sábado , 23 noviembre 2024
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Ciudades del río invita a una travesía al ayer futuro

Mariana Melhem, autora de Ciudades del río. Foto: Juliana Faggi.

Con el libro Ciudades del río, la investigadora Mariana Melhem propone una galería de circunstancias, eventos y lugares determinantes que conforman la heterogénea identidad entrerriana. El material compila y evalúa las formas en que las comunidades humanas se apropiaron del entorno natural para vencer obstáculos y del diálogo que entre ellos se estableció.

Con el libro Ciudades del río, la investigadora Mariana Melhem propone una galería de circunstancias, eventos y lugares determinantes que conforman la heterogénea identidad entrerriana. El material compila y evalúa las formas en que las comunidades humanas se apropiaron del entorno natural para vencer obstáculos y del diálogo que entre ellos se estableció.

Víctor Fleitas

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Docente e investigadora, la arquitecta Mariana Melhem fue modelando a través de artículos periodísticos una historia moderna de la ocupación del territorio entrerriano. Con una selección de aquellas notas dio forma a Ciudades del río, libro que ayer se presentó en público.

La idea del equipo que llevó adelante la edición es que, al visitar ese reservorio de decisiones pretéritas, se pueda tener una mejor noción del presente, de su potencialidad y de sus carencias. Desde la seguridad que da la puesta en valor de la propia identidad, es probable que surja un programa de convivencia más armónico entre las comunidades humanas y el hábitat que las constituye mientras ellas lo conforman.

Sobre la publicación, EL DIARIO entrevistó a Melhem, cuya experticia está atravesada por la relación entre arquitectura y ciudad, el patrimonio urbano arquitectónico, el vínculo entre historia del arte y paisaje cultural y la cartografía histórica.

–¿Qué es Ciudades del río?

–Es una publicación que intenta aportar a la lectura de la historia de la provincia, analizando la construcción del paisaje entendido como articulación entre soporte natural y acción antrópica. Trata de preguntarse sobre los orígenes de nuestras ciudades, pero desde una mirada actual.

También es una forma de poner a consideración los estudios y reflexiones realizados sobre el tema patrimonio urbano arquitectónico en un formato perdurable.

El libro surgió de la conjunción de una serie de eventos concatenados.

–Podemos repasarlos…

–Por un lado, el aislamiento dispuesto a raíz de la pandemia que modificó el ritmo de las actividades y determinó una administración diferente de los tiempos de trabajo. Mirado en retrospectiva siento que ese período de encierro forzado fue propicio para encarar, sola, una tarea que tal vez podría haber hecho un equipo.

En segundo lugar, fue inspiradora la invitación a escribir para Mirador Provincial y El Diario, una nota semanal sobre patrimonio y paisajes culturales. Esa práctica me generó cierto entrenamiento para pensar en propuestas temáticas diferentes, novedosas, de extensión y profundidad equivalentes. De todo ese proceso, resultó un interesante cúmulo de textos producidos entre julio de 2020 y noviembre de 2021 susceptibles de transformarse en libro.

De hecho, luego de una primera tanda de piezas de comunicación, siempre estuvo presente la idea de completar el listado en función de un criterio de unidad, como si se pensara en un libro incluso cuando todavía no estaba la decisión tomada. Así, se fueron completando ciertas vacancias y las partes fueron constituyendo una integralidad. Creemos que Ciudades de río no es sólo una enumeración de patrimonios localizados geográfica y políticamente; es también un recurso para explorar en la identidad entrerriana.

–Estaba la sustancia, pero aún no el libro.

–Sí. Ahí aparece el tercer factor. Me refiero a la convocatoria del Ministerio de Cultura de la Nación denominada “Activar Patrimonio: Fondo Editorial sobre Patrimonio y Museos” que invitaba a concursar para obtener financiamiento editorial. Este hecho impulsó la definición del título, el formato, la selección de las notas que se convertirían en libro, tarea desarrollada junto a 170 Escalones como editorial.

