Una niña salteña de dos años logró escuchar por primera vez gracias al implante auditivo de tronco encefálico (ABI) que se le colocó en una neurocirugía.
Guillermina Gorbal, una niña salteña de dos años, logró escuchar por primera vez luego de que se le coloque el implante auditivo de tronco encefálico (ABI) en una neurocirugía realizada el 16 de junio en el Hospital de Alta Complejidad “El Cruce” dr. Néstor Kirchner, ubicado en la localidad bonaerense de Florencio Varela.
Este miércoles, a dos meses de la intervención, los profesionales realizaron una reevaluación de los electrodos que fueron implantados, y el jueves activaron el implante de la niña en el servicio de pediatría del hospital.
La cirugía fue la primera de este tipo realizada en un hospital público del país y estuvo a cargo de un equipo médico compuesto por los neurocirujanos Eduardo Salas y Miguel Mural y el otorrinolaringólogo Marcos Arabel.
“La neurocirugía consistió en implantar un pequeño dispositivo, que son electrodos, en contacto con el tronco cerebral, desde donde sale un cable a otro dispositivo que queda debajo de la piel, externo, que es el que capta las ondas. Es una niña que nació sorda, por eso se empieza con sonidos suaves porque al ser algo nuevo también puede ser desagradable y llevarla a tener una mala experiencia”, explicó a Télam Salas sobre la intervención quirúrgica.
Guillermina nació completamente sorda, con hipoacusia bilateral profunda, sin cóclea ni nervio auditivo y la única posibilidad que tenía para poder empezar a percibir el estímulo sonoro era a través del Implante Auditivo de Tronco Encefálico.
“Ella está muy contenta, es una niña muy despierta. A pesar de que tiene dos añitos y seis meses, veo que reacciona, que le gusta, y eso es muy importante. Ahora está percibiendo sonidos y eso nos sensibiliza, estamos haciendo todo para que pueda escuchar y mejorarle la calidad de vida. Estamos muy satisfechos y esperanzados con el implante”, dijo a Télam Rubén Gorbal, padre de la niña.
Daniel Pérez Gramajo, médico de cabecera de la niña, explicó que luego de que se activara su implante Guillermina puede percibir “ruiditos”.
“El lenguaje requiere de más tiempo, atención y aprendizaje. Sin embargo, al ser una paciente pequeña va a tener mejores resultados”, expresó.
Tras la operación y la activación del implante, Salas aseveró que “la respuesta fue buena, ella lo recibió con muy buena disposición, que es lo que se busca. Vamos a ir aumentando la intensidad en forma gradual y tratando de explicarle cómo interpretar esas nuevas sensaciones”.
Según explicaron los médicos, tras la cirugía las personas con este tipo de implantes deben pasar por un período de entrenamiento intensivo para aprender a interpretar los sonidos y comprender el habla. “Se trata de un trabajo arduo, largo y de mucha rehabilitación”, aseguró Gramajo.
El padre de Guillermina agradeció “la gran atención dispensada en el hospital” y contó que tendrán que volver hacia Florencio Varela regularmente desde Tartagal, Salta, para continuar con el tratamiento y la adaptación.
“El 15 de septiembre tiene otra calibración y nosotros todavía no volvimos a nuestra casa. Tenemos que traerla una semana al mes. Es un costo terrible pero vamos a hacer todo el esfuerzo mientras podamos. Confiamos y creemos mucho en dios y la virgen, y desde luego tratamos de darle a mi nena la mejor calidad de vida”, aseguró el hombre.