Recientemente fallecida, María Seoane deja como legado no sólo una obra comprometida con su tiempo. También fue un nombre propio en la prensa escrita que se proyecta desde el Puerto de Buenos Aires y, desde ese sitial, promovió el protagonismo de distintas mujeres. La riqueza de su charla cotidiana quedó expresada en artículos y libros.
Con un recurso que replicó en muchas de sus investigaciones periodísticas la periodista y escritora María Seoane, fallecida a los 75 años, deja un valioso corpus de obras entre las que sobresalen El saqueo de la Argentina, Todo o nada o El dictador, escrita en coautoría con Vicente Muleiro.
Una marca de su estilo era centrarse en una figura pública como por ejemplo el dictador Jorge Rafael Videla o el economista José Ber Gelbard, con la idea de sondear al mismo tiempo cómo muchas de las acciones individuales se recuestan sobre una mayoría silenciosa que avala ciertas prácticas.
Quienes la conocieron destacan su cultura femenina: llevaba el mundo a cuestas. Apasionada, hacía gala de una firme voluntad de influencia política.
María Seoane había estudiado Economía en la Universidad de Buenos Aires; sin embargo, fue en las distintas ramas del periodismo donde desarrolló una carrera intensa. Al regreso de su exilio en México, a raíz de su militancia juvenil en la izquierda radicalizada, comenzó como colaboradora en el semanario El ciudadano, en el diario Sur y la revista Noticias. En 1991 integró el jurado de Ensayo en el Premio Casa de Las Américas, de Cuba, y más tarde colaboró con la Organización de Estados Americanos.
Ingresó en Clarín a comienzos de esa década. Fue editora y columnista en Política nacional, creció hasta quedar al frente del dominical Zona, un suplemento que pasaba revista a la semana con columnas autorales y artículos de fondo. Seoane fue una de las primeras mujeres en acceder a una posición editorial de relieve en el periodismo de diarios, desde donde además potenció con generosidad irrestricta a otras periodistas.
Uno por uno
Una selección de los mejores títulos de Seoane, nos permite aproximarnos a su obra.
En 1986, publicó La noche de los lápices. En esta obra conjunta, Seoane y Héctor Ruiz Núñez abordan uno de los episodios más dramáticos vinculados con el accionar de la dictadura militar: lo que ocurrió el 16 de septiembre de 1976 en la ciudad de La Plata, cuando un grupo de estudiantes secundarios que reclamaban por el boleto escolar gratuito fueron brutalmente secuestrados y torturados durante meses en un campo clandestino de detención.
Todos ellos tenían entre 14 y 18 años. Sólo uno sobrevivió del Pozo de Banfield, Pablo Díaz, y se encargó de contar al mundo esta tragedia. Tiempo después, otra estudiante, Emilse Moler, ratificó con su testimonio lo ocurrido.
En este libro, los periodistas se sumergen en los recuerdos de familiares y amigos, en los cuadernos y papeles personales de cada una de las víctimas para desentrañar sus sueños y expectativas, superponiéndolas al retrato de una Argentina paralizada por el terror y el autoritarismo.
Desde su aparición en 1986, La noche de los lápices se convirtió en un clásico instantáneo -traducido al alemán, italiano, portugués- y fue llevado al cine por Héctor Olivera con las actuaciones de Alejo García Pintos, Vita Escardó, Pablo Novak, Pepe Monje y Leonardo Sbaraglia.
Zambullirse
Publicado en 1991, Todo o nada es uno de los primeros hitos periodísticos de Seoane. Allí, perfila aspectos hasta entonces desconocidos de la vida de Mario Roberto Santucho, el jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo, el mayor grupo guerrillero de orientación marxista de Argentina, que es presentado como un político pragmático y como el artífice de una utopía sangrienta.
La periodista accedió a cartas personales, relatos de sus familiares, testimonios de militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)-ERP y de miembros jerárquicos del Ejército para reconstruir el recorrido vital de uno de los fundadores del PRT en 1965, protagonista de hitos históricos como la fuga de la cárcel de Rawson en 1972 que devino en la Masacre de Trelew.
“Elegí a Santucho porque era el exponente más paradigmático de la construcción de una izquierda que había optado por el camino de las armas, es decir, de la guerrilla marxista guevarista en Argentina. Si ya desde el título del libro se indica cuál era la marca de esa generación, mi desvelo en esa investigación era contar las razones por las que la sociedad argentina había producido esos cuadros políticos y generado esa violencia, entendiendo que esa generación había sido producto de esa historia argentina, como después lo entendimos con Videla también. Santucho era un producto de la historia, un producto de sus contradicciones, no era un loco suelto”, resumió Seoane en una entrevista.
