jueves , 21 noviembre 2024
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Dormir bien, clave para vivir mejor

Uno de los pilares de la buena salud es el descanso adecuado.
Al igual que hacer actividad física, tomar abundante cantidad de agua y tener una alimentación equilibrada, dormir es fundamental para gozar de un bienestar integral. Alcanzar un descanso reparador es crucial, no importa la edad que se tenga

La hora del descanso es uno de los momentos más esperados del día, sobre todo para quienes deben lidiar con una rutina copiosa, y muchas horas de trabajo. Lo sabemos por experiencia propia: llegar a casa luego de una jornada colmada de diligencias, recados y de trasladarse de un sitio a otro, es una práctica sencilla pero altamente terapéutica. Es justamente en ese momento del día cuando podemos chequear aquello que indican los especialistas: al descansar, nuestro cuerpo se recupera del agobio que acumuló durante el día. Al mismo tiempo, nuestra memoria mejora; el sistema inmune se fortalece; la presión sanguínea baja; la inflamación en el cuerpo se reduce, y nuestra capacidad de concentrarnos mejora. En otras palabras, como ocurre con los dispositivos electrónicos, también nosotros necesitamos cargar la batería para recuperar energía y afrontar el día siguiente.

Por otro lado, nos consta lo difícil que pueden volverse las tareas sencillas y las operaciones más complejas cuando no hemos descansado bien. Y, aunque recostarse en la cama para tomar un descanso suene conveniente, en los hechos, son muchas las personas que no pueden planificar su entrada en reposo. 

Hay factores que atentan contra la posibilidad de tener un sueño reparador: el estrés de la vida en las ciudades; las preocupaciones laborales, profesionales y familiares; el nivel de iluminación de los ambientes; y el uso excesivo de las pantallas, como ocurre frecuentemente con el celular por las noches. 

Por si algún lector se está preguntando por qué el descanso reparador es esencial para tener una buena salud, BIEN! repasa a continuación algunas de las ventajas de dormir plácidamente.

Dormir no es solo cerrar los ojos. Esta función necesita una preparación para que pueda desplegarse en toda su potencialidad

Para disfrutar de las actividades es fundamental haber descansado bien. Foto: Gustavo Cabral.

Cuidarse

El descanso tiene innumerables beneficios. El cuerpo y la mente ingresan en una zona de sosiego en la que el organismo aprovecha para reconstituirse: se materializa una silenciosa renovación celular; se liberan unas hormonas esenciales para nuestro desarrollo; se consolida la memoria y otras acciones cognitivas, y se fortalece el sistema inmune.

Pero dormir no es solo cerrar los ojos. Es que también esta función necesita un prólogo para que pueda desplegarse en toda su potencialidad. Hablamos de una serenidad que se manifiesta en distintos planos. Uno de ellos es el exterior, para lo cual es conveniente quitarles luminosidad a los ambientes, bajar los niveles sonoros, y ordenar el dormitorio. Concomitantemente, en el plano interno, es aconsejable ir bajando por grados la intensidad de los pensamientos y sobre todo salir de la influencia de las pantallas, como la televisión, la computadora y el celular. Esa brillantez provoca al mismo tiempo una especie de adicción y una forzada vigilia que impide entrar en reposo.  

Hay que tener en cuenta que si no descansamos lo suficiente tampoco estaremos en las mejores condiciones para afrontar las tareas cotidianas; y mucho menos aquellas que nos planteen desafíos. Nos referimos al estado de ánimo, a la energía física, a la concentración, a la creatividad y a la posibilidad de responder satisfactoriamente ante lo inesperado. 

En efecto, se puede decir que desde el nacimiento hasta la adultez es primordial alcanzar un descanso reparador. Ya se trate de niños, adolescentes, adultos, o adultos mayores, el sueño puede cumplir diferentes funciones especificas y tener distinta duración, pero en todos los casos se trata de una práctica irreemplazable. 

Seguir un plan

El sueño es un aliado nuestro cuando nos hacemos socios de una alimentación saludable, es decir, equilibrada. El consumo de vegetales, carnes, lácteos, legumbres, y semillas, junto a una actividad física adecuada a nuestras posibilidades, es la mejor preparación para dormir plácidamente.

La actitud ante la existencia también ayuda. Las cadenas de pensamientos negativos y hasta el consumo de noticias truculentas harán que nos encontremos inquietos a la hora de apoyar la cabeza en la almohada, lo que difícilmente auspicie un estado de relajación.

Como vemos, lo que le damos de comer al cuerpo y a la mente se reflejará en nuestros hábitos y en nuestra salud, e indirectamente habilitará que las horas de descanso sean bien aprovechadas. 

Una recomendación saludable es revisar cómo llegamos a una situación de quietud, y cómo las distintas piezas van encontrando su lugar para que el sueño sea la contracara de una vida intensa. 

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