Ciro Mansilla, embajador de la actividad cultural y el talento argentino; bailarín consagrado en compañías de primer nivel internacional en América y Europa, está de regreso en Paraná, donde nació para tomar parte de la gala El vuelo interior. En una entrevista con EL DIARIO, con la madurez de sus 28 años y tras haber conquistado sus sueños, el artista asegura que disfruta plenamente de su presente en el mundo de la danza.
Carlos Marin
EL DIARIO
Ciudadano del mundo y embajador de la ciudad por pura convicción, pasión y acción, Ciro Mansilla ha conquistado un lugar entre lo más granado del panorama contemporáneo del ballet y la danza. Es integrante y figura principal del Ballet de Stuttgart (Alemania) desde hace cuatro años. Antes estuvo en el Ballet del Sodre (Uruguay). Desde muy niño desplegó las alas desde Paraná -donde nació y comenzó su formación- para alcanzar sus sueños. Ese vuelo sostenido a lo más alto de la excelencia lo ha llevado hasta los más importantes escenarios de las principales capitales de la danza en el planeta.
La altura alcanzada, sin embargo, no lo ha mareado. Su talento, que brilla con el esplendor de una gema preciosa, no lo ha desprendido de sus raíces y de las firmes referencias que lo ligan al lugar en el que nació, a su provincia, al país. Y a la gente con la cual creció.
Por eso el próximo sábado 19 de agosto, en las instalaciones del Centro Provincial de Convenciones de la ciudad de Paraná, será protagonista de la Gala de Ballet El vuelo interior, en la cual estará acompañado de importantes invitados del mundo de la danza.
En una semana de reencuentro con la ciudad, con clases magistrales y actividades diversas, Ciro se dio el tiempo para encontrarse con medios de comunicación. El bailarín, que mantiene la cordialidad que lo caracterizó desde su niñez, accedió a una entrevista con EL DIARIO.
ESFUERZO Y LÍMITES
-Ciudadano del mundo y reconocido por tu talento; la cima de la excelencia que has alcanzado, en general sólo tiene espacio para poquísimas personas, casi podríamos decir que sólo cabe una. ¿Que ha implicado llegar y sostenerte en ese lugar?
– Mucha soledad. Estar en un ambiente de primer nivel al que muy poca gente llega, implica además mucho trabajo. En gran parte se depende de uno mismo. Hay mucha gente que te va a decir que sos muy bueno; otra que no servís para nada. Entre esos extremos hay que sostenerse en ese estado mental de `no importa lo que pase yo voy a seguir´. Por eso estoy donde estoy. Y reitero, implica estar muy solo muchas veces. Tener peleas interiores que cuestionan los objetivos que uno se ha propuesto al ir detrás de un sueño, como dudar si uno sirve para eso que ha elegido. Pero se trata de acallar todas esas voces y seguir trabajando. Eso es algo que tengo muy presente.
Ahora, a los 28 años y con cuatro en la compañía de Stuttgart (Alemania) y tras haber pasado por el Ballet del Sodre, en Uruguay, por haber trabajado con Julio Bocca, y haber bailado en el Teatro Mariinsky (San Petersburgo – Rusia) he podido alcanzar este lugar en el cual creo que puedo proyectar mi carrera hasta donde me de el cuerpo.
-El cuerpo es un límite para tu carrera. ¿Pensaste en cómo seguir cuando alcances ese momento?
Sí. Me gustaría seguir proyectando mi carrera como Maestro de ensamble, lo que se llama Ballet Master; o Director de la compañía; o Ensayista, pero siempre en el mismo lugar. A mi sueño lo siento más que realizado. Siempre quise bailar en una compañía europea porque es el epicentro de todas las artes clásicas, lo que es ballet, danza, música, canto, pintura, y siempre quise estar rodeado de todo ese arte. Siempre supe, cuando me fui a Buenos Aires al inicio de la adolescencia, que hay un tope aquí en el país y que tendría que continuar aún más arriba. Lo supe cuando me fui con Julio Bocca al ballet del Sodre, en Montevideo.
-¿Cuáles han sido tus premisas para sostener ese crecimiento hasta la excelencia?
-Mi disciplina, en un buen sentido. No tener piedad de mí mismo. Seguir trabajando, perfeccionando. No porque haya que llegar a una perfección, sino para superar un tope. Cuando se conquista un punto máximo, cuando uno es apasionado por esto que hace, se dice: `más, esforcémonos para llegar un poco más allá´. Siempre seguir creciendo. Eso lo he aprendido de Julio Bocca. Él siempre trabajaba así, y por eso es la figura que conocemos. Desde que llegué a Buenos Aires dije `voy a trabajar con él y voy a aprender de su experiencia hasta que sea mi momento, hasta que sea mi tope acá en el país. Y después partiré. Felizmente justo se dió la coincidencia que él tomó la dirección del Ballet del SODRE, en Montevideo, que yo me quedé un par de meses en Uruguay, audicioné en el 2013 y entré en la compañía en el 2014. Allí ambos estuvimos hasta 2018. Luego yo me quedé un par de meses más y de allì me fui a Alemania.