Retrato de época
En 1998, publicó El burgués maldito. El libro está consagrado a José Ber Gelbard, el empresario y activista que fue ministro de Economía durante la tercera presidencia de Juan Domingo Perón y se hizo conocido por su enfrentamiento con las fracciones terratenientes nucleadas en la Sociedad Rural Argentina, representada por quien sería ministro de economía durante el Proceso de Reorganización Nacional, José Alfredo Martínez de Hoz.
Seoane se sitúa en la figura de Gelbard para componer un retrato de época que pincela los proyectos nacionales de los 70 y describe cómo se articularon el poder político y el poder económico en la Argentina de esos años: los negocios de la burguesía, las prebendas y el manejo del poder, revelando la trama contra la que luchó el principal lobbista de la Argentina de esos años.
Seoane lo caracteriza como un hombre tenaz, convencido de la necesidad de un proyecto nacional sin exclusiones. Al mismo tiempo un referente de perfil bajo, acaso una estrategia para que su forma de hacer lobby fuese eficaz.
En el texto se narra cómo el fundador de la Confederación General Económica -que aglutinaba a pequeños y medianos empresarios- muere en el destierro, perseguido y apátrida porque los militares le quitaron la ciudadanía argentina.
Su historia se entrecruza con la de otras figuras o empresas como el banquero David Gravier, los montoneros, Carlos Menem, el clan Kennedy, Henry Kissinger, Fidel Castro y Bunge & Born.
“Gelbard expresaba algo que aún hoy se discute en Argentina: cuál es el modelo económico y social de acumulación que puede ser viable. Y la existencia de Gelbard como un paradigma de empresario, de burgués nacional, que surgió durante el desarrollo del Estado de bienestar peronista es significativa. Siempre hubo golpes de Estado terroristas burgueses contra ese modelo de inclusión del Estado de bienestar basado en la redistribución de la riqueza y no en la apropiación colectiva de la riqueza como hace el neoliberalismo”, supo caracterizar Seoane.
Perfil de un dictador
A El dictador (2001), lo escribió en coautoría con Vicente Muleiro. En esta pieza de investigación, abordan a uno de los máximos emblemas de la dictadura más cruel y violenta de la historia argentina: Jorge Rafael Videla, el primer presidente de la última dictadura tras haber encabezado el Proceso de Reorganización Nacional que tomó el poder el 24 de marzo de 1976 y cuya figura fue poco transitada hasta la aparición de esta obra que ventila la intimidad del general y su mirada inquebrantable sobre el oscuro período en el que gobernó.
Los autores del libro sostienen que Videla no muestra señales de arrepentimiento y que mantuvo a lo largo de los años un discurso sin fisuras desde la cárcel en la que cumplía condena a cadena perpetua por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante su mandato.
En este riguroso perfil de Videla cuentan que tuvo seis hijos, que se casó con la que se cree que fue su única novia, que no fue un hombre de muchos amigos y que tuvo dificultades para moverse en grupo.
El texto retoma al dictador con la idea de avanzar en una lectura del contexto político y social que propició la dictadura a través de dos historias: la del Ejército, una institución al servicio de intereses económicos sectoriales internos y externos, y la de una clase dominante que siempre vio en la libertad y la pluralidad la amenaza de su propia existencia.
“Es la biografía de un miserable. Yo venía haciendo biografías de gente considerada, con sus más y sus menos, extraordinaria, pero sentía que era necesario contarle a los argentinos que ese hombre aparentemente inocuo, al que le importaban tanto las reglas, que era un buen padre de familia, un mejor militar, había sido el mayor criminal de la historia argentina. Y había que explicarlo porque hay un sentido común que hace que cada vez que uno pronuncia su nombre se sostenga que era un hombre correcto, un hombre profundamente católico”, definió alguna vez Seoane sobre la génesis del libro.
Bolsillos vacíos
En 2003, fue el turno de El saqueo de la Argentina. Con la idea de desentrañar la trama de intereses que despojó al país de su aparato productivo, en este libro la periodista anuda cuestiones como la apropiación de vidas bajo la última dictadura cívico militar, el desmantelamiento del Estado y la consolidación de una matriz capitalista basada en la renta financiera.
Seoane intenta explicar cómo Argentina pasó de ser un país comparado con Estados Unidos y Europa por su potencial productivo a ser saqueada por una constelación de intereses externos e internos que se disputaron la riqueza mientras despojaban a una parte de la sociedad.
Según la periodista, el “saqueo” arrancó con la apropiación de vidas durante la última dictadura militar y terminó con el remate de los bienes públicos, el desmantelamiento del Estado, el mayor endeudamiento de la historia, la fuga de capitales, el apoderamiento ilegítimo de ahorros y el derrumbe del nivel de vida de la mayor parte de la población. Todo en el contexto de las narrativas idealizadas sobre el liberalismo impuesto por los centros de poder mundial y difundidos por las estructuras locales.