Firmamento marino, acero y concreto bastan a la inventiva de un soñador para volverse artífice de su propio mundo “sin ley”. La increíble historia de la Isla de las Rosas es una película amena y llevadera cuyo mayor mérito es retratar desde la ficción acontecimientos reales donde lo absurdo e irrisorio se vuelve desafío y realidad.
Victoria Elizalde / [email protected]
Las normas protegen, previenen, orientan y a veces se tiñen de obsolescencia sin previo aviso pero siempre cabe preguntarse en beneficio de quién. Contra viento y marea, burocracia y poder armamentista, La increíble historia de la Isla de las Rosas vuelve realidad la utopía poniendo a jugar amistad, convicción, legislación… y también explotación.
La historia
Recibido de ingeniero mecánico, cansado de la burocracia y del cepo que las leyes ponen a su empeño inventor, Giorgio Rosa emprende la loca hazaña de erigir su propia plataforma en el mar Adriático con métodos inauditos, una isla artificial donde nadie le dijera qué podía o no hacer. Bastaría con emplazarla fuera de las aguas territoriales italianas de la Rímini de los años sesenta.
La película relata de manera fresca, liviana y graciosa (hasta grotesca y caricaturesca) las peripecias y la terquedad con que un grupo de marginados se vuelve amenaza para una nación; la conquista del amor aparentemente perdido; la incomprensión familiar ante lo descomunal; la corrupción que causa la decepción de quién siempre siguió las reglas; los alcances de apostar por las propias convicciones y volver a intentar.
Música que relata
Fotografía, escenografía y banda sonora son aquí puntos fuertes que describen un espíritu de época ligado a los años sesenta en verano europeo. Los sonidos matizan momentos festivos, románticos, apacibles, de ánimo playero que acompañan la liberación de los atuendos, las disidencias de las costumbres y el goce de las juventudes. Pero, entre las interpretaciones más estandarizadas del pop y rock se destaca el sencillo “Víspera de destrucción” escrito por P. Sloan en 1965 e interpretado por la voz rasposa de Barry McGuire (canción ya asociada con cierto estandarte sonoro de luchas y disconformidad) y se la puede oír en varias películas y series (“La niña que dormía poco” en Los Simpsons y el documental Sicko de Michael Moore entre otras). Contiguamente se incorpora Sole spento que destila un romanticismo amargo atinado para el giro final. Sin dudas un acierto en la narrativa.
Quedará liberado a duda el notable paralelismo con la canción “Rosas en el mar” que Aute lanzara en 1967 en apoyo a la revolución Cubana y que se volvió himno de luchas político-ideológico-culturales.
Referencias explícitas
Una escena plagada de medios periodísticos en la película también refiere a Cuba y los acontecimientos en Bahía de Cochinos – Invasión de Playa Girón – donde cubanos de distintos bandos se enfrentan y mueren (en ese caso quedan reducidos los instigados y apoyados por el imperialismo estadounidense). Dicho sea al respecto, un periódico italiano de la época tituló el propio dilema “Es sólo un conflicto ítalo-italiano”.
Otras referencias explícitas tocan las repercusiones del mayo francés y la toma de universidades, la Guerra Fría y la relevancia de los medios de comunicación, los atropellos del Nazismo, las apuestas y conquistas del esperantismo.
Un punto oscuro y contradictorio
La trama sostiene y tensiona el ejercicio abusivo del poder sobre los marginados. En la mayor parte de la película sucede en detrimento de los heroicos protagonistas pero el más hiriente es el que los protagonistas (en calidad de patrón) ejercen sobre los obreros. Salvando esa paradoja no pierde sustento cierto axioma sobre la norma: caminar en el límite o fuera de él tiene sus consecuencias… al igual que el no intentarlo. El modo es lo que define.
“…caminar en el límite o fuera de él tiene sus consecuencias… al igual que el no intentarlo. El modo es lo que define”.
FICHA TÉCNICA:
Género: Comedia · Drama · Aventura · Biográfico
Dirección: Sydney Sibilia
Estreno: Italia · 2020
Duración: 117 mins.
