jueves , 21 noviembre 2024
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Ernesto Aversa y su fecunda labor como maestro de canto

Un `suelto´ de EL DIARIO, en 1959, refleja un concierto para celebrar 50 años de la Academia de Canto Lírico fundada por Ernesto Aversa, por entonces a cargo de su hijo Fulvio y su nuera.

Don Ernesto Aversa, fue un inmigrante italiano nacido en Nápoles que se radicó en Paraná en 1909. En la capital de la provincia y en Santa Fe fue fundador de escuelas en las que enseñó canto lírico, campo en el cual tuvo destacada actuación.

Griselda De Paoli
Especial para EL DIARIO

Trabajando en la producción de la nota semanal para este espacio en EL DIARIO surgió, en la autora de esta columna, la inquietud de conocer un poco más acerca de su bisabuelo paterno. La proximidad del tema -que coincide con esta época del año en que siempre hay un momento para recordar a personas queridas- impulsó a enfocar un recuerdo familiar lo cual dio como resultado que esta entrega se presente, en partes, redactada en primera persona.


La dimensión de un innegable componente emotivo, “me ha llevado a escribir esta nota con gran emoción, pensando que veces se sesgan las historias familiares por cuestiones que hoy pueden parecernos incomprensibles, pero con frecuencia, en algún momento un pariente te hace un comentario o te acerca un montoncito de fotos y papeles que creen es mejor que estén en tus manos porque si no, a la larga, se perderán”.


Por esa vía “me llegaron entre otras cosas dos carpetas, que en estos días, en busca de material de mi archivo para la nota del domingo decidí revisar. Me atrapó leer acerca de quién era mi bisabuelo, yo sólo sabía que fue un maestro de canto que había fundado una academia y que sus hijas e hijos, entre ellos mi abuela, eran cantantes líricos, pero eso era todo”.
“Sentí entonces la necesidad de hacer esta nota y compartirla, sin dejar de apelar, como siempre al testimonio  memorioso de  actores contemporáneos del personaje eje del relato”.


“Por otra parte, es cierto que el hecho de que las calles o las plazas lleven nombres de artistas, de protagonistas del área de la cultura, parece humanizarlas. Estos nombres de algún modo traen un viento de vida, de creatividad, de aporte a la cultura. Qué bueno que en Paraná haya calles con nombres de artistas, entre ellos el del  Profesor Ernesto Aversa, uno de los máximos cultores del arte lírico en nuestra ciudad, en la que decidió afincarse”.

CANTANTE DE FECUNDA LABOR

El maestro Ernesto Aversa nació en Nápoles, cuna de grandes figuras de la lírica y cursó sus estudios bajo la dirección del célebre Maestro Alfonso Guercia en el Real Conservatorio de Música de su ciudad natal.


Ya como Profesor de canto y cantante con el registro de bajo, debutó en el Real Teatro de Atenas y tuvo brillante actuación entre otros en el Teatro Argentino de Roma. Allí  encarnó los principales papeles correspondientes a su voz en las óperas Don Carlos; Ernani; Simón Boccanegra; La Forza del Destino; La sonámbula; que también se presentaron en teatros de Europa y Africa. En 1901 decidió realizar una extensa gira por América, recorriendo Brasil, Paraguay y Uruguay, donde contrajo enlace con una salteña Oriental – Blanca Garbarini -. Pasó luego  a la Argentina y en 1909, ofreció un recital en Paraná donde decidió radicarse y dejó lo mejor de su vida entre aquellos que supieron valorar sus quilates. Llegó aquí en tiempos de la gobernación del Dr. Parera, y se dedicó a enseñar canto, a raíz de que una prematura afección a las cuerdas vocales le impidió continuar actuando en escena.


Aparte  de su Academia en Paraná,  fundó una sucursal en Santa Fe, donde dictó  clases hasta el año 1946 y estuvo también a cargo de la  cátedra de música en la Escuela N°1 Del Centenario.


Al fundarse el Conservatorio de Bellas Artes en el año 1932, durante la gestión de Luis Etchevehere, fue designado director de la clase de canto. El personal docente de la mencionada academia estuvo integrado inicialmente, además de Ernesto Aversa, por los siguientes profesores: pintura, Manuel Marchesse; piano, Américo Rosa; violín, Constancio Carminio; guitarra, Domingo Machado; y lectura y declamación, María del Carmen Rodríguez, junto a su colaboradora, Esther López Etchevehere.  En mayo de 1948, fue modificada la organización de esta escuela quedando dividida en dos centros de enseñanza diferentes: la Escuela Provincial de Artes Plásticas y el Conservatorio Provincial de Música y Arte Escénico.


La obra de Aversa, fecunda, hizo que muchos de sus alumnos lograran posiciones destacadas, recibiendo el beneplácito y las felicitaciones de artistas de fama mundial. Su obra en Paraná es recordada, no sólo por la formación de sus alumnos individuales, sino también por la actuación eficiente y destacada de sus famosos coros, técnicamente preparados. Falleció en  abril de 1948, pero su academia tuvo continuidad, durante muchos años, a través de su hijo Fulvio y su nuera Blanca Escribano.


Entre otros egresados  de la Academia de Canto del maestro Aversa pueden mencionarse a Sara Rocchi de Gastón, Elvira Merú de Malmierca, Carmen Segovia García, Josefa Osinaldi, Marta Rossi, Isadora Canales, Clelia Petonatti, Lorenzo Anselmi, Susana Echenique de Anselmi, Camila Jimino, y Blanca Escribano.

RECORDADO POR SUS ALUMNOS

Decía de él el Maestro Lorenzo Anselmi: “Desde cada rincón familiar para los que tuvimos el privilegio de escuchar sus palabras llenas de verdad, surge la voz firme del viejo maestro exigiéndonos el deber de levantar templos a la cultura y concediéndonos el derecho de llenarlos de armonía… Su espíritu infatigable rige el paso silencioso pero fecundo de quienes nos honramos con el alto blasón de haber sido ungidos con la sabiduría de sus enseñanzas. ”.


Por su parte Elio Leyes comentaba su experiencia de niño: “Sé que por estos días  se va a rendir un homenaje a la memoria de Don Ernesto Aversa. Me asocio a él de todo corazón. Cuando niños, siendo  profesor de música en la Escuela Centenario, supo  formarnos el gusto artístico  haciéndonos cantar trozos de óperas  y lindas canciones que todavía, a pesar  de los años, siguen encontrando ecos en  nuestras almas. Recién, sin ir más lejos, oí de paso uno de  coros  de Cavallería Rusticana, y recordé, no sin emoción honda, que el profesor Aversa, dando él el ejemplo con su voz magnífica, nos la hacía entonar.

Nosotros no entendíamos la letra. Tampoco conocíamos que se trataba de una parte de  una obra famosa, pero la seguíamos gozosos y, entre juego y juego, diablura y diablura, nos íbamos introduciendo en los senderos  de la música inmortal… a él debo una parte de mi gusto por la buena música y lo recuerdo siempre. Aversa no fue solo un innovador sino un gran formador”.


A veces, los aportes de la memoria colectiva, representados en una nota de diario, o en una fotografía, contribuyen a completar la memoria individual y pueden llevar a replantearnos historias familiares o revisarla con preguntas que nunca nos hicimos antes.

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