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Alcre, el misterioso auto que se fabricó en Paraná

El Alcre Susana se dio a conocer con una campaña publicitaria, en 1961. El automóvil que se fabricaría en Paraná era un miniauto de bajo consumo, concepto en boga en la época
Pocos saben, acaso algún memorioso recuerde aún, que a comienzos de los años `60, poco más de seis décadas, hubo un proyecto para construir en Paraná una fábrica de automóviles. Si bien se dieron algunos pasos, y se construyeron algunos prototipos,  la iniciativa no llegó a materializarse y su destino final es un misterio.

En publicaciones anteriores, como la publicada en EL DIARIO el 2 de diciembre de 2022, nos referimos a los intentos de desarrollar la industria automotriz de origen nacional en el país y en particular en Paraná con la experiencia del camión liviano Feresa que la firma Losi fabricaba en su planta ubicada en el parque industrial Manuel Belgrano. Pero antes de esta iniciativa empresaria hubo otra que pretendió llevar a cabo la fabricación de una serie de automóviles, localizada también en la capital provincial, destinada a insertarse en el mercado nacional.

A principios de la década del ’60, cobijado por del Régimen de Promoción Automotriz creado por un decreto del presidente Arturo Frondizi, se comenzó el montaje de una fábrica de automóviles en Paraná de la que quedan escasos indicios en los archivos y en la memoria de los vecinos de la ciudad. El proyecto fue aprobado por una resolución del gobierno nacional el 11 de diciembre de 1959.

La compañía giraba bajo la razón social Alcre Automotores S.A.C.I. fundada por Alberto Credidio, un industrial argentino dedicado a la fabricación de motores eléctricos con domicilio en Buenos Aires, que denominó a su firma con las primeras sílabas de su nombre y su apellido.

El empresario había acordado un convenio con la compañía Heinkel DgmbH que fabricaba los motores, y Bellino y Cía que proveería las carrocerías, ambas de origen alemán ubicadas en la ciudad de Göppingen. Los alemanes se comprometieron a invertir en el proyecto 1.200.000 dólares cada una.

El automóvil que se iba a fabricar era un miniauto de bajo consumo, muy en boga en la época, con una identidad local como los recordados De Carlo, Isetta e Isard. Tal vez era el inicio de una industria automotriz con el mismo método que estaban utilizando los coreanos del Sur, que arrancaron su industria adaptando y copiando modelos europeos. Para esa época se había cancelado la fabricación de automóviles nacionales de la empresa estatal IAME y sólo había sobrevivido el Rastrojero.

El modelo que se copiaba era Champion Maico 400 europeo, modelo 1955, que aquí se denominó Alcre Susana 500 con un motor bicilíndrico de dos tiempos y 452 centímetros cúbicos que consumía seis litros de combustible cada 100 kilómetros. También se proyectó la fabricación de otro modelo denominado Sport Luis 700, una coupé convertible de dos asientos impulsada por un motor de tres cilindros de dos tiempos y 677 centímetros cúbicos que alcazaba una velocidad de 130 Km/h. Los nombres correspondían al de los hijos de Credidio: Susana y Luis.

PUBLICIDAD PROMETEDORA

Con una intensa campaña publicitaria a fines de 1961, inserta en los principales diarios y periódicos especializados del país, se promovía la compra del Alcre donde se anunciaban las características del vehículo, sus precios y planes de financiación.

Según un artículo publicado por el diario Clarín -en su edición del día 9 de julio de 2022-  “las publicidades que a principios de los años 60 invadieron los medios gráficos en la Argentina no solo presentaban un nuevo modelo de miniauto nacional que pretendía romper el mercado, eran una persuasiva invitación para salir a comprar el Alcre Susana sin pensarlo demasiado. Marca desconocida, sí; pero nombre familiar y muy fácil de recordar (…).

“El desembarco en el mercado del Alcre Susana llegó de la mano de una promoción irresistible. ‘¡Usted lo necesita! $198.000 únicamente los primeros 1.000 automóviles.”

Finalizada la oferta el valor sería de $230.000. Además se ofrecía una financiación a 30 meses, con la entrega asegurada en 120 días. En tanto el Sport Luis 700 tenía un precio de 310.000 pesos.

La publicidad gráfica tenía como eslogan: “El más grande entre los chicos, un gigante en los malos caminos”. La folletería mostraba a las unidades como un auto familiar incluso con mujeres conduciéndolos para poner en relieve la versatilidad del vehículo y también lo publicitaba como “El coche argentino para el pueblo argentino”.

Para la promoción se fabricaron prototipos que se exhibieron en distintos lugares del país. Según información disponible se llegaron a reservar 470 unidades que habrían abonado una seña de $ 50.000.

Qué pasó luego es todo un misterio. No se construyeron más que los prototipos de los cuales hoy no se conoce su destino. El hecho es que los 470 clientes que tuvieron intenciones de adquirirlo se quedaron sin su auto y no se conoce qué pasó con la seña que habrían abonado. Se supone que con este número de reservas no era suficiente para iniciar la fabricación en serie o que tal vez las inversiones prometidas por los empresarios alemanes nunca llegaron a concretarse. Pero lo cierto que el dato de las 470 reservas solamente están documentadas en la publicidad de la empresa.

Para tratar de explicar el fracaso del proyecto el artículo citado concluye que “el mercado automotor de entonces no escapaba a los años convulsionados de la Argentina. Aquel contexto, sumado a otros modelos económicos de marcas importantes disponibles en los concesionarios, combinaron el peor escenario para los vehículos de Alcre.”

LA FÁBRICA DE PARANÁ

Según versiones periodísticas, para la instalación de la planta fabril la sociedad adquirió dos propiedades en Paraná integradas con una superficie total de 100.000 m², incluidos 2.000 m² de galpones en la zona del empalme de las rutas 12 y 18, conocido como “la Virgen”. En tanto las oficinas administrativas se localizaron en calle España 87.

Según algunos testimonios de la zona y otros recopilados por Juan José Batistutti, el local de la fábrica sería el amplio galpón que hoy en parte ocupa la municipalidad de Colonia Avellaneda, donde funcionan depósitos y el Centro Comunitario Nº 15. El mismo tiene superficie cubierta de aproximadamente 20 metros de frente por 50 de fondo, gran parte en condiciones ruinosas y otras construcciones más pequeñas al fondo de un terreno muy generoso.

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