Desde el período colonial, hasta el sistema electoral vigente actualmente, los comicios para elección de autoridades han acompañado el desarrollo de la conciencia cívica y los procesos políticos en la provincia y el país. También han reflejado los contubernios y prácticas deleznables.
Rubén Bourlot
Especial para EL DIARIO
En estos tiempos de comicios recordamos algunas prácticas y notas de color de las elecciones que se fueron sucediendo desde hace más de dos siglos.
“…Don Joaquín, si triunfa el partido le han prometido a Policarpo darle un puesto importante por los ministerios o por las provincias del interior…” ficcionaba el sainete Los políticos, de Nemesio Trejo y Antonio Reynoso, escrito en 1906.
Nuestro país nació con experiencias electorales puesto que si bien el régimen político de los dominios españoles era monárquico a nivel municipal los vecinos elegían a los miembros de los cabildos mediante el voto, muy acotado, por cierto.
Ya en épocas revolucionarias los caudillos pusieron en práctica sistemas electivos. José Artigas mandó a votar a los diputados para el Congreso del Arroyo de La China en 1815 y Francisco Ramírez plebiscitó su nombramiento como supremo de la República de Entre Ríos mediante el sufragio.
En la segunda mitad del siglo XIX comenzó la brega por la ampliación del electorado en los comicios que en esos tiempos era un sistema manipulado y con escasa participación. Hipólito Yrigoyen combatió con el abstencionismo para lograr más transparencia y la universalización del voto, que se logró en 1912 con la denominada Ley Sáenz Peña.
Mientras tanto las mujeres esperaban que se las habilitase para ejercer su derecho a elegir y ser elegida que se conquistó en 1947. En 1911 la luchadora por los derechos femeninos Julieta Lanteri, mediante un amparo, logró ser incorporada al padrón electoral argentino. En las elecciones del 26 de noviembre de ese año se convirtió en la primera sudamericana en votar.
LOS BROMOSÓDICOS
Años después un curioso personaje, Enrique Badessich, irrumpió en las elecciones del 2 de abril de 1922 como candidato a diputado provincial en Córdoba por el Partido Bromosódico. Llevó adelante una extensa campaña, con alrededor de 300 discursos, en los que prometía el amor libre; la separación de la Iglesia y el Estado; la supresión del Ejército por antisocial y anacrónico; el acortamiento de los hábitos sacerdotales para, con la tela economizada, hacer ropa para los chicos pobres; la eliminación de las esquinas para evitar los choques; la implantación de la República cordobesa con representantes confidenciales ante los países de Europa y América, Argentina incluida.
Badessich pronunciaba sus discursos en improvisados escenarios en toda la ciudad de Córdoba, ataviado con un traje de papel y un enorme sombrero. Sorpresivamente logró los votos necesarios para acceder a la cámara, favorecido por la abstención de la Unión Cívica Radical. Finalmente, no pudo asumir porque la mayoría conservadora rechazó su elección, argumentando que era una persona notoriamente incapacitada para ejercer como legislador.
Luego vendría el fraude electoral “patriótico” practicado por el régimen conservador que sucedió al golpe de Estado de 1930. Este ciclo se cerró, tras el golpe de 1943, con los comicios que llevaron al poder a Juan Domingo Perón. En 1955 un nuevo golpe dio por tierra con la apertura democrática que se prolongó hasta 1973.
Durante el interregno de 1958 a 1966 se llevaron a cabo procesos electorales enrarecidos por la proscripción del peronismo y las permanentes amenazas de golpes de estado.
CAMPAÑA MACARTISTA
En Entre Ríos, la apertura electoral de 1958 se llevó a cabo con el peronismo proscripto. La fuerza con mayores expectativas de triunfo en la provincia y el país era el radicalismo, que en esta oportunidad iba dividido en la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) y la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI). Nosotros hoy sabemos que la UCRI triunfó e impuso como presidente a Arturo Frondizi, y en la provincia a Raúl Uranga; y que por un acuerdo el peronismo había volcado sus votos al frondizismo.
La campaña electoral, para los comicios del 23 de febrero del citado año, se calentó no sólo por los soles de enero sino por el clima político ya que la campaña había adquirido una particular virulencia discursiva entre el radicalismo del pueblo y los intransigentes, con pases de factura y macarteadas notables. Eso que llamamos un macartismo a la entrerriana -en particular contra los seguidores de Frondizi-, es una analogía a las persecuciones que, en Estados Unidos, entre 1950 y 1956, el senador Joseph McCarthy había promovido en contra de políticos, artistas y empresarios a los que denunciaba, sin mayores pruebas, de “comunistas” y posibles aliados a la antigua Unión Soviética.
En la campaña electoral se distribuían volantes anónimos que acusaban de comunistas a los candidatos de la UCRI. Finalizaba recomendando “votar en contra de Frondizi y de Uranga.”
El retorno a la democracia plena se produjo en 1973 pero se prolongó sólo tres años, hasta la asonada del 24 de 1976 que derrocó al gobierno constitucional.
HACE CUARENTA AÑOS
Las instituciones democráticas se recuperaron en 1983 con una inédita continuidad hasta la actualidad. Los pasos iniciales de esos históricos comicios de octubre fueron bien distintos a los actuales. Aún permanecían los partidos políticos que emergieron a fines del siglo XIX y el XX. El peronismo con su vocación frentista, el Movimiento de Integración y Desarrollo y el partido Intransigente herederos de la UCRI, el partido Socialista, la izquierda nacional (Frente de Izquierda Popular), la Democracia Cristiana y la Unión de Centro Democrático que concentraba a los sectores del liberalismo. Pero fue la Unión Cívica Radical con su sigla propia la que resultó triunfante y llevó a la presidencia a Raúl Alfonsín.
Para la promoción de los candidatos no existían los medios tecnológicos actuales, no había celulares, ni internet y mucho menos las redes sociales. La PC era un novedoso artefacto que mostraba aburridos textos y números sobre un fondo negro. La política aún conservaba su candor casi vocacional. Las campañas electorales eran totalmente artesanales y en ellas la militancia desplegaba su ingenio para aprovechar los pocos recursos que tenían para difundir la propaganda.
Eran tiempos a cal y engrudo. La tarea tal vez más sacrificada era la publicidad en la vía pública: el pegado de afiches con engrudo -pasta realizada al mezclar harina y agua- y las pintadas de los muros con cal coloreada con ferrite. Las ferreterías agradecidas. También los pasacalles de plastillera se pintaban artesanalmente en los locales partidarios.
Para seguir leyendo
Sainete Los políticos de Trejo y Reynoso, disponible en https://digital.iai.spk-berlin.de/viewer/image/835981827/5/#topDocAnchor
Más sobre Entre Ríos en https://historiasdelasolapa.blogspot.com/