Desde que, en 2000, dio a conocer La Argentina contemporánea, Felipe Pigna ha publicado más de 20 títulos. Es un historiador reconocido por la difusión de su obra, masiva a través de libros, revistas, radio y televisión. En una entrevista con EL DIARIO abordó aspectos de la vida de Martín Miguel de Güemes y su hermana Macacha, protagonistas de Los Güemes y la guerra de los infernales, publicado por Planeta.
Carlos Marin
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EL DIARIO
“A Güemes -sostiene Felipe Pigna- le hicieron la vida imposible”. ¿Quienes? “Básicamente dos actores. Por un lado la oligarquía salteña que veía con recelo y temor el empoderamiento de hombres y mujeres humildes a quien les dio voz y dignidad; por otro, el gobierno central que desde Buenos Aires estaba más preocupado por acotar el poder del caudillo que de enfrentar invasores”.
El padre de los pobres, como se lo conocía, no estaba solo en la defensa del Norte del país de las invasiones realistas y frente a los ataques de los enemigos internos. Además de los gauchos que lo acompañaban, estuvieron siempre junto a él su madre, Magdalena; también su esposa, Carmen Puch; y su hermana, Macacha.
Estos nombres son el eje de Los Güemes y la guerra de los infernales, una investigación minuciosa y muy documentada que el reconocido historiador acaba de dar a conocer en un volumen editado por Planeta.
En este trabajo en la línea de rescatar la importancia del rol y la participación del caudillo y de las mujeres en la Guerra Gaucha, el autor plantea una biografía fascinante. En 246 páginas, 20 capítulos y un anexo con la bibliografía, con un estilo ameno y a la vez riguroso, Pigna rescata estas figuras muy potentes de la gesta de la independencia, ninguneadas en su momento por la historia oficial.
La historia “oficial” -en su versión masiva y pasteurizada de los hechos y personalidades que forjaron al país- relegó a Güemes y por eso en este libro expone a Güemes y los suyos a la dimensión épica de una gesta destinada a trascender no sólo en la historia argentina, sino también en la del continente.
Además de sus facetas más conocidas como protagonista de la reconquista de Buenos Aires de los británicos, y de la Revolución de Mayo y la Independencia, aparecen con gran relevancia en estas páginas los aspectos menos divulgados: su ideario progresista y las incontables batallas que libró para llevarlo a la práctica.
La minuciosa investigación y el estilo atrapante de Pigna imprimen su marca personal cuando recorre los múltiples aspectos de la vida privada y pública del prócer. Este nuevo libro alcanza un dramatismo magistral al recuperar las banderas de un hombre extraordinario que no vaciló en dar la vida con honestidad y coherencia, por amor por la patria. “A los políticamente correctos de todos los tiempos, personajes como Martín Miguel de Güemes no pueden caerles bien”, sostuvo el historiador, en la entrevista con EL DIARIO.
“Tal vez por eso -añadió- se lo conoce y se lo recuerda como merece en su Salta natal”. Es que “para algunos la historia nacional sólo es aquella que transcurre o se vincula con la ciudad de Buenos Aires, el resto recibe el mote para ellos siempre descalificador de regional´, como si lo ocurrido en en las provincias, en lo que también llaman
interior´, no transcurriese en territorio argentino”.
RESCATE
-¿Cómo llevó adelante la investigación para este trabajo y pudo respaldarse documentalmente para referirse a Güemes y los gauchos que lo acompañaron en su gesta, y que son aquellos de los que nadie habló?
-Fue la parte más difícil. Rescaté información en los documentos a los que tuve acceso. Algunos de esos gauchos de Güemes son nombres que ocasionalmente aparecen mencionados, pero la mayoría de las veces son anónimos. Son esa inmensa cantidad, más de 6600, conocidos como los infernales, integrantes del Ejército del Norte. Eran básicamente gauchos, gente pobre de Salta y Jujuy, que se fueron incorporando a la guerra por la independencia. De ellos surge una cantidad de comandantes que van a seguir combatiendo a lo ancho y a lo largo de la frontera norte, lo que era el alto Perú, con el sistema de Güemes, que fue la guerra de guerrillas. Se dejaba entrar a los españoles y se los hostigaba con ataques parciales, cortando las vías de aprovisionamiento,
atacando a los realistas de improviso con pelotones de no más de 60 hombres y retirándose tan velozmente como se había llegado. A ello hay que sumar un servicio de espionaje conformado por mujeres que pasaban información falsa al enemigo y traían información a las fuerzas patriotas. Fue un mecanismo tremendamente eficiente que logró frenar entre 1815 y 1821 nueve invasiones españolas
-Hablamos de personas que no eran profesionales de la guerra. Gente común y corriente. Entre ellos estaba la hermana de Güemes, Machaca, quien coordinó una extraordinaria y eficiente red de espionaje y contraespionaje integrada fundamentalmente por mujeres.
-SÍ, era gente común que se fue adiestrando en el propio combate. Y luego se fueron armando pequeñas academias en distintos lugares de Salta, en los cuales se los instruía cómo se podía, entre otras cosas porque las armas escaseaban. Buenos Aires se negaba a pasar armamento porque temía que apareciera un nuevo Artigas en el Norte. Así veían los porteños a una figura muy popular como Güemes, un gobernador muy querido por su gente, al que llamaban incluso el padre de los pobres. Buenos Aires temía mucho a Güemes por lo cual le retaceaba el armamento y recursos económicos. Por lo tanto, eran los propios habitantes quienes tenían que tomar las armas de los enemigos para poder armarse y finalmente terminar constituyéndose en los infernales y un pueblo en armas.
