Grandes amistades surgen de maneras inesperadas entre personas equidistantes resaltando que, cuando el afecto y el acompañamiento es mutuo, el drama se encara distinto y hasta lo más insólito puede pasar
Mary y Max es un largometraje ficcional de animación realizada con técnica stop motion, la cual muchas veces se asocia a un público infantil pero este no es el caso. Versa sobre la amistad y los padecimientos mentales por lo que, ligado al tratamiento conceptual está orientada a público adulto, y aún así relata momentos tanto cómicos como existenciales y muy difíciles de transitar o digerir. Tiene un modo de contar particularmente característico y distintivo que lleva al espectador por estados variados y reflexivos, a veces explícitos y otras, sugeridos con perspicacia.
Curiosas premisas
La película retrata la historia oscura, cómica y resiliente de una amistad a distancia muy excéntrica y de largo plazo surgida por azar en 1976. Mary Daisy Dinkle es una niña australiana, curiosa por saber de la vida y todo aquello que la rodea. Su hogar está marcado por una madre alcohólica y cleptómana y un padre depresivo que la ignora, el cual pasa sus días entre un trabajo monótono y su pasatiempo de taxidermista. Ante las descollantes respuestas que por negligencia recibe de su madre, Mary se pregunta si en otros países las cosas suceden de igual modo. Con apuro arranca de una guía pública una dirección postal de Nueva York y decide escribir una carta. Su destinatario es Max Jerry Horowitz, un estadounidense que vive con su pez, un gato tuerto y un amigo imaginario. Si bien Mary tiene ocho años y Max cuarenta y cuatro, ambos ven el mundo de manera peculiar y llevan una vida muy solitaria y signada por carencias afectivas. La niña vive apenada por una mancha de nacimiento en su frente, ignorada por sus padres y hostigada por el bullying escolar pero mantiene la esperanza de hacer amigos. El neoyorkino es un adulto con asperger, sobrepeso y ansiedad social, confundido porque muchas de sus preguntas de la infancia se saldaron con respuestas poco afines a la realidad social del momento. Estas dos suertes se encuentran con gustos en común y el mismo deseo de amistad, se cuentan sus problemas y se entienden -como pueden- pero en ese intercambio cotidiano enfrentan conflictos existenciales de un mundo arduo, que los marca tanto en lo individual como en la relación misma que construyen. Ella descarga su mochila de emociones en sus cartas y él no recibe muy bien la información nueva y confusa por lo que muchas veces detona acontecimientos escabrosos en los cuales todo el tiempo pasan del padecimiento al aprendizaje con todo lo que eso conlleva para estas singularidades.
Apuestas plásticas
Una vez comprendido el funcionamiento de las estrategias de narración, el mundo que se define es áci-dulce con un toque de amargor. Hay ternura, angustia, humor ácido, sagaz y del otro también. La dimensión sonora destaca por el personaje omnisciente como narrador constante, la variedad audible en cuanto a efectos sencillos y el Movimiento Perpetuo de la Penguin Café Orchestra en música de cámara, con momentos corales y líricos muy atinados, motivos cómicos y traviesos que fusionan con las voces de Mary (Toni Collette) y Max (Philip Seymour Hoffman) entre los personajes centrales. La fotografía es cuidada, de tal modo que la estética del stop motion se ve suave y de una plasticidad muy detallada sorprendente para la época. Requiere cámaras filmando cuadro a cuadro el movimiento de piezas artesanalmente elaboradas en lugar de gráficos de animación generados por computadora (que aparecen en contadas ocasiones con relevancia limitada).
La preponderancia semántica del color mate se vierte en escala de grises para él; y de marrones para ella con un resaltado rojo de alto contraste en pequeños objetos muy puntuales, conceptualmente significativos en la historia. También se observa en pantalla un contraste y acompañamiento muy interesante entre las texturas caricaturescas de arcilla o plastilina con un acabado intencionalmente imperfecto y las texturas realistas más icónicas. La trama tiene la particularidad de avanzar con giros repentinos de un tono hilarante a uno doloroso, volcándose pronto en una salida anecdótica como relato de una de las cartas. Provoca que el espectador comprometido pase del agobio a la fascinación, del desconcierto a una comprensión rearmada en segundos frágilmente, como paralelo atenuado de la inestabilidad emocional que sufrieran los personajes. Como película de animación stop motion muestra una gran habilidad para despertar estados de ánimo variados y echar un vistazo a algunas vivencias (llevadas a extremo por la ficción) posibles y brutalmente reales.
Observaciones al cierre
Mary y Max fue dirigida por Adam Elliott, ganador de un Oscar en 2003 por el cortometraje Harvie Krumpet, abocado a la inclusión relacionada con las enfermedades mentales. Si bien hay que resaltar la elección temática, algo difícil de llevar en el relato puede ser lo ácido sobre algunas situaciones dolorosas, cuyo tono cómico permite resquebrajar el drama. Por otro lado, la narración verbal pudo haberse limitado tal vez un poco en cantidad, y la falta de un doblaje latino tampoco colabora con las variadas opciones de recepción. No obstante, la realización es una alternativa visual y auditivamente muy interesante respecto de temas tan universales y tan particularmente encarnados también como amistad y salud emocional y mental. Por sobre todo, resalta la crudeza de presupuestos y estereotipos basados en situaciones de vulnerabilidad, los destiempos o asincronías momentáneas en las relaciones y las maneras creativas (no inmunes al drama) de salir fortalecidos de ellas afirmando que ninguno, nadie, es perfecto en modo alguno.
FICHA TÉCNICA:
Mary y Max
Género: Drama, Comedia, Animación
Guión y Dirección: Adam Elliott
Origen: Australia 2009
Duración: 90 mins
Plataforma: Prime Video
La técnica como apuesta
Adam Elliott es un director australiano independiente, dedicado al stop motion, una técnica que se realiza capturando fotografía cuadro por cuadro provocando un efecto de movimiento entre la composición de una imagen y la siguiente para lo cual el estándar son 14 cuadros por cada segundo de visualización (con mayor cantidad según la estética que se requiera). En una entrevista para el Centro Australiano para la Imagen en Movimiento (ACMI) Adam cuenta que su motivación para dedicarse a la clayographie -biografías en arcilla o plastilina- (también conocido como claymotion) es el contacto con los materiales plásticos y la posibilidad de emplear numerosos trabajadores con la misma pasión. Casi una postura política que marca una gran diferencia respecto de las producciones, basadas en gráficos generados por computadoras (CGI). La entrevista puede encontrarse en la plataforma Youtube.