FE Y UTOPÍAS
-En este trayecto fructífero, pero a la vez muy exigente, mencionás muy orgulloso a la disciplina, término que a veces se pronuncia de manera peyorativa. Por otro lado hablas de grandes tribulaciones, momentos de lucha interna. ¿Qué es lo que te ha sostenido en el trayecto en los momentos de la duda, la tribulación?
-Voy a mencionar algo un poco oscuro, algo ligado a lo espiritual, pero sin tomarlo de una manera negativa: el miedo a la muerte. No de la muerte física del cuerpo, sino muerte de las cosas. Yo he presenciado un cambio enorme en la cultura tanto de mi país como en general. Y eso me moviliza. Me digo: si voy a vivir, no importa si con reencarnaciones o una sola vez, si en esta vida tengo la oportunidad de haber encontrado aquello que me apasiona más que cualquier otra cosa, lo voy a hacer al máximo; a mí máximo. No importa si no llego muy lejos, será llegar hasta dónde pueda, sin mirar el trabajo de otra gente. Y no quedarme con esa idea: `yo hubiera podido llegar´. En ese sentido mi convicción ha sido: voy a dar el máximo de mí mismo, en esta vida, antes que el tiempo se me vaya. Una famosa bailarina, Isadora Duncan, dijo una frase que es muy cierta: “Los bailarines mueren dos veces y la primera muerte es cuando se retiran. Y generalmente esa primera es la más dolorosa”. La clave es: dí lo máximo de mí y lo disfruté. Nuestro país ha brillado por su producción cultural, y es reconocido por el talento de los grandes artistas que ha producido. Hoy siento que estoy asistiendo a una gran muerte en lo cultural. Y lo digo sin criticar a nadie. Desde ese lugar quiero aportar un poco de vida, ese granito de arena, a una cultura que siento que nos caracterizaba y que está muriendo de a poco. Trato siempre de tener humildad, pero hay que saber dónde estar parado. Si tengo oportunidad de poder aportar a que mi país vuelva a tener aquel renombre, reconocido por su rica cultura, tanto en lo artístico como en lo cultural, me encantaría hacerlo. Me da bastante tristeza ver cómo está decreciendo.
INSPIRACIÓN Y DESTINO
-Más allá de la danza, hay otras cosas ¿Qué te interesa hacer cuando no estás trabajando o ensayando?
-Me llaman la atención las historias. Me inspira mucho la lectura. Siempre he sido un Nerd, digamos. (Risas). Soy amante del cómic, del manga japonés, libros y demás porque es como nos hemos educado en casa. Ese fue siempre nuestro gran entretenimiento y es un espacio muy lindo. Todo en la existencia se considera de una u otra manera por la historia que tiene. Así que invierto mi tiempo en leer, en conocer más historias, en charlar. Me gusta mucho hablar con la gente, con mis amigos, con conocidos y que me cuenten historias de ellos, y también la música. En Stuttgart toco guitarra. Lo hago en mis ratos libres. Estudié un par de años, con mi profesor Simón Rodríguez, para mí el mejor de todo Uruguay. Y te cuento algo: en realidad empecé tocando el violín. Fue una de las actividades, entre muchas, que hice antes del Ballet. Tomé clases con Martín Larraburu. Un día robaron el violín de casa. Si eso no hubiera pasado tal vez estaría haciendo otra cosa. Así que le agradezco a la persona que lo robó. (Risas).
-¿Crees que hay un destino trazado para cada uno de nosotros? Una misión singular que cada persona tiene que llevar a cabo.
-Sí y no. Creo que las personas nos escribimos un destino, de repetir siempre las mismas cosas. Hasta que nos damos cuenta de que tenemos la voluntad de cambiar eso que nos parece señalado. Pienso que el destino es algo que está escrito, pero no al modo de algo inmodificable, en el sentido de `no importa lo que haga esto va a pasar igual´. Creo que cambiar lo que ya está escrito en nosotros es posible. Aunque lleva mucho trabajo y voluntad. O sea, hay un destino trazado que cada persona puede cambiar si lo desea y trabaja para ello.
-En este camino que implica mucho trabajo, gran disciplina y mucha auto exigencia, ¿qué cosas tuviste que dejar de lado y te hubiese gustado poder desarrollar un poquito más?
