Las formas actuales de consumir películas y series han introducido un conjunto de términos que se corresponden con nuevas prácticas, pero también con sensibilidades emergentes no exentas de la ansiedad propia de esta época. El dilema afecta incluso los contenidos periodísticos, que dudan si al dar referencias clave están incurriendo en el spoiler.
Ana Clara Pérez Cotten | Télam
Entre debates, teorías, análisis detallados de los episodios más recientes en las redes sociales y espectadores descuidados que entienden que la experiencia individual no los libera del compromiso con el resto, el spoiler amenaza ventilar la trama de las series y películas al mismo tiempo que pone al descubierto en qué medida la ansiedad y cierta voracidad impactan en nuestros consumos culturales.
“Spoiler” -que viene del inglés, del verbo “to spoil”, echar a perder o estropear- era hasta hace pocos años un término desconocido y ahora impregna la forma en la que nos relacionamos con el contenido audiovisual. El ya anacrónico “¡No me cuentes!”, fue reemplazado por el castellanizado “¡No me spoilees!” y hace referencia a la posibilidad de revelar información importante o sorpresiva sobre una trama, el devenir de personajes o momentos clave de una serie, una película o un libro antes de que el espectador o el lector tenga la oportunidad de experimentarlo por sí mismo. De esta forma, se puede arruinar la sorpresa, el suspenso o el impacto emocional que muchas veces esperamos experimentar cuando entramos en una historia.
Como, en definitiva, se trata de censar determinada sensibilidad a la anticipación de una trama, esta misma nota, que busca explorar cómo cambió el concepto en el último tiempo, también podría portar la etiqueta “contiene spoilers”, para advertir al lector.
¿Qué encierra en verdad esa advertencia que, desde hace un tiempo, incluso se suma a las reseñas o comentarios periodísticos como si fuera un ingrediente? También las redes se llenan de estas etiquetas específicas que buscan prevenir a quien considere que una trama se arruina si se revela algo sustancial de ella. #Spoilers, [SPOILER], Alerta spoiler y Spoiler Discussion, son expresiones que se usan para advertir y, por el contrario, también hay una que habilita la circulación de información: Spoilers Allowed. Como sucede con casi todo consumo cultural intermediado por internet y las plataformas, también acá hay segmentación y, según se trate de una conversación en Twitter, Facebook o Reddit se usan unas u otras.
En el último tiempo, los espectadores más puristas incluso adoptaron medidas técnicas para evitarlos: desconectan temporalmente las redes sociales hasta que puedan ponerse al día con su serie preferida o utilizan herramientas y extensiones de navegador para filtrar contenido relacionado con aquello que todavía no han visto.
La forma en la que hoy se miran las series modificó también la idea de qué información adelantar. La popularidad de los servicios de streaming, como Netflix, y la tendencia de poner en línea temporadas completas, hacen que toda una trama esté disponible para el gran público y establece una suerte de “línea de largada” a la que parecería que hay que llegar a tiempo para poder ver con la masa y, así, quedar mínimamente protegido del efecto spoiler. Ocurre que las maratones de series, a las que muchos se declaran adictos, solo incrementan la aceleración de la dinámica: el consumo de temporadas enteras en tiempo récord permite estar al día para ganarle a la información que circula, pero también presiona al resto a no quedarse atrás.
Voces calificadas
Pablo Manzotti es crítico y analista de cine, series y música y autor del libro Seriemanía. Para él, a medida que las series se consolidaron como formato, cambió la idea que tenemos de qué es spoiler. “Desde la primera segmentación del público de series que llegó en los ‘90 con la aparición de canales en el cable hasta un fin de siglo signado por ‘Los Sopranos’, fue mucho lo que cambió. Y, sin dudas, el uso que le damos a plataformas como Netflix y la forma en la que habitamos las redes sociales terminaron por operar otro giro más en la relación que entablamos con la ficción”, señaló.
Además, cuenta que la primera serie que advirtió y exploró los límites del spoiler fue Lost: los guionistas de ese grupo de desconocidos que sobrevivían en una isla desierta tuvieron que imprimir los guiones en un papel que era imposible de fotocopiar y, además, les cambiaban a los actores los guiones para que no se filtrara el definitivo.
“Si bien en ese momento no había redes sociales, sí existía internet y los foros eran el lugar en el que se juntaban los seguidores a hablar de la serie. También fueron muy definitorios para ‘sacar’ a personajes que no les gustaban”, recordó el autor de Seriemanía, el libro que publicó en 2014 y que, en el glosario final, ya incorporaba el término “spoiler”.
