2020.

Angelina Uzín Olleros misma ha dicho en alguna entrevista periodística que lo suyo es un “homenaje a los legados y al mismo tiempo pretende cumplir con una función didáctica de dar a conocer una parte fundamental de nuestra historia diseñada también por mujeres, ausentes en la historia oficial”.

Leer acerca de estos de perfiles femeninos y capitalizarlos en nuestra memoria, es desafiar la historia construida e incorporar a ella, protagonistas aún ausentes en esa construcción. Angelina nos ofrece, por segunda vez, esa oportunidad para ayudar a fortalecer la urdimbre de nuestra memoria sin protagonistas ausentes. Estas Antígonas, son acompañadas por las Eurídices, que en estos relatos han sido atentamente escuchadas. A leer.

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