La polinización de algunas plantas, el polvillo, la humedad de los ambientes y el olor a guardado de prendas y frazadas, pueden multiplicar los ataques de alergia durante el otoño. Con unas pocas medidas, se pueden morigerar sus efectos.
Redacción BIEN!
La caída de las hojas y los cambios constantes de temperatura convierten al otoño en una de las estaciones más complicadas para quienes sufren alergias. Los factores que intervienen son conocidos: la inestabilidad de las temperaturas -que pueden pasar del calor veraniego al frío invernal en un abrir y cerrar de ojos-; las sustancias que se desprenden con las hojas de los árboles; y el viento, que suele ser intenso. A estos elementos naturales se agrega cierta tendencia a ventilar poco los espacios para no pasar frío. Unos y otros intervienen en una fórmula que resulta dañina para la salud de algunas personas, por el hecho de que hay más partículas en suspensión que pueden irritar los ojos y las fosas nasales.
Si bien las alergias pueden desarrollarse a causa de una mala alimentación y el uso inapropiado de medicamentos, en otoño suelen estar relacionadas a los cambios que se producen con el clima. En efecto, sucede que, al descender la temperatura, se cierran las ventanas en las casas, se reduce la ventilación y las personas tendemos a pasar más tiempo adentro, lo que puede exponernos a los agentes que causan las alergias.
Para algunos puede que la picazón en la nariz, en los ojos y en la piel no les diga nada. Pero, para los alérgicos es el comienzo de una molestia que continuará con un lagrimeo en los ojos, un probable goteo nasal y los infaltables estornudos. Todos estos síntomas dan cuenta de un malestar que en el habla popular relacionamos con la expresión “alergia”, y que pueden tener episodios aislados o verdaderos ataques que hacen muy dificultosa la tarea de estudiar o de trabajar.
En virtud de las complicaciones que este cuadro puede tener para la salud, BIEN! repasa en esta nota algunos aspectos que ayudarán a entender mejor el problema y a sobrellevar esta etapa del año.
Anticiparse
Si bien es cierto que la primavera se caracteriza por una mayor presencia de polen en el ambiente -que es una de las principales causas de las reacciones alérgicas-, no siempre se tiene en cuenta que durante el otoño algunas especies realizan la polinización. En ese sentido, hay que recordar que existen diversas sustancias que puede provocar una reacción alérgica, además del polen, y el otoño nos expone a varias de ellas.
El descenso progresivo de la temperatura asociado al otoño provoca que en los hogares se reduzcan los períodos de ventilación para mantener el calor en el interior; y si le sumamos el aumento de la humedad en el aire, esas condiciones combinadas ayudan a crear un “ambiente ideal” para la aparición de alérgenos de interiores como los ácaros del polvo, el moho, o los hongos.
Conviene tener en cuenta que los calefactores y los filtros de los aires acondicionados son lugares donde suelen acumularse los ácaros del polvo. Al encender la calefacción son puestos a circular y quedan en suspensión a medida que se van calefaccionando los ambientes. Se sugiere limpiarlos bien, con un trapo húmedo, para retirar todo el polvillo antes de ponerlos a funcionar. Recordemos que se trata de artefactos que vamos a encender después de largos meses sin uso.
En el mismo sentido, se recomienda realizar una limpieza a fondo de los pisos, que incluya los rincones, los zócalos y las partes que suelen estar cubiertas por los muebles. Para evitar la nube de polvo, hay que dividir la superficie en pequeños lotes para ir barriendo y juntando.
En aquellas casas o departamentos donde las hubiera, también corresponde aspirar las alfombras.
Microinvasores
Debido a una mayor humedad del ambiente, en otoño pueden multiplicarse las colonias de moho, tanto en los espacios interiores como en el exterior de las casas. Uno de los riesgos es que las personas y las mascotas los ingresen sin querer. Por esta razón, se aconseja extremar los cuidados para evitar una invasión de estos enemigos invisibles.
Por otra parte, las afecciones en la piel, como la dermatitis atópica, también pueden potenciarse en otoño, empeorando sus síntomas. El uso de prendas de lana, las frazadas, y las prendas de abrigo mal guardadas que acumularon polvo, suelen provocar que las alergias se manifiesten de manera más aguda. La solución es sencilla: antes de usarlas, se recomienda lavar las prendas, ventilarlas al sol, o aplicar distintos procedimientos para eliminar los ácaros.
En abrigos de cama como acolchados y frazadas, también se sugiere que estén recién lavados para evitar las alergias otoñales.
“Durante el otoño hay más partículas en suspensión que pueden irritar los ojos y las fosas nasales”.