En su trabajo como periodista, Manzotti tiene que sortear esta situación todo el tiempo, pero advierte que es muy difícil no ser víctima de lo que llama “la dictadura del spoiler”, en referencia a aquellos a quien la sola mención del argumento les parece un exceso. “En 2012, me referí en la radio a una publicidad sobre la nueva temporada de Dr. House con la que estaba empapelada la ciudad y empezaron a llamar a la radio muchísimos oyentes quejándose de por qué supuestamente estaba adelantando la sorpresa”, recordó, entre risas, para explicar qué tan sensible con el tema se vuelven los espectadores fanáticos.
Al tanto de todos estos comportamientos y formas de consumo cultural, las plataformas comenzaron a jugar mucho con el concepto de spoiler en sus estrategias de marketing, algo que fomenta todavía más la avidez.
“Se alimentan de la ansiedad del espectador, algo muy de la época. En los ‘80, no era tan habitual que las series tuvieran capítulos del tipo ‘to be continue’ y, ahora, casi todas exploran ese recurso”, analizó. En definitiva, Manzotti cree que hubo un “cambio radical en la semántica del concepto: hoy, sentir que alguien te spoilea es una experiencia atomizada que depende de cómo lo vive cada uno. Qué es y qué no, quedó librado al criterio individual y a la mediatización de las plataformas. Por eso, es muy complejo llegar a un consenso”.
También fue consultado el guionista Nicolás Diodovich, quien co-dirigió la película Línea de cuatro, y participó de series como Terapia alternativa, y en la segunda temporada de El presidente, por Amazon Prime. Por eso, le impactó hasta qué punto hubo un quiebre en cómo HBO manejó la prevención del spoiler con la última temporada de Succession. “Llegó a ser un tema de conversación con amigos. La plataforma, desde las redes sociales, ya daba a entender lo que pasa con Logan en los primeros capítulos. Con Succession pasa lo que ocurre cada tanto con algunas series: se vuelven tramas de las que nadie se quiere quedar afuera para no perderse la conversación. Entonces, la estrategia de estrenar un capítulo por semana hace que muchos estén más sensibles con el asunto. Lo llamativo es que HBO da por sentado que tenés que estar al día; y parecieran dispuestos a sacrificar espectadores para no perder favoritos en las redes sociales. Hay algo de la inmediatez en juego”, sostuvo.
Como guionista, Diodovich no está pendiente de los mecanismos del spoiler, pero sí reconoce que es algo muy presente en la etapa de producción: a los guiones de los actores les faltan páginas y se enteran en el set de lo que va a pasar y también les hacen firman contratos que establecen que no pueden ventilar nada a la prensa o en sus redes sociales. Y confiesa que como espectador aquello no lo afecta. “Soy siempre de los primeros en ver las series, así que esos asuntos no me afligen. De chico me contaron el final de Sexto sentido, y pude soportarlo, fue una buena escuela para asumir que, si sucede, no es tan grave, se puede disfrutar igual de la historia”.
Sincronía
Por su parte, Mariana Levy es guionista, dramaturga, directora y actriz. Estuvo a cargo del guion y la producción de las dos temporadas de El presidente, lo que le valió una nominación al Emmy. “Cambió el standard de cómo miramos televisión. Cuando se sube una serie entera a la plataforma, se diluye lo que se conoce como la charla de ‘water cooler’, esos momentos de diálogos en la oficina en los que comentamos el mismo episodio que vimos anoche. Ahora esa sincronicidad ya no está, tal vez hablamos de la serie en conjunto. Entonces, el consumo de series se volvió más individual (e individualista)”, señaló Levy, a quien le gusta estar al día con los lanzamientos de las distintas plataformas y estar presente en los debates sobre series que se articulan en las redes. También hace #LaPodcast, un programa sobre series y guion.
“HBO sigue sosteniendo la idea de evento semanal con el estreno de un capítulo el domingo a la noche. Y lo que se fomenta es una comunidad y la obligación de verlo en vivo para que no lo spoileen. Las plataformas y sus equipos de marketing usan eso como un arma para generar mayor expectativa. Por eso, pasan de ser un simple capítulo a una suerte de evento social”, indicó.
Para Levy, entra a jugar otra idea: el “fandom”, un concepto que se popularizó para referirse a la práctica digital de fomentar la interacción de un grupo de personas, por lo general jóvenes, en torno a un objeto cultural o una celebridad.
“El fandom es hoy un símbolo de status. Entonces, se usa el spoiler para marcar que alguien llegó antes y que por eso merece una cucarda por ser más fanático”, explicó. Estos cambios no alteraron el trabajo de Levy como guionista, pero reconoce que las plataformas les piden a los equipos que los guiones finalicen con un “gancho” o intriga que haga tentador pasar al siguiente episodio. Con experiencias de consumo más atomizadas e individualistas de productos culturales que apuntan a la masividad, la idea de qué es spoiler perdió consenso y quedó librada a la sensibilidad, el gusto, las estrategias y los tiempos de cada espectador.
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