Una carrera fantástica contra el tiempo y el olvido se asemeja más de lo pensado a las propias historias personales. El cine de animación se sacude el estigma infantil para proponer otras experiencias del drama y la odisea urbana.
Victoria Elizalde
Destino, búsqueda, duelo, audacia y deseos se cruzan en el núcleo de esta historia dramático- fantástica que transcurre en la zona menos romantizada de París. Un joven vive su propia odisea en la que su par femenino se vuelve excusa de un proceso de aceptación y cambios, en búsquedas de identidad y afecto. Perdí Mi Cuerpo (2019) es un largometraje animado que se vale de una forma arriesgada. Basado en la novela Happy Hand del escritor y guionista Guillaume Laurant, recurre a lo escalofriante y encantador de algo que ha sido cercenado por accidente pero, en su abrupto enajenamiento y por una fuerza imparable, se impulsa a recuperar una pretendida completud.
Panorama de eventos
Una mano salta de una bolsa zip en la heladera del laboratorio de un hospital. Se escabulle e inicia su carrera frenética por los suburbios de París para reencontrarse con su cuerpo como una contigüidad idílica. Al mismo tiempo Naoufel, un jóven desventurado en los albores de su adultez, intenta acercarse a la chica que, por destino o por azar, tocó su corazón una noche de lluvia cuando intentaba entregar su pedido en un desastroso y accidentado delivery. “No sirves para este trabajo” – recibió como contraparte a través del contestador del portero eléctrico. Esa noche desata en Naoufel postergadas dudas existenciales y la búsqueda de un cambio. Mientras intenta conocer, de incógnito, a Gabrielle -la chica de la voz en el contestador-, se encuentra con el hombre que le propicia un nuevo oficio y una excusa para estar cerca de ella pero también el motivo de su terrible desavenencia. La odisea vesánica de la mano dibuja la contracara de las peripecias de Naoufel, en la búsqueda de su propia verdad al punto de encuentro.
La manera de contarlo
Jérémy Clapin dirige esta película que alterna ritmos pausados y taciturnos con otros muy ajetreados, basándose en estéticas (por momentos surrealistas) de cómic y del dibujo libre acompañado de gráficos generados por computadora. En este caso, la animación es el soporte ideal para condensar emociones fuertes y contradictorias tratando de correrse del morbo de algunas escenas y dejando aire de fantástico metafórico en historias de vida muy duras que acontecen a diario en todos los rincones del planeta. Perdí mi cuerpo entrelaza tres tramas principales que dan sentido al relato en cruce coreográfico: los recuerdos de infancia entre los sueños de vida y la pérdida precoz de los padres en un accidente, la odisea de la mano cercenada intentando reencontrarse con su “otra mitad” (su cuerpo), y los planes del propio Naoufel para hallar el rumbo perdido en su vida. La animación fluye muy bien y el modo en que la mano cobra una suerte de vida propia para reencontrarse con su destino podría resultar poco convincente. Pero, por el contrario, podría resultar la trama más emocionante. La extremidad del cuerpo se vuelve casi una personificación protagonista del deseo, de una parte contrariada de Naoufel que entra en tensión y con muy poco, con ponderada delicadeza o rispidez, delinea sensaciones táctiles hermosas y conmovedoras, que permiten entender por qué la historia avanza como lo hace. La música es otro buen acierto cuidadosamente pensado para acompañar la estética visual sin sobresalir salvo en el momento justo.
Notación antesala
El film hace uso de variadas figuras retóricas e imágenes de fuerte carga simbólica en el relato. Conviene registrarlas con atención curiosa para destejer el entramado en una lectura personal y singular. Hay duelos pasados y presentes, abandono y negligencia infantil, crudeza, soledad y lo intrincado del sentimiento de culpa. Describe una suerte de inercia automática y repetitiva en el estilo de vida, el deseo y la duda sobre el destino prediseñado y si un salto audaz a lo inesperado podría llegar a burlarlo. La historia plantea hipótesis y elucubraciones del personaje en su búsqueda que pueden resultar cuestionables, pero sin dudas habilita la reflexión propia hasta casi sin querer, como dejado al paso. Interpretaciones variadas y un final inesperado pero contundente en su estructura suspendida en el tiempo. En algún caso el fin es sólo encontrarse, sólo trascender, sólo saltar con escasos o nulos reaseguros. Correr a tientas aquí funciona, entre lo contradictorio y lo imposible, para intentar burlar al destino marcado (o paradójicamente, dejarlo ser).
“El cine de animación se sacude el estigma infantil para proponer otras experiencias del drama y la odisea urbana”
FICHA TÉCNICA
Título Original: J’ai perdu mon corps
Género: Animación para adultos · Drama · Fantasía · Suspenso
Dirección: Jérémy Clapin
Año: 2019
País: Francia
Duración: 81 minutos
Clasificación: +16 (violencia)
Plataforma: Netflix