Historias que mejor olvidar no se quedan silentes por siempre. Cuatro Minutos (2006) cruza la vida de dos mujeres atravesadas por la música, en áspera vehemencia para abrir una cadencia reparadora de históricos pasados opresivos.
Victoria Elizalde | [email protected]
La Alemania de postguerra, ya iniciado el siglo XXI, contiene miles de historias latentes que hablan sin hablar y pulsan en lo profundo. El relato de Cuatro Minutos se cuenta en una cárcel de mujeres, donde los silencios de la música revelan crímenes, verdades, vilezas y apuestas dignificantes en contextos feroces, donde cualquier atisbo de belleza suena a sarcasmo.
Dos historias y un presente
Traude Krueger (Monica Bleibtreu) es una mujer de alrededor de ochenta años, recia, áspera, intransigente. Desde sus veinte, sirve como profesora de piano en una cárcel alemana de mujeres, regida por hombres y sin demasiados avances. Pocas alumnas, poco presupuesto, poco interés de las autoridades hasta que, mientras toca el órgano en una celebración religiosa en la capilla del recinto, descubre a Jenny (Hannah Herzsprung), una joven reclusa de veintiún años con espíritu despreocupado, indómito y un descomunal sentido musical. Prontamente, muchos intereses se posan sobre el talento de Jenny y queda al descubierto su pasado de concertista obliterado por un historial de abusos desde su infancia hasta sus días actuales. Esa es una de sus heridas más profundas pero su detención carcelaria abre otras nuevas. Todos tienen un motivo. No todos los motivos son dignos. Entre el sistema formal y el ilícito de las celdas, Jenny se debate entre el arte y la supervivencia encarnizada, cobijando sentimientos encontrados sobre su música y lo implacable que la vida la ha vuelto. Porque hay una verdad allí, que aún no se desenvuelve. Traude asume como proyecto personal devolver a Jenny a la música, dejando abierto un misterio de su propio pasado que le interpela a sostenerse en situaciones denigrantes, entre tantos atropellos.
La forma del relato
Si bien, como se lee hasta ahora, la película aborda temas muy duros, el tono no hurga en la llaga sino que simplemente la expone sin adornos. La composición de los encuadres y los ambientes sonoros son delicadas y precisas con una creciente tensión en instantes clave y por momentos, regala unas postales de metáforas muy fuertes y poéticas. La estética fotográfica hace una apuesta por la textura con huella, un dejo granular, y variados juegos de luces y sombras donde se trenzan en tensión lo sublime del arte y lo crudo del encierro violento o los pasados desgarradores. Todo en torno a la cárcel y su urbanidad es gris, salvo un brillo aterciopelado que lacera cuando la desidia se suspende frente a las teclas del piano. Un leitmotiv sonoro hila momentos significativos de la película manteniendo en vilo los porqués de Traude y los para qué de Jenny. En medio de todas las luchas, lo ideológico aparece sonoramente entre las acérrimas defensas de Schuman, Mozart y Beethoven en tensión con composiciones más urbanas contemporáneas de raíces afroamericanas.
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Del objeto al sujeto
Algunas interpretaciones sobre estas temáticas se preguntan por el talento, la falta o su desperdicio. En este caso, el talento es un estado de cosas nomás, tomado como moneda de cambio por poder político o institucional, por fama o redención, por castigo o rebeldía. Cada quien saca su beneficio. El talento no se discute. Lo que se discute es la trama de violencias que lo acompaña y tergiversa. En la historia de Jenny, el talento es su descarga, su esclavitud y su estrella polar en la noche. Al igual que para Traude cada una toma de la otra lo que aún no aprende.
La película encuentra dos generaciones distantes en el deseo común de hallar sus propias verdades entre la música, a pesar de la crudeza del pasado (y el presente), allí donde nada puede crecer. El resentimiento y crueldad cobra cuerpo en el horror de quienes fagocitan por poder y reconocimiento, y no pueden permitir menos que el castigo. No obstante, ese deseo no aparece solo y tampoco estaba allí, sino que se erige cuando las dos singularidades se encuentran y se ven realmente, a través de sus circunstancias. Las características de los personajes y los regímenes funcionan como una suerte de denuncia a la rigidez de los cánones estéticos que sofocan modos de estar, de crear, que viven por las reverencias. No obstante, la historia de Jenny y Traude revela que la propia crisálida se halla un poco entre ambos puntos y en el devenir entre pasados urgentes y presentes audaces.
FICHA TÉCNICA
Título: Vier Minuten · Four Minutes
País: Alemania
Año: 2006
Guión y Dirección: Chris Kraus
Duración: 108 minutos
Género: Drama, Música
Plataforma: Amazon · Archive.org
Clasificación: +16