El resultado fue alentador ya que salió seleccionado con la categoría de suplente, pero sin financiamiento; a la luz de este logro como equipo se decidió continuar hacia el objetivo con medios propios.

Inquietudes

–¿Qué preocupaciones te llevaron a escribir las piezas?

–Actualmente resulta complejo aproximarse al patrimonio local, en tanto no existe suficiente material editado y es necesario el reconocimiento y la valoración para garantizar el puente intergeneracional que permita otorgar el legado a las generaciones futuras. En eso, quizás por mi actividad docente, se centró mi principal preocupación: brindar herramientas que ayuden a reconocer y valorizar nuestros patrimonios, como una forma de conservarlos.

El objetivo ha sido múltiple. Por un lado, aportar al reconocimiento del patrimonio como categoría vinculada a las identidades en un territorio delimitado y atravesado por ríos. Además, indagar en la historia local desde su acervo patrimonial concebido como un “documento construido”. Y también reflexionar acerca de los procesos de urbanidad y la construcción de los paisajes culturales.

–¿Cómo está organizado?

–Esencialmente son notas de prensa organizadas por ejes temáticos, tratando de poner en evidencia cuáles son los elementos que hacen a la conformación de los procesos urbanos. Así, el subtítulo “De ríos fundadores, puertos-puerta, parques ribereños, costuras de acero, viviendas y espacios de trabajo”, orienta sobre los aspectos que se abordan para recorrer puertos, espacios públicos donde los parques son una pieza esencial por su vocación ribereña, ferrocarriles, el mundo del trabajo (sobre todo industria y comercio) y la vivienda como componente fundamental del tejido urbano.

La propuesta es acercar el patrimonio a la comunidad en general incentivando su identificación y cuidado. Y si bien es reflejo de muchas tareas de investigación, Ciudades del río no pretende ser una publicación orientada a la academia; servirá en todo caso como aproximación a la temática o como base para profundizar temas de interés.

–¿Es un libro nostálgico?

–La idea es mirar el pasado a través de los sedimentos que aún se encuentran en pie y motivar preguntas para aproximarnos al por qué, sabiendo que no habrá una respuesta única sino más preguntas.

No apela a la nostalgia como tal. La hipótesis y la búsqueda de documentos, busca proyectar hacia el futuro aprendiendo de la herencia siempre reformulada. Ciudades del río invita a comprender que los patrimonios nacen en un contexto determinado y se transforman o constituyen como tales en el contexto que los valora proyectándose hacia el futuro.

Lo común

–¿Qué noción de patrimonio atraviesa el trabajo?

–Patrimonio como algo propio, no un objeto para venerar o algo estático, sino un espacio para habitar, cargado de identidad. Desde este enfoque se entiende al paisaje cultural como construcción colectiva entre hombre y naturaleza, activa y cambiante a lo largo del tiempo.

Para recrear esos paisajes culturales las fuentes consultadas han sido muy variadas, sobre todo provienen de archivo y bibliografía reconocida, pero hay también un gran cúmulo que procede de la observación. La idea justamente es poner en discusión la información de libros, archivos y relatos con la mirada analítica de lo actual, como si se tratara de un Ciudades del río es un libro de historia en cierta forma, pero también un material sobre la ciudad: hay referencias de lo intangible, pero asociadas a lugares y edificaciones tangibles; pensando siempre que el patrimonio arquitectónico es un documento construido.

–¿Qué mérito sentís que tiene el libro?

–Haber alcanzado una síntesis, es decir, haberse transformado en libro y dejar marcado el camino para nuevos volúmenes y nuevas temáticas. Me refiero concretamente a que, de un total de 76 notas publicadas, se seleccionaron 23.

Por otra parte, hay una buena selección de imágenes para acompañar los textos y me parece que se cumplió el objetivo tácito que me había propuesto de abordar todo el territorio provincial de forma equilibrada: por costas, por dimensión, por antigüedad, por geografía, entre otras clasificaciones.

