Silvina López es guitarrista, intérprete, compositora, docente y cantante. Comenzó a estudiar guitarra en su niñez, y encaminó su vida junto al arte. Se formó en la Escuela de Música, Danza y Teatro en Paraná, junto a Walter Heinze y Eduardo Isaac. Continuó sus estudios en el exterior con grandes maestros. Ha llevado la música de Eduardo Falú, Atahualpa Yupanqui, María Elena Walsh y la propia a los escenarios del país y del mundo.
Silvina López nació en Paraná, en un hogar donde la música pintaba las mañanas, y se despertaba cantando para ir a la escuela. Creció junto a sus padres y su hermana Patricia, en la zona de calle Ovidio Lagos. Cuando tenía 7 años, llegó al barrio una profesora de guitarra, con quien hizo sus primeros aprendizajes, motivada por su mamá. Su entusiasmo con el instrumento la llevó a estudiar en la Escuela de Música, Danza y Teatro Constancio Carminio, junto a Walter Heinze y Eduardo Isaac. Esa experiencia cambió su vida, amplió su horizonte, la obligó a salir de la tranquilidad del barrio, donde pasaba sus días entre la escuela y la iglesia. Su capacidad, la constancia y su elección de compartir la vida con la música trazaron su camino. Continuó su formación en el extranjero, ganó concursos internacionales y se subió a escenarios del país y del mundo siendo reconocida por el público. Durante el diálogo con BIEN! destacó: “La Escuela de Música, la escuela pública, y la sensibilidad de mis padres me dieron todo lo que yo soy”.
—¿Cómo nace tu gusto por la música, por la guitarra?
—La música estuvo presente durante toda la infancia, con la canción, el cantar al levantarme. Mi mamá ponía algún disquito y nos despertaba. Esa sensación la tengo guardada en el corazón. era algo natural el cantar. Y ella es quien me transmite el impulso fuerte con la guitarra, porque vivió toda la época gloriosa del folklore argentino, las guitarreadas con los primos, el repertorio folklórico y se maravillaba con todo eso. El amor por la música, por la poesía lo llevo en la sangre materna, Diego Fernández Espiro, quien fue un gran poeta, fue un pariente lejano.
—¿Cuándo comenzaste a estudiar?
—A los 7 años, fue un toque de mi mamá que me preguntó si quería empezar guitarra, ella fue quien abre mi camino. Mi hermana había comenzado danza española, y mi mamá me quería dar a mí también, alguna actividad aparte de la escuela. Había llegado al barrio una profesora de guitarra, y quedaba muy cómodo. Nosotros teníamos una vida muy humilde y muy digna por la zona de los Ángeles Custodios. Así empecé y esa experiencia marcó mi vida y nunca más dejé de estudiar.
La Escuela de Música, Danza y Teatro
Los estudios de Silvina López continuaron en la adolescencia en la Escuela de Música, Danza y Teatro Constancio Carminio. “Empecé en la Escuela a los 14 años por un hecho muy mágico. Mi papá era mecánico de camiones y trabajaba en una empresa. Una mañana se cruza con el hijo de su patrón, Oscar Edelstein, un gran músico muy reconocido en la música de vanguardia a nivel internacional, y le cuenta de su hijita que estudiaba guitarra. Oscar le comenta que en Paraná había una Escuela de Música, que era gratuita, donde enseñaban dos grandes guitarristas, Eduardo Isaac y Walter Heinze, y le propone que nos contactemos con la institución. Nosotros no la conocíamos, nuestra vida era muy del barrio y el centro quedaba muy lejos”, contó la artista. Y agregó: “Así fue que visitamos la escuela, nos entrevistamos con Walter Heinze, quien me aconseja que ingrese a estudiar allí. Eso me abre mundos, me cambia la cabeza, de nivel cultural, social. A través de la Escuela de Música, pública y gratuita, hice toda mi formación y me dio todo lo que yo soy porque tuve dos grandes maestros, docentes artistas. La Escuela de Música me abrió mundos, a una realidad que yo no conocía, que venía del barrio con toda la sensibilidad que me dieron mis padres”, destacó.
En el aula y en el escenario
Los maestros Walter Heinze y Eduardo Isaac fueron los formadores de Silvina López. “Dos grandes docentes artistas, estaban en el aula y en el escenario y me transmitieron todo lo que yo fui también. Los treinta y un años de docencia en la Escuela de Música me llevaron a esas dos experiencias, enriquecidas una con la otra”, expresó López.
Luego añadió: “Walter y Eduardo, fundamentalmente, me mueven a un cambio de mentalidad que es lo más difícil de generar en un ser humano. No es sólo mover los dedos para tocar la guitarra, hay una educación de las manos que tiene que ver con la conexión entre cuerpo y mente”.
La maternidad elegida
Silvina aseguró que “la guitarra es mi hija elegida, y el año que viene cumplo cincuenta años con ella, mi hija gozosa. También la docencia es otra manera de ejercer la maternidad. Durante tres décadas fui un poco mamá de mis alumnos, pero nunca quise ser madre. La vida fue claramente direccionada hacia el arte y estoy muy agradecida. Me considero una artista genuina, auténtica y profunda, alguien a quien le gusta mucho la vida tranquila”, afirmó Silvina.
