En estas épocas, escuchamos con frecuencia esta frase “la política no me cambia la vida”. Lo que expresa algo francamente preocupante en democracia. Y de alguna manera se plasma y a la vez explica el ausentismo electoral observado en las diferentes provincias.
Sara Liponezki
Especial para EL DIARIO
Hay una distancia sideral entre la ciudadanía y quienes encarnan la dirigencia política. Sería largo enumerar las causas, algunas externas y de mala fe, otras imputables a errores y abusos de las personas que han ejercido y ojeen tan valiosa actividad. La referencia al esfuerzo individual y la meritocracia como el único y verdadero camino para el crecimiento personal con desprecio de lo colectivo, también abona a esos planteos.
Sin embargo, es una certeza confirmada por la historia, siempre y recientemente que la política sí impacta en la vida, el presente y el futuro de los pueblos. Y no es una conclusión abstracta. Basta con señalar algunas cuestiones que vivimos hace casi cuatro años.
La pandemia – ajena a cualquier voluntad política – potenció la necesidad de conectarnos por medios alternativos a la cercanía humana. Y en educación fue imprescindible. Pero las desigualdades de esta sociedad mostraron que no todas ni todos disponían de esos medios. El gobierno de Macri, Bullrich, Larreta y Frigerio había cortado el Programa Conectar Igualdad, que puso más de 140.000 computadoras en manos de niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Si el programa hubiera continuado, la oportunidad de recibir educación hubiera estado al alcance de todos ante las escuelas cerradas.
En cuanto al tema recurrente e irresuelto de las jubilaciones. Una buena parte de ese ingreso es destinado a compra de remedios, lo que incide fuertemente en la disponibilidad del haber. El gobierno de Macri, Bullrich, Larreta y Frigerio suspendió el Programa Remediar, que permitía acceder en forma gratuita a los medicamentos. Si hubiera continuado ese beneficio mejor lo hubieran pasado los jubilados. no teniendo que gastar en medicamentos.
En estos tres años y medio, retomamos el programa Conectar Igualdad y el Remediar. Así, en eso aspectos, este Gobierno mejoró la vida de niños, jóvenes y adultos argentinos.
ANÁLISIS
El turismo en las últimas décadas era casi un lujo para los sectores medios bajos y de escasos ingresos. Después de la pandemia, más de 6.000.000 de compatriotas pudieron viajar, conocer nuestro bellísimo país y disfrutar de esa recreación sanadora gracias al programa Previaje, que sí les alegró la vida a las argentinas y argentinos y generó un formidable desarrollo de la industria turística, con su implicancia en la gastronomía y los nuevos puestos de trabajo.
Cuando las economías más sólidas del mundo caían en el marco de la pandemia, el gobierno argentino creó el IFE que significó pagar la mitad del sueldo a trabajadores de la pequeña y mediana empresa. Con eso se evitó la desocupación y se mantuvo un ingreso para miles de personas vinculadas al mundo del trabajo. Eso sí fue una decisión política que aseguró el trabajo en medio de la zozobra.
Son datos de nuestra realidad que también nos muestra una inflación imparable, altamente dañina para las y los que viven del trabajo y la jubilación, así como favorable y estimulada por quienes ganan con la especulación. Porque la inflación también es un tema de la política. Y no solo de quienes gobiernan, sino de quienes desde afuera del gobierno nunca quieren ceder privilegios para que otras y otros puedan tener oportunidades de una vida mejor.
En definitiva, las acciones que benefician o perjudican a distintos sectores de la sociedad no son obra del azar, hay voluntades humanas que actúan y piensan de modo diferente. Se inclinan para uno u otro lado. Los derechos, que en nuestra concepción son atributos inalienables de la persona y en nuestro Constitución de quienes habitan este país, están naturalizados. Pero su reconocimiento o vulneración también depende de la política que dirige y gobierna.
Esta apretadísima descripción nos indica que sí existe una relación inevitable, directa, causal entre la política y la vida de la sociedad.
No subestimemos esa preciosa capacidad de decidir entonces, sobre qué políticas y qué representantes queremos a la hora de votar.