-Lo que estoy haciendo recién ahora, en esta etapa de mi vida. Tener amistades, tener amores, relaciones humanas, estar acostumbrado a encarar la vida con otra gente sabiendo que no voy a estar, a que me voy a vincular con tales o cuales personas con la conciencia que no puedo profundizar mucho porque en algún momento no me van a ver. Yo, no importa lo que pase, siempre voy a ir a cumplir mi sueño. Eso me ha costado.Recién ahora, casi a los 29 años, siento que estoy establecido en un lugar, que puedo hacer toda mi carrera y vida allí, y puedo proyectar mi futuro. Por eso recién a esta edad me estoy dando la libertad de cosas cotidianas que las personas viven mucho antes: hacer amigos, salir de fiesta, permitirme un domingo no hacer nada. Pero sin dejar la disciplina, ni la exigencia, porque finalmente, cuando uno está tan apasionado por las cosas, la exigencia pasa a ser un gusto, y aunque uno esté cansado sale igual. Y aunque cuesta al principio siempre va a terminar divirtiéndose. Me pasa muchas veces en los ensayos, cuando estoy muy agotado por las funciones. Si uno ama lo que hace no tiene tiempo para el cansancio.
Gala El vuelo Interior
La gala de Ballet El Vuelo Interior contará con la participación estelar de Ciro Mansilla, consagrado internacionalmente. Junto a él estarán las bailarinas Dulcinea Rodríguez, Denise Klocker, Lara Rodríguez, Rocío Prina, Keila Braidot, Stacey y Khiana Johnson y el bailarín Eliseo Borgetto. Se trata de artistas paranaenses que actualmente son parte de distintas compañías nacionales e internacionales. También estarán Matías Santos, Martín Álvarez Kasermaten, entrerrianos que hoy son parte del Teatro Colón y el ballet del Centro Provincial de las Artes Teatro Argentino (La Plata). La lista de intérpretes se completa con Rocío Florencia Ruiz y Lucas Méreles del ballet del Parque del Conocimiento y la participación especial de Rodolfo Romero.
El programa incluirá trabajos coreográficos clásicos de las galas internacionales y la Suite de Don Quijote, en el que intervendrán profesionales y alumnas y alumnos avanzados de estudios locales. El montaje coreográfico estará a cargo de Julieta Saravia y Dulcinea Rodríguez, que con el acompañamiento de las maestras de los Estudios Open Ballet, Carla Tista y RR Rita Riso y la Escuela Constancio Carminio, cuyos alumnos también subirán a escena.
A la velada se sumarán estudiantes de diversas cátedras de la Escuela de Música Constancio Carminio; y la Orquesta Superior de la Institución dirigida por el Maestro Juan Sebastián Barbero. La misma está conformada por estudiantes y docentes del establecimiento. Además, en articulación con la Biblioteca «Pedro Lemebel» de Paraná, ubicada en Barrio El Sol, lugar donde creció Ciro Mansilla, el trabajo de la escuela de carnaval de dicho espacio se involucrará en la escenografía y el vestuario.
Las entradas están a la venta en la plataforma PASSLINE y los tickets físicos pueden adquirirse en Breyer Disquerías, 25 de junio 29, y en Breyer (sucursal Peatonal San Martín Nº 1086) y Florería Je T¨Aime (Carbo 832).
-En cuanto a producción artística y cultural ¿qué ha capturado tu interés recientemente?
-Últimamente estoy mucho con Beethoven. Como estoy en el proceso de crear escucho mucha música de Beethoven. Quiero crear un ballet con él. Pero en el fondo soy un `metalero de la cuna a la tumba´. Me gradué con Rata Blanca y ahora en Alemania hago un posgrado con Rammstein (banda enrolada en la vertiente del metal industrial). (Risas). Por otro lado, el libro que tengo a mano ahora es La Niebla, de Stephen King. Soy fanático del género de terror. También vuelvo a todo lo que he leído. Y me interesa conocer más del folklore latinoamericano. Soy fanático de Horacio Quiroga, sus historias me parecen cautivantes y pueden adaptarse a algún ballet. Me gusta mucho la mitología, sobre todo la nuestra, la latinoamericana. En el cine me apasiona lo relacionado con las producciones del estudio japonés Ghibli. Películas como Mi vecino Totoro, El viaje de Chihiro, La princesa Mononoke, El castillo en el cielo. Mis amigos de Paraná se van a acordar; siempre pertenecí a los grupos de anime y cómic. Ese mundo nunca se ha ido, permanece en mí con sus historias fabulosas.
El placer de lo cotidiano
-En lo gastronómico ¿Cuál es el plato que te gusta?
-El pastel de papas. Pero también las albóndigas, las papas fritas, y los guisos de casa. ¡Son imbatibles! (risas).