Intérprete y cantante
“Yo me reconozco como una intérprete de la guitarra y cantante. El canto se ha afianzado mucho a través de María Elena Walsh y de Eduardo Falú porque también abraza la espiritualidad, el sentido de la vida. Esto abre un camino que me mostraron mis maestros, que hay una forma de vivir en el arte que enriquece la vida del ser humano”, consideró Silvina.
Luego enfatizó: “Hay una semilla que plantó Eduardo Falú, y estoy poniendo mi potencial, mi vida con la guitarra a su servicio, y estoy fascinada. Esa semilla sigue viva y tengo una gran responsabilidad de seguir desarrollando, al igual que con María Elena”.
La música de los amigos y la propia
“Cuando ingreso en la Escuela de Música, comienzo en la cultura del atril, de leer, de tocar la guitarra, de desarrollar una técnica, de de cuidar más las manos, fundamentalmente con Walter Heinze. Después, cuando empiece a estudiar con Eduardo Isaac, comienza más la formación del intérprete”, comentó López. Y siguió: “Después del repertorio universal, empiezo a querer tocar la música de los amigos con los que tomaba mate, Zurdo Martínez, Walter Heinze, Carlos Aguirre, Ernesto Méndez y Horacio Castillo”, confió López.
Sobre la composición, comentó: “Me costó mucho darme permiso para componer, porque yo misma me reconocía como una gran intérprete. El tercer disco, “Cantarina”, íntegra esa niña que cantó tanto en la infancia con la gran intérprete de la guitarra que he sido y sigo siendo. Ese disco es el abrazo de mí misma, de todas mis partes. Me interesa poder aportar una mirada fresca de la vida, porque la frescura se pierde con mucha facilidad en un mundo donde hay tanta violencia y tanto miedo. Creo que el arte es lo único que va a marcar la diferencia y va a salvar el mundo”, enfatizó la artista.
El viaje interior
“Elegí el viaje interior, me he dedicado mucho al conocimiento interno, a una transformación. Creo que la música me ayudó mucho y ahora puedo ver el hilo de mi vida. El arte te da herramientas para que uno tenga una mirada interior muy fecunda y una curiosidad para ver quién sos de verdad”, narró López.
La vida le presentó algunas adversidades y Silvina se preparó para sobrellevarlas de la mejor manera. “Mi mamá y mi hermana me dieron los mayores aprendizajes de la vida. Hace doce años que voy a la Fundación Salud en Buenos Aires, una gran escuela de psicoinmunoneuroendocrinología. Es la medicina que tomás en tus manos y te hacés totalmente responsable de tu vida”, explicó.
A los padres
A modo de recomendación, Silvina López dejó un mensaje para los padres y madres: “Que tengan ese coraje, esa capacidad de priorizar su propia sensibilidad, porque para que los hijos la abracen, primero los adultos tienen que darse tiempo para la lectura, la música, la contemplación de la naturaleza. Esos momentos de compartir en familia son vida plena”.
Bio
Silvina López nació en Paraná, el 8 de agosto de 1967. Es hija de Ovidio López (fallecido) y de Mercedes Gómez. Tiene una hermana mayor, Patricia. Es soltera.
Cursó la escuela primaria en la Osvaldo Magnasco y la secundaria en la Normal. Es docente, egresada de la Escuela de Música, Danza y Teatro, Constancio Carminio.
Realizó cursos y seminarios de perfeccionamiento con guitarristas de renombre internacional, como Eduardo Fernández, Abel Carlevaro, Leo Brower, David Russell y Pablo Márquez.
Estudió en la Universidad de Québec en Montreal, Canadá con Álvaro Pierri.
Ha sido premiada en numerosos concursos nacionales e internacionales de guitarra, entre los que se destacan el “Agustín Barrios” de Paraguay, el “Manuel Ponce” de México D.F. y el concurso de Trofa, Portugal. Ha tocado en el Salón Dorado del Teatro Colón, el Kennedy Center de Washington y la Purcell Room del Royal Festival Hall de Londres.
Experiencia grupal: guitarrista del cuarteto de Carlos Aguirre.
Discografía: “Música latinoamericana para guitarra”, grabado en Sony music México. El segundo, “Cercanías”, donde interpreta a compositores de Entre Ríos, del catálogo Shagrada Medra. “Ahí abracé a mis cercanías musicales, amorosas, Miguel Martínez, Walter Heinze, Negro Aguirre, Ernesto Méndez y Horacio Castillo”.
En 2021 editó, también por este sello independiente, su primer CD de canciones propias, “Cantarina”.
Agradecimientos
“Estoy muy en paz y llena de agradecimiento con el camino de mi vida. Tengo un agradecimiento lleno de emoción a mis padres, porque todo esto viene de ellos y de la escuela pública. Debemos recordar que somos cuerpo, mente y corazón, y que tenemos que integrarlo. También quiero agradecer a los docentes de la Escuela de Música y a los alumnos queridos”, remarcó Silvina López.
Estoy muy en paz y llena de agradecimiento con el camino de mi vida. Tengo un agradecimiento lleno de emoción a mis padres, porque todo esto viene de ellos y de la escuela pública. Debemos recordar que somos cuerpo, mente y corazón, y que tenemos que integrarlo. También quiero agradecer a los docentes de la Escuela de Música y a los alumnos queridos, remarcó Silvina López.