–¿Cómo evaluás la experiencia de transformación de los artículos en un libro?

–Fue muy buena, compleja pero motivante como desafío. El trabajo en equipo ha sido fundamental, rescato la tarea de relectura y corrección de la mano con el diseño. Y desde el punto de vista sensible, el libro está cargado de “materialidad”: es un objeto con forma, color, textura y olor a tinta.

A la vez es el testimonio de un viaje a la cultura entrerriana, con la idea de recuperar las gemas e imaginar que con esos tesoros es más sencillo resolver hacia dónde podemos ir.

Paisajes culturales

El paisaje cultural es el resultado del accionar del ser humano en un territorio natural específico. Comprende un espacio en donde el desarrollo del hombre impacta de manera tangible (edificación de caminos, infraestructura, etc.) e intangible (creencias, cultura, etc.), y le otorga un valor agregado a la región.

El paisaje cultural es valioso por su riqueza natural y por el desarrollo cultural a lo largo de la historia. Sin embargo, no siempre es reconocido y apreciado como tal.

De hecho, existen muchos paisajes culturales que han sido catalogados como patrimonio de la humanidad por la UNESCO con el fin de preservarlos.

Mirar el mundo desde la premisa de proteger los paisajes culturales (bosques, montañas, lagos, edificaciones, ciudades, etc.), puede contribuir a idear estrategias de uso sostenible de la tierra, mantener o mejorar los recursos naturales y conservar la biodiversidad.

Las comunidades

En la noción de paisaje cultural se combinan de manera armoniosa la naturaleza con la experiencia humana. Se caracteriza por ser una especie de legado que revela aspectos históricos y culturales de un territorio, acompañado de un tesoro natural irrecuperable en caso de no ser conservado.

El paisaje cultural resulta importante para una región desde diferentes aspectos: económicos (puede ser aprovechado como un atractivo turístico), pedagógicos (se estudia desde la geografía, las ciencias naturales, la historia y la investigación) y recreativos (se aprovecha como espacio de ocio y recreación).

En un territorio considerado paisaje cultural, la comunidad puede desarrollar una conciencia que le permita alcanzar un sentido de pertenencia fuerte que impacta de manera positiva en la vida diaria (valor intangible). Esto se genera como consecuencia de vivir en un entorno donde la naturaleza y el desarrollo humano avanzan en sinergia (valores tangibles).

Nervios organizadores

El paisaje cultural se nutre de elementos constitutivos, tales como la población, la infraestructura, la industrialización y la comunicación. Detallar cada uno nos ayuda a darnos una mejor idea.

La población alude a un conjunto de personas que habitan un territorio denominado paisaje cultural. Tienden a concentrarse en una zona urbanizada o están desperdigadas en áreas rurales; lo importante es que representan a la región a través de sus costumbres y tradición.

Por su parte, la infraestructura refiere al valor que agrega el factor humano al entorno natural, con vistas a resolver desafíos de interacción y supervivencia. A su vez, la industrialización hace referencia a la transformación de la naturaleza por la intervención de las comunidades humanas, en la que se conjugan los intereses particulares con el interés general. Si ese equilibrio no es preservado por vía de una regulación adecuada, puede derivar en un deterioro del paisaje cultural.

Por último, la comunicación involucra los espacios de interacción creados por el humano con el fin de conectarse con poblaciones vecinas o, incluso, muy alejadas. Esto se logra a través de carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, líneas eléctricas y cableados, entre otros.

Así, el sentido de pertenencia y la identidad son productos de la actividad incesante de esta red de sentido, que va construyendo una telaraña sutil y sustantiva, que implica una forma de ver el mundo y un horizonte de expectativas.

La obra de Mariana Melhem llena un vacío en los abordajes sobre patrimonio entrerriano. Foto: Juliana Faggi.

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