La provincia de Entre Ríos ha sido protagonista de un importante flujo migratorio desde mediados del siglo XIX, altamente significativo en la etapa de la gran inmigración (fines del siglo XIX y primera década del siglo XX) y más tarde con la segunda posguerra.
En Entre Ríos según el Primer Censo Nacional, de 1869 se consigna que más del 2,5% de la población tenía apellido vasco y que trajeron diversos oficios: derivados del tambo, caleros, saladeristas, médicos, sangradores, patrones de barco, alambradores, lomilleros vitivinicultores entre otros.
Pero también hay que considerar la presencia de vascos en la cultura, la política, maestros y profesores, escritores, poetas, periodistas, militares, gobernadores, legisladores, ministros. Paraná fue protagonista de ese flujo inmigratorio.
En una vieja casona que data de 1874, una vivienda precaria situada en un terreno que, para la época, era de modestas dimensiones, fue escenario de la vida familiar de los Uranga y de los Micheltorena, en calle Laprida 460 de nuestra ciudad. Estaba ubicada en la calle antiguamente denominada Centro América.
Era una típica casona de las que conformaron las ciudades en torno al cambio de siglo. Construida en un amplio lote con una fachada que se componía de cuatro paños iguales y la puerta de ingreso.
Las ventanas con balcones de formas curvas que denotaban la corriente ecléctica que imperaba por entonces en la arquitectura. El frente, compuesto según normas académicas con basamento, desarrollo de la fachada y coronamiento con cornisa, tenía una ornamentación relativamente sobria en comparación con otras viviendas contemporáneas.
Interiormente, se estructuraba como una casa de patios. Al frente, a ambos lados del zaguán, se situaban las habitaciones de uso social y los dormitorios principales, luego un gran hall que exhibía una mampara de vidrios ingleses de distintos colores, hacia la calle, se encontraba la sala y a la derecha había otra habitación muy grande con dos balcones que daban al exterior.
Allí se encontraba ubicado el comedor. A continuación, seguía un dormitorio que se comunicaba con el hall. Luego, seguía otro dormitorio que daba, a su vez, al primero y segundo patio, luego un tercer dormitorio con sus puertas al primer y segundo patio.
La casa fue construida con cierto esmero en su realización formal y calidad de materiales. Su tratamiento fue italianizante aunque con inclusión de elementos eclécticos.
La imagen que acompaña esta nota muestra la antigua casona de la familia Uranga Micheltorena ubicada en calle Laprida 460 de Paraná.