sábado , 23 noviembre 2024
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La intimidad del proceso creativo en la perspectiva de “Polo” Martí

“Siento que el río nunca me abandonó, y aflora en muchos momentos y se expresa en la generación de mi música”, dice el compositor nacido en Colón y radicado en Mendoza.

El guitarrista, docente y compositor concreta un regreso luminoso a Entre Ríos, su provincia natal. Anoche, junto a la flautista Beatríz Plana -compañera en la música y la vida-, y a la OSER, concretó el estreno de su obra sinfónica Cinco evocaciones. En una entrevista con EL DIARIO, abrió una ventana para atisbar la intimidad del proceso compositivo que presentó en La Vieja Usina. Se trata, sostiene, de “un intento de aportar desde la composición y desde la creación a la nueva música argentina”.

Carlos Marín
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EL DIARIO

Hace más de tres décadas Leopoldo Martí dejó Entre Ríos, para radicarse en Mendoza, donde reside junto a Beatríz Plana, su compañera en la música y la vida. Allí han recorrido un trayecto artístico que les ha valido el reconocimiento en el país y el extranjero. Antes, Polo, como se lo conoce, había dejado Colón, donde nació y vivió hasta los 18 años, para estudiar en Santa Fe, en el Instituto Superior de Música de la UNL.
Anoche, el guitarrista, docente, investigador y compositor concretó un regreso luminoso al terruño natal. Lo hizo como un maestro, con el estreno absoluto de una obra sinfónica. Se trata de Cinco evocaciones, trabajo para guitarra, flauta y orquesta, que se presentó en La Vieja Usina acompañado por Orquesta Sinfónica de Entre Ríos (OSER) conducida por el director invitado Darío Domínguez Xodo.
El retorno del músico es un regreso a las fuentes, donde han quedado sus raíces, que rescata en las Cinco evocaciones que ha escrito. Así lo confió a EL DIARIO, en una entrevista que pudo concretarse poco antes del estreno. En la charla, Martí confió que lo suyo es “un intento de aportar desde la composición y desde la creación a la nueva música argentina”.
Cinco evocaciones ha permitido al autor conjugar distintos aspectos. Para su composición realizó un trabajo de investigación en el cual plasma síntesis de sus estudios de posgrado. El proceso de trabajo comezó en 2022 por una invitación de Luis Gorelik -director artístico de la Sinfónica- que sugirió al entrerriano componer una obra para estrenar con la OSER.
Martí tomó la iniciativa y vinculó la propuesta a la posibilidad de plantearla como plan de trabajo para llevar adelante una investigación durante un año sabático que solicitó a la Universidad Nacional de Cuyo, donde trabaja hace 34 años como docente. Tras ser aprobado, comenzó a trabajar formalmente el 1 de marzo en la obra que estrenó anoche y en la cual ha buscado una forma de diálogo entre los solistas y la orquesta, privilegiando texturas y colores que ayuden a expresar lo que cada momento evoca, y no mero virtuosismo técnico de los intérpretes.

SOPORTE CONCEPTUAL

El proceso de gestación de Cinco evocaciones implicó vincular elementos teóricos y conceptuales para la estructura y soporte de la composición. Entre ellos menciona nociones como autoetnografía; y a priori compositivos; a los cuales suma la de folklore imaginado.
“Folclore imaginario es el término que usó el compositor húngaro Bela Bartók para su tarea de investigación y después de composición. Fue un gran investigador de la música de Europa Oriental, lo cual volcó posteriomente en sus propias obras”, explica Polo.
“Muy humildemente -señala- tomamos esta idea para llevarla adelante con el Grupo Maíz (Revelación Cosquín 1987) que integramos junto a mi compañera Beti, desde 1986 y posteriormente con el dúo que conformamos. Ese mismo concepto es el que se refleja en estas evocaciones”.
En el planteo, también sumó la idea de a priori compositivo: “La tomamos del filósofo mendocino Arturo Roig quien acuñó originalmente la idea de a priori antropológicos, es decir cuestiones vinculadas al ser humano que de alguna manera configuran o son el contexto o la materia que existen de modo previo a la creación. El a priori compositivo está ligado “a las cosas que uno piensa, siente, sean personales, sociales, de contexto, etcétera, que de alguna manera ofician de disparador de lo que en algún momento va a salir una idea musical”.
A ello Martí sumó la noción de autoetnografía, que toma de antropólogos españoles y mexicanos.
Sobre esa base, que implicó una primera etapa de intensa escritura autobiográfica, avanzó hacia la selección de momentos significativos de su propia vida como materia prima para la composición. Con eso concibió una serie de disparadores -otro concepto- que le posibilitó llegar a las primeras ideas y bocetos musicales propiamente dichos.
“Esos disparadores, que fueron conceptuales, han sido palabras, recuerdos, textos, imágenes, que en algún momento empezaron a sonar música. Y de ello se desprendieron los momentos que integran la obra”.
Estas Evocaciones, finalmente, se circunscriben a cinco etapas de su vida –las que transcurren en Entre Ríos- donde nació hace ya más de seis décadas, y su juventud, antes de comenzar sus estudios universitarios.

