Pablo Millán es artista, transformista. Cumplió 36 años con el humor. Ha recibido importantes premios en su trayectoria, pero su mayor orgullo es el vínculo que ha construido con el público, que lo acompaña en sus presentaciones, se ríe con él y le demuestra su cariño.
Pablo Millán nació en Santa Fe, pero hace veintidós años que se mudó a Paraná. Es actor transformista. Asegura que comenzó a hacer transformismo en un café concert para recaudar fondos, y que la aceptación del público lo llevó a trascender en este camino. Elegancia y glamour distinguen a sus personajes desopilantes, desenfadados e irreverentes con un plus de carisma y empatía, que hacen estallar carcajadas y aplausos en las presentaciones. Ha subido al escenario con artistas reconocidas del país, como Moria Casán, Carmen Barbieri, Costa, Gladys Florimonte, entre otras. Por estos días viene de cerrar las presentaciones de este año en la capital provincial, en el Teatro 3 de Febrero, con un coliseo desbordado y ultima detalles de la temporada de verano que a fin de mes arrancará en Mar del Plata. En su salón de peluquería, en calle José María Torres, recibió a BIEN! y dijo: “Si me tuviera que ir de esta ciudad, me costaría horrores dejar el amor que recibo de la gente. Paraná me abrazó muy fuerte”.
—¿Cómo llegaste al teatro?
—Yo empecé a los trece años a estudiar en el Instituto Provincial de Arte en Santa Fe, con un dios del teatro santafesino que es director, actor… Así como los tipos tienen a dios, la madre y Maradona; para mí está dios, mi mamá y Sergio Cangiano, quien me abrió la puerta para ir a jugar. Me enseñó que el teatro iba a ser mi salvación, que esta profesión iba a ser mi salvación.
—¿Cómo se dio el paso al transformismo?
—Yo no busqué esto inicialmente como una profesión, mucho menos el transformismo. El transformismo fue una consecuencia en mi vida, que después terminó siendo mi carrera. Había empezado a estudiar teatro, hice una obra dramática que se llamó “Juan con cadenas”. Después de eso, un compañero de teatro me pide que le haga de vestidor porque iba a hacer un espectáculo de transformismo. Recuerdo que le dije: “¿qué es eso?”. Me hizo ir a ver un espectáculo del director, que era Osvaldo Pettinari, un gran transformista. En la previa, yo bromeaba, él vio condiciones y me propuso empezar a ensayar un espectáculo, que nunca presentamos porque nos peleamos, dos acuarianos juntos era demasiado, —recordó entre risas.
—¿Cómo se dio ese paso de los ensayos como transformista a las presentaciones?
—Tiempo después, había hecho una comedia musical infantil, la había escrito, dirigido y actuado, con solo 17 años. Gané el premio Revelación de la Asociación Argentina de Actores de la ciudad de Santa Fe, por ese trabajo. Me perdí el viaje a Bariloche con mis compañeros porque era el Día del Niño, teníamos siete funciones y necesitábamos hacerlas. Los actores trabajamos muchas veces por el pancho y la gaseosa y para pagar impuestos. Al principio, trabaja sólo para eso y necesitaba hacer la segunda parte de esa comedia. Pero para eso teníamos que recaudar fondos, me proponen hacer un café concert. Me vestí de mujer y empecé a hacer monólogos, playback, me salían muy bien Valeria Lynch, Rafaela Carrá, Paloma San Basilio, las estrellas de ese momento. Así fue que nunca más hice otra cosa, no se hizo esa segunda parte de la comedia infantil porque empecé a trascender en este camino, que primero no entendía. Nunca hubiese imaginado que esto iba a ser mi carrera.
El público y Paraná
Pablo Millán ha conquistado al público de la capital provincial. “Si me tuviera que ir de esta ciudad, me costaría mucho dejarla por el amor con el que me tratan. El día que se murió mi mamá, Paraná me abrazó de una manera que me siento protegido, cuidado, amado. El calor de mi vieja lo reemplazó la gente”, destacó el artista.
Agregó que “ni te cuento las cosas que recibo ahora que existen las redes, no sé qué decir, qué contestar. Es muy loco porque yo las imito, y en algunas cosas la mujer se debe sentir identificada, caricaturizada. Yo hago y hablo de cosas que representan a un montón de mujeres y lo hago desde el personaje, que es zafado, desenfadado. Yo soy vergonzoso, introvertido, pudoroso, todo lo que no es el personaje”.
