sábado , 23 noviembre 2024
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Desarrollo Sostenible: nuestro futuro común está en juego

La preservación del ambiente, uno de los objetivos del desarrollo sostenible.
Se debatirán en la cumbre de Naciones Unidas y son un llamamiento universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo.

Nuestra aspiración más grande como humanidad es alcanzar un desarrollo sostenible para el año 2030, pero lamentablemente, este sueño se encuentra en peligro.

Es urgente acelerar la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 en América Latina y el Caribe, así como el logro de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), teniendo en cuenta que esta agenda es tanto un plan de desarrollo como un compromiso con los derechos humanos.

La Agenda 2030, establecida en 2015 por 193 países, representa nuestra hoja de ruta para garantizar una vida digna para todas las personas, promover una sociedad equitativa, inclusiva y pacífica, fomentar la prosperidad y cuidar de nuestro planeta. A pesar de contar con los conocimientos, los recursos y la tecnología necesarios para lograr estos ideales, avanzamos a un ritmo insuficiente para alcanzarlos.

A medida que nos aproximamos a la fecha intermedia hacia el 2030, se requiere un esfuerzo sin precedentes por parte de todos los gobiernos para revitalizar y acelerar la implementación de los ODS. La Cumbre de los ODS en Nueva York ofrece una oportunidad crucial para elevar la ambición y traducirla en acción concreta.

Nos encontramos en un momento de “policrisis,” enfrentando simultáneamente crisis interconectadas y prolongadas en el tiempo que tienen graves repercusiones en las personas, la sociedad y el medio ambiente. Las señales de alarma ya han sonado: inestabilidad económica, la pandemia, conflictos en diversas regiones, movimientos migratorios crecientes, crisis humanitarias, aumento de la pobreza, eventos climáticos destructivos y pérdida acelerada de biodiversidad, entre otros. Estas crisis han impactado negativamente el avance de los 17 ODS y sus 169 metas, especialmente en América Latina y el Caribe, donde se ha retrocedido en un alarmante 27% de las metas.

Estamos en una encrucijada, pero aún tenemos la oportunidad de corregir el rumbo. Los compromisos de los países deben ser más ambiciosos y urgentes. En la Cumbre de los ODS, los Estados deben presentar planes creíbles y con sentido de urgencia para rescatar la Agenda 2030. A nivel nacional, es esencial que los gobiernos colaboren con todos los actores, incluyendo el sector privado, la sociedad civil, la academia y la comunidad científica, y que implementen políticas públicas más integradas y transformadoras.

Para lograr un impacto real, los países deben ajustar los presupuestos nacionales y movilizar recursos a nivel internacional. La arquitectura financiera global debe actualizarse y ser más equitativa, especialmente para América Latina y el Caribe. Esto incluye aumentar el financiamiento a largo plazo y tomar medidas para aliviar la deuda de los países de la región.

Entre las medidas clave se encuentran la inversión en una transición justa, la gestión sostenible de recursos, la eficiencia energética, la digitalización y la creación de oportunidades laborales inclusivas y justas. Estas acciones son fundamentales para cumplir con los ODS y la Naciones Unidas aboga por una transformación global profunda que responda a los desafíos actuales.

A nivel nacional, identificamos seis desafíos prioritarios con un potencial transformador significativo: fortalecer los sistemas de protección social, garantizar el trabajo decente, transformar la educación, impulsar la digitalización, promover el acceso a energías limpias, reformar los sistemas alimentarios para mejorar la salud y el bienestar, y abordar de manera efectiva el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.

Los equipos de Naciones Unidas, presentes en los 40 países y territorios de América Latina y el Caribe, están comprometidos en apoyar a los Estados y la sociedad en general para hacer realidad estas transformaciones.

Nuestro futuro común está en juego, y tenemos un plazo de siete años para rectificar el rumbo. Los riesgos de no alcanzar los ODS son dramáticos, y por eso necesitamos un aumento significativo en la ambición y la acción. Las generaciones futuras nos juzgarán por las decisiones que tomemos hoy, y no podemos permitirnos decepcionarlas. Debemos actuar con determinación para lograr un futuro más sostenible y justo.

Roberto Valent (*) | TELAM

(*) Director regional para América Latina y el Caribe de la Oficina de Coordinación para el Desarrollo de Naciones Unidas.

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