-¿Le costó hallar documentación? ¿Cómo halló los archivos en relación a esta parte de la historia de nuestro país y de personalidades como Güemes?
-Por suerte hay un trabajo extraordinario que hizo Luis Güemes, descendiente directo de Martín Miguel, que está muy bien documentado y que reunió en una cantidad importante de tomos la documentación existente en Salta, en Buenos Aires, en Perú. Y eso facilita mucho la tarea. En Buenos Aires mucha documentación se perdió. No olvidemos que Güemes fue una figura muy poco querida por los porteños y eso se transmitió en la historia escrita por la historiografía oficial y liberal, donde fue tratado como cacique y otros términos descalificativos que usó el liberalismo. Por ejemplo, cuando muere Güemes, unos 15 días después se publica en La Gazeta de Buenos Ayres lo siguiente: murió el abominable Güemes, ya tenemos un cacique menos. Así fue tratado por la historia, ninguneado. Luego, muchos años más tarde, fue el propio Mitre (Bartolomé) quien tuvo que admitir la importancia notable que tuvo Güemes en la guerra por la Independencia. Todo por esta idea tan particular del porteñismo que hay próceres Nacionales y próceres locales, cuando en realidad la historia de La Argentina es una sola. Podemos preguntar qué determina que una figura reconocida por su participación en acontecimientos relevantes sea un prócer nacional ¿qué sea de Buenos Aires? Quizá por todo esto, por este modo de entender y llevar adelante su lucha, las historias oficiales lo sepultaron bajo el mote de `caudillo popular´. Al punto que recién en 2006 con la sanción de la Ley 26.125 se hizo justicia y fue declarado Héroe Nacional con lo cual se le otorgó el lugar que siempre mereció junto a San Martín y Belgrano. Y diez años después, en 2016, también por Ley, se estableció el 17 de junio como feriado nacional en conmemoración de su paso a la inmortalidad.
VISIONES SESGADAS
-Hay cierta incomprensión en la mirada de la ciudad puerto en relación a figuras que son líderes y referentes en los territorios provinciales ¿Le parece que esa misma mirada aún sigue vigente en relación a ciertos liderazgos provinciales en el panorama político contemporáneo?
-No creo que sea incomprensión, sino una decisión política. Quienes han sido responsables de configurar una historiografía oficial comprendieron la importancia de Artigas, de Ramírez, de López, de Urquiza. La cuestión es que justamente porque desde Buenos Aires se tuvo noción de la relevancia de estas figuras, es que se ha tratado de borrarlas del mapa. Recuerdo una carta de Mitre a Vicente Fidel López -dos exponentes de la historia liberal- en la cual Mitre le dice a López “ya va siendo hora de enterrar para siempre la memoria de Artigas”. No olvidemos que ellos eran los dueños de la historia en ese momento.
En ese sentido hubo una operación política muy importante en el momento de la formación del Estado Nacional y de su consolidación; una construcción política que se hace luego de Pavón desde Buenos Aires y que necesita una justificación histórica. Quien la lleva adelante es Mitre historiador, que está constituyendo la Nación; a la vez crea el diario La Nación y escribe la historia de La Nación. Es mucho ¿no? (Risas). Es una operación política perfecta de la hermana mayor -en la frase de Juan José Paso al referirse a Buenos Aires en el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810- que tiene derecho a decidir sobre las demás.
Admiración y respeto
-Pensando en el 17 de agosto, que recordamos hace algunos días, hay un encuentro inolvidable y de mutua admiración entre Güemes y San Martín.
-Ellos se conocen en Buenos Aires, en la tertulia de los Escalada. Güemes estaba estudiando y formándose. San Martín quedó impresionado con Martín Miguel, un muchacho del cual sabía la historia de la toma de un barco inglés a caballo durante la reconquista de Buenos Aires y de sus cualidades militares y estratégicas. Van juntos al Norte y San Martín recorre con él la zona de combate y ve los estragos que hacen los españoles. Confía plenamente en Güemes y ve en él la persona indicada para que con sus gauchos haga el mejor trabajo posible para defender la independencia.
-En términos de enfrentamientos políticos entre facciones en el país, existe una coincidencia entre San Martín y Güemes. ¿Por qué debemos rescatar hoy, en el presente, en este contexto actual, figuras como la de Güemes y de San Martín?
-Porque son de los primeros que pensaron la Patria. Que la pensaron como una Patria para todos, inclusiva, con educación, con industria, pensemos en la labor de San Martín como Gobernador de Cuyo, con el desarrollo de toda esa región impulsando la industria agrícola, la vitivinicultura, que se ocupó de la salud pública, de la educación, incluso se preocupó de las cárceles. Y lo hizo en tres años que van de 1814 a 1817. Y Güemes hizo otro tanto en su provincia. Él era una persona muy formada intelectualmente. Tenía una gran capacidad intelectual. Por eso creo que es de buenos argentinos, ser agradecidos a esa gente que pensó en nosotros hace más de 200 años.