Para Polo Martí, el trabajo que se refleja en su obra es “un intento de aportar desde la composición y desde la creación a la nueva música argentina”.

MOMENTOS SIGNIFICATIVOS

El primero de esta serie de momentos, es Naciente, término disparador que aglutina tres aspectos de eso que puede ligarse al inicio. El propio nacimiento de Martí; el nacimiento del día; y también del río “que juega un rol muy importante en nosotros, como seres que también somos agua, y que en esta parte del mundo estamos atravesados por ella, en esta geografía entrerriana”. Comprende los primeros cinco años de vida.
El segundo momento se titula La boya blanca de Ceibo y refiere al período entre los ocho y los 12 años. Plasma el recuerdo de momentos de pesca en el puerto de Colón que Polo compartió junto a sus cuatro hermanos y su abuelo Pancho, Don Francisco -padre del poeta Jorge Enrique-. “Fue algo muy lindo e inolvidable, digamos, para nuestra vida”.
El tercero es El Río y las Islas, y avanza hacia la adolescencia, a los 14 o 15 años. “Ya sabíamos nadar y teníamos nuestra canóa, la Panambí, y salíamos a disfrutar de las islas, de las grandes islas uruguayas como la Queguay, o la San Francisco con arenales inmensos, a disfrutar y a conectarnos con el río su entorno, y todo lo que eso significa”, relata el investigador.
En ese punto incluye musicalmente un aire del Litoral, “una suerte de chamamé muy lento, muy tranquilo, muy manso, que de alguna manera refleja también, bueno, ese devenir, digamos, de las aguas de ese río calmo que es el Uruguay”.
La cuarta evocación es Atardecer entre pájaros. “Siempre -explica- tuve un interés muy grande por las aves. De hecho por esa razón mis hermanos me decián benteveo, porque me quedaba absorto mirándolas”, confía el compositor. Y detalla que musicalmente tomó una melodía del canto de un pájaro, que interpretala flauta; y en otro momento cantan los violoncellos. Se establece un diálogo entre la flauta y el violoncelo sostenido por una trama que aportan la guitarra y la orquesta. “Este -reflexiona el artista- es quizá el momento más introspectivo, si se quiere, de las cinco piezas. De alguna manera, como sucede en el final del día, cada anochecer los pájaros se van silenciando para silenciarse durante la noche”.
Finalmente el quinto lleva el nombre de Danza en las orillas de la noche. Éste momento “evoca los encuentros con un grupo de amigos y amigas que hacíamos en los veranos, sobre todo. Nos íbamos a la playa, al balneario Norte, en Colón, o al Municipal. Ahí nos juntábamos a compartir durante horas música, en especial con Carlos Leiva -un amigo que tenía muchos instrumentos, sobre todo de percusión-. Hacíamos música afro-brasileña, candombe también, con muchas percusiones y guitarras o un cavaquinho a veces. Y era realmente puro disfrute porque estábamos en la playa, en las orillas del río. Y era mágico porque estaba siempre el cielo encendido de estrellas, que a la vez se reflejaban en el Uruguay. Todo eso me producía una sensación muy linda y tengo recuerdos muy entrañables y muy vivos de esa etapa de mi vida que he querido evocar y de la cual me siento plenamente feliz de haber vivido”.
En ese sentido, Martí consideró que era buena idea “tomar material musical como candombe, y otras músicas derivadas de lo afroamericano de lo afro sudamericano con algunas incorporaciones de ritmos de origen muy afro de mucho ritmo y brillo” para poder desplegar junto a la flautista su condición de solista dentro de la obra.
“A diferencia de las evocaciones musicales anteriores, en las cuales no me interesaba, que nuestra participación fuera eminentemente solista, sino trabajar como parte de la orquesta, de un colectivo sonoro del cual formábamos parte, en esta última evocación -precisa el guitarrista- tenemos momentos así más virtuosos y de alguna manera, de un despliegue técnico, musical, un poquito más evidente”.

