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Serrano, en el alma de la Biblioteca Provincial

Sentados el matrimonio de Antonio Serrano y María Teresa Álvarez Roque. De pie, sus hijos: Antonio, María Teresa y Graciela.

En testimonio del prestigioso arqueólogo entrerriano Antonio Serrano ayuda a ponderar la riqueza de la biblioteca personal que donó para uso público y que constituye uno de los tesoros de la Biblioteca Provincial, ubicada en Alameda de la Federación 278.

Griselda De Paoli

Especial para EL DIARIO

La actual Biblioteca Provincial, ubicada en las bellas casonas de Avenida de la Federación, tiene como sólida base en su conformación, el Fondo Bibliográfico Antonio Serrano, integrado por más de 10.000 libros y revistas especializadas, más su archivo completo.

Desde allí se construyó la actual biblioteca, una “biblioteca de estado” con el aporte de fondos bibliográficos de distintas personalidades de la cultura provincial que han hecho crecer su acervo a alrededor de 100.000 libros a disposición de los entrerrianos.

En realidad, el arqueólogo Serrano (1899-1982) quería una biblioteca especializada en Antropología y Etnografía en el marco de un Instituto de Antropología, pero comprendió que construirlo requería de tiempos difíciles de conmensurar. Entonces, formuló la propuesta de creación de una Biblioteca Pública sobre la base de la suya. La Ley Nº 5.593, del 31 de octubre de 1973, aceptó la donación por parte del gobierno de Entre Ríos y creó la Biblioteca Provincial.

Debió ser una decisión difícil, ya que había otras provincias y aún países interesados en semejante tesoro. Qué habrá sentido al hacer el inventario para entregarla. Imagino que acarició cada uno de los libros que, en muchos casos, personalmente ayudó a acondicionar y rotular para viajar a Paraná, por allá por el ‘73.

La Biblioteca de Serrano se depositó inicialmente en el Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas que hoy lleva su nombre, por entonces en el subsuelo de la Escuela del Centenario, luego pasó al edificio actualmente sede del Museo de Bellas Artes, en que funcionaba entonces la Dirección de Cultura. Allí, la profesora Teresa Rocha -responsable del Fondo Bibliográfico- con un equipo del que formaban parte las profesoras y bibliotecarias Silvia Biale y Nadia Ursini, trabajaron para su acondicionamiento y catalogación. En medio de ese proceso, recibieron la visita cálida de don Antonio.

Luego, la biblioteca se trasladó a una dependencia del Taller Antequeda, adaptada para tal fin, un espacio limitado en el que la tarea de catalogación continuó.

En 1987, llegó a su sede definitiva, en el marco adecuado y hoy remozado de las casonas que datan de 1870, desde donde, como ya dijimos, ha crecido como biblioteca y se ha proyectado en diversas actividades y propuestas. En ese sentido, el Fondo Serrano que está en los cimientos de la Biblioteca, la prestigia. De hecho, fue precisamente la autoridad de Serrano y su generosidad lo que alentó a otros importantes representantes de las ciencias y la cultura a donar sus propias bibliotecas conformando nuevos fondos que son preservados, resguardados allí y sobre todo consultados.

La herencia

De puño del profesor Antonio Serrano, la publicación A modo de testamento (1977), realizada por la Dirección de cultura y el Fondo Bibliográfico “Prof. Antonio Serrano”, describe el contenido delo donado.

“Nadie es hijo exclusivo de sus propias obras. Ellas nacen si el campo social es propicio y entonces el hombre surge en la plenitud de su sabiduría y creación. Pertenezco a la generación del ‘17, como pertenecieron a ella otros jóvenes de nuestra formación cultural. Guillermo Saraví era el poeta sin disputa de aquella generación como Imboden fue el matemático a quien pocos recuerdan hoy. Casi anónimos y modestos compañeros integraron la generación, pero todos empujaron hacia la realización de su dogma y destino.

“Sin discontinuidad le siguió otra generación, la del 20, gestora y promotora de los estudios universitarios. En general sus miembros poseían una cultura estructurada en los viejos cánones de las universidades clásicas. Ambas generaciones se fusionaron en un mismo ideal de cultura, aunque las luchas estudiantiles distorsionaban a veces el sueño colectivo.

“Como joven tuve la suerte de frecuentar a través de nuestra querida Asociación Estudiantil Museo Popular a hombres eminentes y maestros cumbres de la sabiduría. En un principio, mi vocación y aparente destino fueron las Ciencias Naturales; pero bien pronto las circunstancias me llevaron al equilibrio de mi vocación: las Ciencias Antropológicas y en especial la Arqueología.

“La formación de mi biblioteca se inicia hacia 1917 cuando un afán de estudio invade el espíritu de aquella juventud de la que yo era parte. Un canje generoso alimentaba a los sabios de la época, quienes veían en nosotros a una juventud prometedora e inquieta de sabiduría. Los hombres maduros y ya formados veían en nosotros promesa de saber y un anhelo de mejoramiento científico y cultural y recibimos de ellos estímulo y apoyo.

“Entre obsequios de aquellos hombres; algunas economías y canje con nuestras publicaciones, nuestra biblioteca fue tomando cuerpo, mientras se iniciaba, ya en 1917, la formación de un archivo epistolar que a los sesenta años es fuente para el estudio del proceso cultural del cual fuimos actores. “Este archivo lo considero integrante de la biblioteca y en él los estudiosos del futuro tendrán mucho que espigar para comprender y valorar un período fecundo de la cultura de Entre Ríos.

“Una de las preocupaciones para mi biblioteca fue la formación de un fondo de obras de arte especialmente americano y polinésico. Todo esto encontrará el lector en sus anaqueles. Otra preocupación fue enriquecerla con todo lo que se publicaba en los países vecinos y así es poco lo que faltó del Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia, aparte de los otros países panamericanos. Grandes y valiosas colecciones como Runa, fundada y dirigida por Imbelloni; Acta Americana modelo editorial con sus casi quinientos volúmenes, El Boletín de la Academia Argentina de Letras y tantas otras completan como colecciones la riqueza bibliográfica de la biblioteca.

“El 70 % de libros y folletos están dedicados por los autores y esta circunstancia acrecienta el valor de la pieza. Larga es la historia de mi biblioteca y cansador sería la enumeración de los hechos y circunstancias que la generaron.

“Nació aquí, entre pobrezas y generosidades. Por su génesis es entrerriana y considero que ella debe volver íntegra y sin retaceos al seno de esta sociedad donde nací, me eduqué y se formó mi personalidad científica y cultural. Por eso mi voluntad es que vuelva a Paraná y quienes juzguen el gesto lo hagan con la vara del agradecimiento y del amor a la tierra natal”.

“La biblioteca nació aquí, entre pobrezas y generosidades. Por su génesis es entrerriana y considero que ella debe volver íntegra y sin retaceos al seno de esta sociedad donde nací, me eduqué y se formó mi personalidad científica y cultural”.

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