Un afortunado
Pablo Millán abrirá la temporada en Mar del Plata este 26 de diciembre y se quedará allí hasta marzo. Hace más de 30 años que el artista realiza temporadas teatrales en distintos puntos turísticos, como Brasil, Villa Gesell, Mar del Plata, Carlos Paz y Las Grutas. “Voy a trabajar, disfruto de la noche. Olmedo decía: ‘Hago teatro para salir a comer, para terminar e ir a comer con mis compañeros’. Y si, yo hago teatro para las mesas y las sobremesas, y cuento los días que faltan para debutar con mis compañeros y salir. Ellos son mi gente, mi familia, de quienes aprendí muchísimo”.
Millán se ha dado el gusto de actuar con figuras del espectáculo, como Moria Casán, Carmen Barbieri, Gonzalo Costa y Gladys Florimonte. “Mucho me ha ayudado mi gran amor y mi amistad con Carmen. Ella apareció en mi vida y pasamos momentos buenos, malos, su divorcio, la muerte de su mamá, el cáncer de su hijo, su COVID… Ya van a ser catorce años de amistad, ella me hizo entender lo que es ser un artista. También Santiago (Bal), a quien le guardo cariño porque fue un gran profesional, un gran cómico, pero como hombre fue un hijo de p. Él me enseñó mucho, cómo hacer pausas, rematar un chiste mientras Tristán estaba en el escenario y él dirigía.
Su madre
Pablo tuvo una relación muy estrecha con su madre, María del Carmen, quien falleció en 2002 mientras lo acompañaba en una gira en Brasil. “Se me murió mi mejor amiga, mi cómplice, mi socia y mi mamá, perdí muchas personas en una sola. Ella fue quien me hizo amar Entre Ríos, me encantaría que pudiera ver hoy mis frutos y el amor que me tiene la gente acá”.
Pablo confió que a los 18 años enfrentó a su madre para hablar sobre su sexualidad, le dijo: “Hay cosas de mi vida que vos no sabés, y ella respondió ‘hay cosas de tu vida que vos creés que yo no sé pero a partir de ahora yo soy tu mejor amiga’. Siempre me he cuidado mucho y he seguido las reglas de conducta, y con orgullo puedo decir que en la ciudad se habla de mi talento, no de mi culo o de lo que hago con mis genitales”.
Su refugio, el humor
“El humor me salvó del suicidio el día que me dieron la certificación de óbito de mi mamá, porque fue la única vez que pensé en suicidarme, y dije: ‘Este no es el camino’. Y me empecé a reír, llegué al camarín porque veinticuatro horas después estaba arriba de un escenario, y dije: ‘Llegó la huérfana’. El humor me salvó del desamor, de la estafa de un amigo, un compañero de trabajo, un empleado y del amor”, expresó Millán.
Para finalizar, afirmó: “Dediqué mi vida a esto, casi sin darme cuenta. Mi adicción es bordar, hacer mis trajes. Cuando no estoy en la peluquería, estoy marcando las pelucas que voy a usar, revisando vestuario o mirando obras de teatro en Teatrix”.
Paciente de Lotocki
—Pablo, este año también has estado en los medios de Buenos Aires por haber sido uno de los pacientes de Aníbal Lotocki, ¿cómo estás con esa situación?
—Más aliviado de saber que está preso, de saber que fue condenado. Ahora estamos esperando que lo condenen por la muerte de Cristian Zárate, quien murió en la sala de operaciones, y que se haga justicia, que pague por lo que hizo. Yo no tuve problemas de salud, mayormente. Pero sí, me deformó la cara, pude arreglarla un poco gastando muchísimo dinero. Esto se lo debo a Carmen Barbieri, quien me consiguió el cirujano para que me lo hiciese y a buen precio, Guillermo Blugerman; y a Moria Casán porque me hizo ganar la plata para poder hacerlo.
Breve Bio
Pablo Millán nació un 5 de febrero en Rosario, prefiere no dar a conocer el año. Es hijo de María del Carmen Rebecchi y de Humberto Millán, ambos fallecidos. “Mis padres se divorciaron y mi papá se alejó de sus hijos”. Tiene dos hermanos, Alejandra Mariana Millán, mayor; y José Manuel Furelos, menor.
Cursó la escuela en Santa Fe y egresó como bachiller con orientación docente del Colegio Nacional.
Referentes: Osvaldo Pettinari, Frankie Kein, Enrique Pinti y Antonio Gasalla.
Para el 2024: “Tengo muchas ganas de volver a hacer comedia. Había hecho “El champán las pone mimosas, que compré los derechos para hacerla en el litoral. Fue el orgasmo de mi carrera, lo que sentí más placer hacer. Me gustaría hacer teatro, drama, otro unipersonal, voy a armar durante el verano en mis tiempos libres. Creo que eso es lo que tengo ganas de hacer”. Luego añadió: “También tengo una asignatura pendiente que es hacer con artistas de acá y otros de nivel nacional, La jaula de las locas, ese sería el broche de oro de mi carrera”, afirmó.