EXPLORACIONES Y HALLAZGOS

-¿Cuál ha sido, en lo instrumental, la clave de la búsqueda de los roles para la guitarra y la flauta en esta obra concebida para ser acompañada por orquesta sinfónica?

-Hay que señalar que no hay muchos antecedentes de este tipo. Creo que es un intento de aportar desde la composición y desde la creación a la nueva música argentina. Eso, honestamente, es lo que intento hacer. Con Beti (Plana) fuimos parte, en 1986, del grupo Maíz. A partir de entonces, y en 1987 sobre todo, desarrollamos paralelamente al grupo, nuestro dúo. Desde entonces iniciamos un trabajo para encontrar un repertorio a través de piezas y de arreglos en los cuales hubiese un tratamiento musical por el cual los instrumentos pudieran ofrecer algo más de lo que tradicionalmente hacían. Por ejemplo uno puede escuchar una flauta en la guitarra, por decirlo de alguna manera. Pero en general suelen ser más o menos los mismos recursos los que se emplean para lograr ese propósito. Como nosotros estudiamos y trabajamos mucho repertorios de vanguardia y música contemporánea, intentamos que los instrumentos incorporen algunos recursos técnicos y materiales sonoros que resultan innovadores o, para decirlo de otro modo, poco habituales. En este sentido nos parecía que había un trabajo de exploración sonora con nuestros propios instrumentos que debíamos asociarlo a la música que queríamos hacer que era evidentemente regional, argentina, latinoamericana. Aún con tratamiento de vanguardia
Y para ello trabajamos con la noción de folklore imaginario, de Bartok.
Ese concepto he tratado de incorporar en nuestro trabajo en estas Cinco evocaciones, en la cual, si bien los instrumentos son solistas, el foco de la búsqueda se ha planteado en lograr una integración en la cual tanto la flauta como la guitarra no siempre estén como voces concertantes (sobresaliendo del contexto). El concepto, por el contrario, es que la guitarra sea parte del tratamiento de las texturas que hacen las cuerdas de la propia orquesta. O que la propia flauta se integre a los vientos que elegí para la composición. De modo tal de que, en síntesis, integremos nuestros dos instrumentos, la flauta y la guitarra, a la orquesta. Que no se perciba a la orquesta como un mero acompañante de dos solistas, sino que haya un permanente diálogo, un trabajo; me gusta pensar en texturas sonoras a las cuales guitarra y flauta se suman a la orquesta. Aunque también por supuesto, haya momentos solistas, netamente protagonizados por la flauta o la guitarra mientras la orquesta sostiene, acompaña, lo que requiere la música en ese momento.

Lo que permanece

-¿Qué es lo que siente como parte esencial de su identidad, que le ha quedado impreso de Entre Ríos, y que no puede dejar a un lado, aún cuando hace más de tres décadas que vive en Mendoza?

-El río; el agua. En muchas de las músicas que he escrito siempre hay algo que tiene un dejo de eso. Una ondulación, una impronta sonora que de alguna manera yo asocio al río. Creo que hay algo que nos une, en todo caso, a esta parte del país y a Mendoza, que es el agua, esa bendición que da la vida. Allá hay un gran cuidado del agua y hay una gran preocupación por ella. Desde lo personal siento que el río nunca me abandonó, estuvo presente siempre y aflora en muchos momentos y se expresa en la generación de mi música.

Concierto en Libertador San Martín

Cinco evocaciones volverá a presentarse el próximo sábado 11 de noviembre en el Polideportivo de Libertador San Martín, a las 20.30. La actividad es parte de la temporada de conciertos de la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos (OSER). La dirección estará a cargo de Darío Domínguez Xodo con la participación de Polo Martí (guitarra) y Beatriz Plana (flauta) como solistas.
La Sinfónica estrenará en concierto mundial Cinco evocaciones, obra escrita especialmente para la Sinfónica de Entre Ríos por Martí. Completan el programa la Sinfonía No. 5 de Franz Schubert y la Suite de Danzas de Bela Bartok.

Junto a Beatríz Plana, “trabajamos para encontrar un repertorio con un tratamiento musical por el cual los instrumentos ofrecezcan algo más de lo que tradicionalmente hacían”, dice el compositor.

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