Argentina atraviesa por una de sus cíclicas épocas de crisis. A continuación, el abogado Ladislao Fermín Uzín Olleros comparte con EL DIARIO, un trabajo en el que realiza un repaso de la historia.
Ladislao F. Uzín Olleros | Especial para EL DIARIO
🔵 Parte 1
Argentina atraviesa por una de sus cíclicas épocas de crisis, con un extenso territorio cercano a los 2.800.000 Km2 de extensión continental, abundantes recursos naturales diversos, un recurso humano de calidad, potencialidades variadas, elementos que –sumados- serían la envidia de cualquier país con carencias. Empero ello, se ve naufragando en sus propios e inconcebibles desencuentros, con una sociedad agrietada (por usar un término en boga), derrochando ese capital humano y sus recursos al alcance de la mano que, con planificación, método, perseverancia, disciplina y una clase dirigente con vocación patriótica, permitirían en el mediano plazo proyectar al país a niveles significativos, posicionándola como referente en la comunidad internacional.
Este trabajo no pretende ser ni una clase magistral ni una exposición erudita, es simplemente volcar razonamientos, el repaso de la historia, la comparativa que aportan los viajes y el deseo profundo de repensar un país proyectado hacia el destino que pensaron sus próceres soñadores, desprovistos de intereses egoístas y veleidades, entregando sus esfuerzos a ideales con esa vocación patriótica. Esto que hoy reclamamos a nuestros gobernantes, lograrlo –o al menos hacer el intento- justifica el ensayo; ya lo decía el Padre de la Patria: “No sé si mi sueño es imposible, lo único que sé es que es impostergable” (San Martín en carta a Pueyrredón, en ocasión de la formación del Ejército Libertador).
Algunos ejemplos
Citaré brevemente dos ejemplos demostrativos de que ello es factible, como para animarnos a acometer los desafíos de la hora.
Japón, un país insular, con algo menos de 380.000 Km2 de superficie, en 40 años del siglo XX participó en tres guerras: en 1905 contra la Rusia zarista, a mediados de la década del 30 la expansión territorial invadiendo partes de China, Singapur, Malasia, Hong Kong y la Indochina Francesa; en diciembre de 1941 atacó Pearl Harbor, justificando el ingreso de EE.UU. al escenario de la II Guerra Mundial; culminó con el bombardeo atómico a Hiroshima y Nagasaki (agosto de 1945), dejando un país en ruinas, con la pérdida de sus posesiones y millares de muertos. Hoy se ubica entre el 3° y 4° lugar de la economía mundial.
Alemania es otro ejemplo a referenciar. Perdidosa en la I Guerra Mundial (1914-1918), con un asombroso ascenso en la década del 30, se embarcó en un proyecto expansionista que culminó en desastre en 1945; un país destruido y secesionado, hoy es referente indiscutido (entre el 4° y 5° puesto en la economía mundial), habiendo absorbido (unificación territorial) la Alemania del Este (hasta entonces gobernada por el comunismo) y siendo sostén indiscutible de la Unión Europea.
¿Cómo lo lograron?
Precisamente con lo que reclamamos para nuestro país: planificación, método, perseverancia, disciplina y una clase dirigente con visión política y vocación patriótica. Es decir: es posible.
Más cercana en la geografía, está la hermana República del Paraguay, con quien nos une (particularmente a las provincias del litoral) la historia, las tradiciones y las costumbres. Independizada en 1811 (luego de Mayo de 1810 resistió someterse al puerto de Buenos Aires), mediterránea y aislada, decidió desenvolverse por sí misma, bajo la mano rígida de Gaspar Rodríguez de Francia, con un proyecto continuado por don Carlos López y su hijo, el mariscal Solano López. A mediados del siglo XIX, era un referente a considerar: producía y exportaba tabaco, yerba y algodón; la tierra era adjudicada a sus nacionales para explotarla (casi no existía el latifundio), educación pública, becando a sus mejores promedios para capacitarse en Europa; telégrafo, ferrocarril, fundiciones y astilleros; lo remarcaba Alberdi: “Si es verdad que la civilización de este siglo tiene por emblemas las líneas de navegación por vapor, los telégrafos eléctricos, las fundiciones de metales, los astilleros y arsenales, los ferrocarriles , etc., los nuevos misioneros de civilización salidos de Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, San Juan, etc, no sólo no tienen en su hogar esas piezas de civilización para llevar al Paraguay, sino que irían a conocerlas de vista por la primera vez en su vida en el “país salvaje” de su cruzada civilizadora”.
Pero ello no podía tolerarse ni por el centralismo porteño ni por Inglaterra; con intrigas desataron una guerra fratricida, llevando al borde del exterminio a la población masculina de un pueblo hermano; diría entonces Ricardo López Jordán a Urquiza, cuando éste le ordenó reclutar tropas para sumarse al ejército de la Triple Alianza: “Usted os llama para combatir al Paraguay. Nunca, general, ese pueblo es nuestro amigo. Llámenos para pelear a porteños y brasileños. Estamos prontos. Éstos son nuestros enemigos”. Es que las provincias, hermanadas con el pueblo paraguayo e identificadas con el federalismo, jamás toleraron esa afrenta, los desbandes de Basualdo y Toledo fueron testimonio de esa rebeldía al encolumnarse con un proyecto criminal y fratricida.
Radicado en Paris, Alberdi escribiría “El crimen de la guerra”, un alegato en favor de la paz, condenatorio de la guerra. Horripilado por la que no dudó en llamar la Guerra de la Triple Infamia, escribió en 1870, un alegato antibélico, de los más brillantes de su tiempo: “De la guerra es nacido el gobierno militar que es gobierno de la fuerza sustituida a la justicia y al derecho como principio de autoridad”. Renacido de sus cenizas, el Paraguay resurgió y hoy es ejemplo a imitar; baste señalar que hoy cuenta con la tercera flota fluvial del mundo, transportando riquezas en barcazas, empujadas por remolcadores a través de la hidrovía que descarga en el complejo portuario de Rosario.
Entonces… es posible; a través de sucesivas entregas intentaré demostrarlo, aportando datos que así lo demuestran y acercando propuestas que –quizás- puedan ser evaluadas y se consideren para reflexionar sobre lo impostergable, como nos dejara ese legado del Padre de la Patria y tantos otros que no dudaron en renunciar a despachos confortables, seguridades, honores y riquezas para empuñar la espada con la mira enfocada en la formación y consolidación de una Argentina con identidad propia, orgullosa, sólida e inconfundible, con presencia en el mundo.